Capítulo 12345678910111213141516171819202122
Capítulo 12345678910111213141516171819202122
TRES años pasaron sin guerra entre los Siros e Israel.
2 Y aconteció al tercer año, que Josafat rey de Judá descendió al rey de Israel.
3 Y el rey de Israel dijo a sus siervos: ¿No sabéis que es nuestra Ramot de Galaad? y nosotros callamos en orden a tomarla de mano del rey de Siria.
4 Y dijo a Josafat: ¿Quieres venir conmigo a pelear contra Ramot de Galaad? Y Josafat respondió al rey de Israel: Como yo, así tú; y como mi pueblo, así tu pueblo; y como mis caballos, tus caballos.
5 Y dijo luego Josafat al rey de Israel: Yo te ruego que consultes hoy la palabra del SEÑOR.
6 Entonces el rey de Israel juntó los profetas, como cuatrocientos hombres, a los cuales dijo: ¿Iré a la guerra contra Ramot de Galaad, o la dejaré? Y ellos dijeron: Sube; porque el Señor la entregará en mano del rey.
7 Y dijo Josafat: ¿Hay aún aquí algún profeta del SEÑOR, por el cual consultemos?
8 Y el rey de Israel respondió a Josafat: Aun hay un varón por el cual podríamos consultar al SEÑOR, Micaías, hijo de Imla: mas yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal. Y Josafat dijo: No hable el rey así.
9 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco, y díjole: trae presto a Micaías hijo de Imla.
10 Y el rey de Israel y Josafat rey de Judá estaban sentados cada uno en su silla, vestidos de sus ropas reales, en la plaza junto a la entrada de la puerta de Samaria; y todos los profetas profetizaban delante de ellos.
11 Y Sedequías hijo de Quenaana se había hecho unos cuernos de hierro, y dijo: Así ha dicho el SEÑOR: Con éstos acornearás a los Siros hasta acabarlos.
12 Y todos los profetas profetizaban de la misma manera, diciendo: Sube a Ramot de Galaad, y serás prosperado; que el SEÑOR la dará en mano del rey.
13 Y el mensajero que había ido a llamar a Micaías, hablóle, diciendo: He aquí las palabras de los profetas a una boca anuncian al rey bien: sea ahora tu palabra conforme a la palabra de alguno de ellos, y anuncia bien.
14 Y Micaías respondió: Vive el SEÑOR, que lo que el SEÑOR me hablare, eso diré.
15 Vino pues al rey, y el rey le dijo: Micaías, ¿iremos a pelear contra Ramot de Galaad, o la dejaremos? Y él le respondió: Sube, que serás prosperado, y el SEÑOR la entregará en mano del rey.
16 Y el rey le dijo: ¿Hasta cuántas veces he de conjurarte que no me digas sino la verdad en el nombre del SEÑOR?
17 Entonces él dijo: Yo ví a todo Israel esparcido por los montes, como ovejas que no tienen pastor: y el SEÑOR dijo: Éstos no tienen señor; vuélvase cada uno a su casa en paz.
18 Y el rey de Israel dijo a Josafat: ¿No te lo había yo dicho? Ninguna cosa buena profetizará él acerca de mí, sino solamente mal.
19 Entonces él dijo: Oye pues palabra del SEÑOR: Yo ví al SEÑOR sentado en su trono, y todo el ejército del cielo estaba junto a él, a su diestra y a su siniestra.
20 Y el SEÑOR dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera; y otro decía de otra.
21 Y salió un espíritu, y púsose delante del SEÑOR, y dijo: Yo le induciré. Y el SEÑOR le dijo: ¿De qué manera?
22 Y el SEÑOR le dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Inducirlo has, y aun saldrás con ello; sal pues, y hazlo así.
23 Y ahora, he aquí el SEÑOR ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, y el SEÑOR ha decretado el mal acerca de tí.
24 Llegándose entonces Sedequías hijo de Quenaana, hirió a Micaías en la mejilla, diciendo: ¿Por dónde se fue de mí el Espíritu del SEÑOR para hablarte a tí?
25 Y Micaías respondió: He aquí tú lo verás en aquel día, cuando te irás metiendo de cámara en cámara por esconderte.
26 Entonces el rey de Israel dijo: Toma a Micaías, y vuélvelo a Amón gobernador de la ciudad, y a Joas hijo del rey;
27 Y dirás: Así ha dicho el rey: Echad a éste en la cárcel, y mantenedle con pan de angustia y con agua de aflicción, hasta que yo vuelva en paz.
28 Y dijo Micaías: Si llegares a volver en paz, el SEÑOR no ha hablado por mí. En seguida dijo: Oid, pueblos todos.
29 Subió pues el rey de Israel con Josafat rey de Judá a Ramot de Galaad.
30 Y el rey de Israel dijo a Josafat: Yo me disfrazaré, y entraré en la batalla: y tú vístete tus vestidos. Y el rey de Israel se disfrazó, y entró en la batalla.
31 Mas el rey de Siria había mandado a sus treinta y dos capitanes de los carros, diciendo: No peleéis vosotros ni con grande ni con chico, sino sólo contra el rey de Israel.
32 Y como los capitanes de los carros vieron a Josafat, dijeron: Ciertamente éste es el rey de Israel; y viniéronse a él para pelear con él; mas el rey Josafat dio voces.
33 Viendo entonces los capitanes de los carros que no era el rey de Israel, apartáronse de él.
34 Y un hombre disparando su arco a la ventura, hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura; por lo que dijo él a su carretero: Toma la vuelta, y sácame del campo, que estoy herido.
35 Mas la batalla había arreciado aquel día, y el rey estuvo en su carro delante de los Siros, y a la tarde murió: y la sangre de la herida corría por el seno del carro.
36 Y a puesta del sol salió un pregón por el campo, diciendo: ¡Cada uno a su ciudad, y cada cual a su tierra!
37 Y murió pues el rey, y fue traído a Samaria; y sepultaron al rey en Samaria.
38 Y lavaron el carro en el estanque de Samaria; lavaron también sus armas; y los perros lamieron su sangre, conforme a la palabra del SEÑOR que había hablado.
39 Lo demás de los hechos de Acab, y todas las cosas que ejecutó, y la casa de marfil que hizo, y todas las ciudades que edificó, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
40 Y durmió Acab con sus padres, y reinó en su lugar Ocozías su hijo.
41 Y Josafat hijo de Asa comenzó a reinar sobre Judá en el cuarto año de Acab rey de Israel.
42 Y era Josafat de treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalem. El nombre de su madre fue Azuba hija de Silai.
43 Y anduvo en todo el camino de Asa su padre, sin declinar de él, haciendo lo recto en los ojos del SEÑOR. Con todo eso los altos no fueron quitados; que el pueblo sacrificaba aun, y quemaba perfumes en los altos.
44 Y Josafat hizo paz con el rey de Israel.
45 Lo demás de los hechos de Josafat, y sus hazañas, y las guerras que hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá?
46 Barrió también de la tierra el resto de los sodomitas que habían quedado en el tiempo de su padre Asa.
47 No había entonces rey en Edom; presidente había en lugar de rey.
48 Había Josafat hecho navíos en Tarsis, los cuales habían de ir a Ofir por oro; mas no fueron, porque se rompieron en Ezion-geber.
49 Entonces Ocozías hijo de Acab dijo a Josafat: Vayan mis siervos con los tuyos en los navíos. Mas Josafat no quiso.
50 Y durmió Josafat con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre; y en su lugar reinó Joram su hijo.
51 Y Ocozías hijo de Acab comenzó a reinar sobre Israel en Samaria, el año diecisiete de Josafat rey de Judá; y reinó dos años sobre Israel.
52 E hizo lo malo en los ojos del SEÑOR, y anduvo en el camino de su padre, y en el camino de su madre, y en el camino de Jeroboam hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel:
53 Porque sirvió a Baal, y lo adoró, y provocó a ira al SEÑOR Dios de Israel, conforme a todas las cosas que su padre había hecho.
Y después de estas cosas, aconteció que Nabot el jezreelita tenía en Jezreel una viña junto al palacio de Acab rey de Samaria.
2 Y Acab habló a Nabot, diciendo: Dame tu viña para un huerto de legumbres, porque está cercana, junto a mi casa, y yo te daré por ella otra viña mejor que esta; o si mejor te pareciere, te pagaré su valor en dinero.
3 Y Nabot respondió a Acab: Guárdeme el SEÑOR de que yo te dé a tí la heredad de mis padres.
4 Y vínose Acab a su casa triste y enojado, por la palabra que Nabot de Jezreel le había respondido, diciendo: No te daré la heredad de mis padres. Y acostóse en su cama, y volvió su rostro, y no comió pan.
5 Y vino a él su mujer Jezabel, y díjole: ¿Por qué está tan triste tu espíritu, y no comes pan?
6 Y él respondió: Porque hablé con Nabot de Jezreel, y díjele que me diera su viña por dinero, o que, si más quería, le daría otra viña por ella; y él respondió: Yo no te daré mi viña.
7 Y su mujer Jezabel le dijo: ¿Eres tú ahora rey sobre Israel? Levántate, y come pan, y alégrate: yo te daré la viña de Nabot de Jezreel.
8 Entonces ella escribió cartas en nombre de Acab, y sellólas con su anillo, y enviólas a los ancianos y a los principales que moraban en su ciudad con Nabot.
9 Y las cartas que escribió decían así: Proclamad ayuno, y poned a Nabot a la cabecera del pueblo;
10 Y poned dos hombres, hijos de Belial, delante de él, que atestigüen contra él, y digan: Tú has blasfemado a Dios y al rey. Y entonces sacadlo, y apedreadlo, y muera.
11 Y los de su ciudad, los ancianos y los principales que moraban en su ciudad, lo hicieron como Jezabel les mandó, conforme a lo escrito en las cartas que ella les había enviado.
12 Y promulgaron ayuno, y asentaron a Nabot a la cabecera del pueblo.
13 Vinieron entonces dos hombres, hijos de Belial, y sentáronse delante de él: y aquellos hombres de Belial atestiguaron contra Nabot delante del pueblo, diciendo: Nabot ha blasfemado a Dios y al rey. Y sacáronlo fuera de la ciudad, y apedreáronlo con piedras, y murió.
14 Después enviaron a decir a Jezabel: Nabot ha sido apedreado y muerto.
15 Y como Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Acab: Levántate y posee la viña de Nabot de Jezreel, que no te la quiso dar por dinero; porque Nabot no vive, sino que es muerto.
16 Y oyendo Acab que Nabot era muerto, levantóse para descender a la viña de Nabot de Jezreel, para tomar posesión de ella.
17 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Elías Tisbita, diciendo:
18 Levántate, desciende a encontrarte con Acab rey de Israel, que está en Samaria: he aquí él está en la viña de Nabot, a la cual ha descendido para tomar posesión de ella.
19 Y hablarle has, diciendo: Así ha dicho el SEÑOR: ¿No mataste y también has poseído? Y tornarás a hablarle, diciendo: Así ha dicho el SEÑOR: En el mismo lugar donde lamieron los perros la sangre de Nabot, los perros lamerán también tu sangre, la tuya misma.
20 Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado, enemigo mío? Y él respondió: Hete encontrado, porque te has vendido a mal hacer delante del SEÑOR.
21 He aquí yo traigo mal sobre tí, y barreré tu posteridad, y talaré de Acab todo meante a la pared, al guardado y al desamparado en Israel:
22 Y yo pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat, y como la casa de Baasa hijo de Ahía; por la provocación con que me provocaste a ira, y con que has hecho pecar a Israel.
23 De Jezabel también ha hablado el SEÑOR, diciendo: Los perros comerán a Jezabel en la barbacana de Jezreel.
24 El que de Acab fuere muerto en la ciudad, perros le comerán: y el que fuere muerto en el campo, comerlo han las aves del cielo.
25 (A la verdad ninguno fue como Acab, que se vendiese a hacer lo malo a los ojos del SEÑOR; porque Jezabel su mujer lo incitaba.
26 Él fue en grande manera abominable, caminando en pos de los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los Amorreos, a los cuales lanzó el SEÑOR delante de los hijos de Israel.)
27 Y acaeció cuando Acab oyó estas palabras, que rasgó sus vestidos, y puso saco sobre su carne, y ayunó, y durmió en saco, y anduvo humillado.
28 Entonces vino la palabra del SEÑOR a Elías Tisbita, diciendo:
29 ¿No has visto como Acab se ha humillado delante de mí? Pues por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días: en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa.
ENTONCES Ben-adad rey de Siria juntó a todo su ejército, y con él treinta y dos reyes, con caballos y carros: y subió, y puso cerco a Samaria, y combatióla.
2 Y envió mensajeros a la ciudad a Acab rey de Israel, diciendo:
3 Así ha dicho Ben-adad: Tu plata y tu oro es mío, y tus mujeres y tus hijos hermosos son míos.
4 Y el rey de Israel respondió, y dijo: Como tú dices, rey señor mío, yo soy tuyo, y todo lo que tengo.
5 Y volviendo los mensajeros otra vez, dijeron: Así dijo Ben-adad: Yo te envié a decir: Tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos me darás.
6 Además mañana a estas horas enviaré yo a tí mis siervos, los cuales escudriñarán tu casa, y las casas de tus siervos; y tomarán con sus manos, y llevarán todo lo precioso que tuvieres.
7 Entonces el rey de Israel llamó a todos los ancianos de la tierra, y díjoles: Entended, y ved ahora cómo éste no busca sino mal: pues que ha enviado a mí por mis mujeres y mis hijos, y por mi plata y por mi oro; y yo no se lo he negado.
8 Y todos los ancianos y todo el pueblo le respondieron: No le obedezcas, ni hagas lo que te pide.
9 Entonces él respondió a los embajadores de Ben-adad: Decid al rey mi señor: Haré todo lo que mandaste a tu siervo al principio; mas esto no lo puedo hacer. Y los embajadores fueron, y diéronle la respuesta.
10 Y Ben-adad tornó a enviarle a decir: Así me hagan los dioses, y así me añadan, que el polvo de Samaria no bastará a los puños de todo el pueblo que me sigue.
11 Y el rey de Israel respondió, y dijo: Decidle, que no se alabe el que se ciñe, como el que ya se desciñe.
12 Y como él oyó esta palabra, estando bebiendo con los reyes en las tiendas, dijo a sus siervos: Poned. Y ellos pusieron contra la ciudad.
13 Y he aquí un profeta se llegó a Acab rey de Israel, y le dijo: Así ha dicho el SEÑOR: ¿Has visto esta grande multitud? he aquí yo te la entregaré hoy en tu mano, para que conozcas que yo soy el SEÑOR.
14 Y respondió Acab: ¿Por mano de quién? Y él dijo: Así ha dicho el SEÑOR: Por mano de los criados de los príncipes de las provincias. Y dijo Acab: ¿Quién comenzará la batalla? Y él respondió: Tú.
15 Entonces él reconoció los criados de los príncipes de las provincias, los cuales fueron doscientos treinta y dos. Luego reconoció todo el pueblo, todos los hijos de Israel, que fueron siete mil.
16 Y salieron a medio día. Y estaba Ben-adad bebiendo, borracho en las tiendas, él y los reyes, los treinta y dos reyes que habían venido en su ayuda.
17 Y los criados de los príncipes de las provincias salieron los primeros. Y había Ben-adad enviado quien le dio aviso, diciendo: Han salido hombres de Samaria.
18 Él entonces dijo: Si han salido por paz, tomadlos vivos; y si han salido para pelear, tomadlos vivos.
19 Salieron pues de la ciudad los criados de los príncipes de las provincias, y en pos de ellos el ejército.
20 E hirió cada uno al que venía contra sí: y huyeron los Siros, siguiéndolos los de Israel. Y el rey de Siria, Ben-adad, se escapó en un caballo con alguna gente de caballería.
21 Y salió el rey de Israel, e hirió la gente de a caballo, y los carros; y deshizo los Siros con grande estrago.
22 Llegándose luego el profeta al rey de Israel, le dijo: Ve, fortalécete, y considera y mira lo que has de hacer; porque pasado el año, el rey de Siria ha de venir contra tí.
23 Y los siervos del rey de Siria le dijeron: Sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si peleáremos con ellos en la llanura, se verá si no los vencemos.
24 Haz pues así: Saca a los reyes cada uno de su puesto, y pon capitanes en lugar de ellos.
25 Y tú, fórmate otro ejército como el ejército que perdiste, caballos por caballos, y carros por carros; luego pelearemos con ellos en campo raso, y veremos si no los vencemos. Y él les dio oído, e hízolo así.
26 Pasado el año, Ben-adad pasó revista los Siros, y vino a Afec a pelear contra Israel.
27 Y los hijos de Israel fueron también inspeccionados, y tomando provisiones fuéronles al encuentro; y asentaron campo los hijos de Israel delante de ellos, como dos rebañuelos de cabras; y los Siros henchían la tierra.
28 Llegándose entonces el varón de Dios al rey de Israel, hablóle diciendo: Así dijo el SEÑOR: Por cuanto los Siros han dicho, el SEÑOR es Dios de los montes, no Dios de los valles, yo entregaré toda esta grande multitud en tu mano, para que conozcáis que yo soy el SEÑOR.
29 Siete días tuvieron asentado campo los unos delante de los otros, y al séptimo día se dio la batalla: y mataron los hijos de Israel de los Siros en un día cien mil hombres de a pie.
30 Los demás huyeron a Afec, a la ciudad: y el muro cayó sobre veinte y siete mil hombres que habían quedado. También Ben-adad vino huyendo a la ciudad, y escondíase de cámara en cámara.
31 Entonces sus siervos le dijeron: He aquí, hemos oído de los reyes de la casa de Israel que son reyes clementes: pongamos pues ahora sacos en nuestros lomos, y sogas en nuestras cabezas, y salgamos al rey de Israel: por ventura te salvará la vida.
32 Ciñeron pues sus lomos de sacos, y sogas a sus cabezas, y vinieron al rey de Israel, y dijéronle: Tu siervo Ben-adad dice: Ruégote que viva mi alma. Y él respondió: Si él vive aún, mi hermano es.
33 Esto tomaron aquellos hombres por buen agüero, y presto tomaron esta palabra de su boca, y dijeron: ¡Tu hermano Ben-adad! Y él dijo: Id, y traedle. Ben-adad entonces se presentó a Acab, y él le hizo subir en un carro.
34 Y díjole Ben-adad: Las ciudades que mi padre tomó al tuyo, yo las restituiré; y haz plazas en Damasco para tí, como mi padre las hizo en Samaria. Y yo, dijo Acab, te dejaré partir con esta alianza. Hizo pues con él alianza, y dejóle ir.
35 Entonces un varón de los hijos de los profetas dijo a su compañero por palabra del SEÑOR: Hiéreme ahora. Mas el otro varón no quiso herirle.
36 Y él le dijo: Por cuanto no has obedecido a la palabra del SEÑOR, he aquí en apartándote de mí, te herirá un león. Y como se apartó de él, topóle un león, e hirióle.
37 Encontróse luego con otro hombre, y díjole: Hiéreme ahora. Y el hombre le dio un golpe, e hízole una herida.
38 Y el profeta se fue, y púsose delante del rey en el camino, y disfrazóse con un velo sobre los ojos.
39 Y como el rey pasaba, él dio voces al rey, y dijo: Tu siervo salió entre la tropa: y he aquí apartándose uno trájome un hombre, diciendo: Guarda a este hombre, y si llegare a faltar, tu vida será por la suya, o pagarás un talento de plata.
40 Y como tu siervo estaba ocupado a una parte y a otra, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Esa será tu sentencia: tú la has pronunciado.
41 Pero él se quitó de presto el velo de sobre sus ojos, y el rey de Israel conoció que era de los profetas.
42 Y él le dijo: Así ha dicho el SEÑOR: Por cuanto soltaste de la mano el hombre de mi anatema, tu vida será por la suya, y tu pueblo por el suyo.
43 Y el rey de Israel se fue a su casa triste y enojado, y llegó a Samaria.
Y ACAB dio la nueva a Jezabel de todo lo que Elías había hecho, de como había muerto a espada a todos los profetas.
2 Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y así me añadan, si mañana a estas horas yo no haya puesto tu persona como la de uno de ellos.
3 Viendo pues el peligro, levantóse y fuese por salvar su vida, y vino a Beerseba, que es en Judá, y dejó allí su criado.
4 Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y sentóse debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Baste ya, oh SEÑOR, quita mi alma; que no soy yo mejor que mis padres.
5 Y echándose debajo del enebro, quedóse dormido: y he aquí luego un ángel que le tocó, y le dijo: Levántate, come.
6 Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y un vaso de agua: y comió y bebió, y volvióse a dormir.
7 Y volviendo el ángel del SEÑOR la segunda vez, tocóle, diciendo: Levántate, come: porque el viaje es demasiado para tí.
8 Levantóse pues, y comió y bebió; y caminó con la fortaleza de aquella comida cuarenta días y cuarenta noches, hasta el monte de Dios, Horeb.
9 Y allí se metió en una cueva, donde tuvo la noche. Y vino a él la palabra del SEÑOR, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?
10 Y él respondió: Sentido he un vivo celo por el SEÑOR Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu alianza, han derribado tus altares, y han muerto a espada tus profetas: y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
11 Y él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante del SEÑOR. Y he aquí el SEÑOR que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante del SEÑOR: mas el SEÑOR no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto: mas el SEÑOR no estaba en el terremoto.
12 Y tras el terremoto un fuego: mas el SEÑOR no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado.
13 Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y paróse a la puerta de la cueva. Y he aquí llegó una voz a él, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?
14 Y él respondió: Sentido he un vivo celo por el SEÑOR Dios de los ejércitos; porque los hijos de Israel han dejado tu alianza, han derribado tus altares, y han muerto a espada tus profetas: y yo solo he quedado, y me buscan para quitarme la vida.
15 Y díjole el SEÑOR: Ve, vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco: y llegarás, y ungirás a Hazael por rey de Siria;
16 Y a Jehú hijo de Nimsi, ungirás por rey sobre Israel; y a Eliseo hijo de Safat, de Abelmehula, ungirás para que sea profeta en lugar de tí.
17 Y será, que el que escapare de la espada de Hazael, Jehú lo matará; y el que escapare de la espada de Jehú, Eliseo lo matará.
18 Y yo haré que queden en Israel siete mil; todas rodillas que no se encorvaron a Baal, y bocas todas que no lo besaron.
19 Y partiéndose él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí; y él era uno de los doce gañanes. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto.
20 Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Ruégote que me dejes besar mi padre y mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve: ¿qué te he hecho yo?
21 Y volvióse de en pos de él, y tomó un par de bueyes, y matólos, y con el arado de los bueyes coció la carne de ellos, y dióla al pueblo que comiesen. Después se levantó, y fue tras Elías, y servíale.
PASADOS muchos días, vino la palabra del SEÑOR a Elías en el tercer año, diciendo: Ve, muéstrate a Acab, y yo daré lluvia sobre la faz de la tierra.
2 Fue pues Elías a mostrarse a Acab. Había a la sazón grande hambre en Samaria.
3 Y Acab llamó a Abdías su mayordomo, el cual Abdías era en grande manera temeroso del SEÑOR;
4 Porque cuando Jezabel destruía a los profetas del SEÑOR, Abdías tomó cien profetas, los cuales escondió de cincuenta en cincuenta por cuevas, y sustentólos a pan y agua.
5 Y dijo Acab a Abdías: Ve por el país a todas las fuentes de aguas, y a todos los arroyos; que acaso hallaremos grama con que conservemos la vida a los caballos y a las acémilas, para que no nos quedemos sin bestias.
6 Y partieron entre sí el país para recorrerlo: Acab fue de por sí por un camino, y Abdías fue separadamente por otro.
7 Y yendo Abdías por el camino, topóse con Elías; y como le conoció, postróse sobre su rostro, y dijo: ¿No eres tú mi señor Elías?
8 Y él respondió: Yo soy; ve, dí a tu amo: He aquí Elías.
9 Pero él dijo: ¿En qué he pecado, para que tú entregues tu siervo en mano de Acab para que me mate?
10 Vive el SEÑOR tu Dios, que no ha habido nación ni reino donde mi señor no haya enviado a buscarte; y respondiendo ellos: No está aquí, él ha conjurado a reinos y naciones si no te han hallado.
11 ¿Y ahora tú dices: Ve, dí a tu amo: Aquí está Elías?
12 Y acontecerá que, luego que yo me haya partido de tí, el Espíritu del SEÑOR te llevará donde yo no sepa; y viniendo yo, y dando las nuevas a Acab, y no hallándote él, me matará; y tu siervo teme al SEÑOR desde su mocedad.
13 ¿No ha sido dicho a mi señor lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas del SEÑOR: que escondí cien varones de los profetas del SEÑOR de cincuenta en cincuenta en cuevas, y los mantuve a pan y agua?
14 ¿Y ahora dices tú: Ve, dí a tu amo: Aquí está Elías: para que él me mate?
15 Y díjole Elías: Vive el SEÑOR de los ejércitos, delante del cual estoy, que hoy me mostraré a él.
16 Entonces Abdías fue a encontrarse con Acab, y dióle el aviso; y Acab vino a encontrarse con Elías.
17 Y como Acab vio a Elías, díjole Acab: ¿Eres tú el que alborotas a Israel?
18 Y él respondió: Yo no he alborotado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del SEÑOR, y siguiendo a los Baales.
19 Envía pues ahora y júntame a todo Israel en el monte de Carmelo, y los cuatrocientos y cincuenta profetas de Baal, y los cuatrocientos profetas de los bosques, que comen de la mesa de Jezabel.
20 Entonces Acab envió a todos los hijos de Israel, y juntó los profetas en el monte de Carmelo.
21 Y acercándose Elías a todo el pueblo, dijo: ¿Hasta cuándo claudicaréis vosotros entre dos pensamientos? Si el SEÑOR es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él. Y el pueblo no respondió palabra.
22 Y Elías tornó a decir al pueblo: Sólo yo he quedado profeta del SEÑOR; mas de los profetas de Baal hay cuatrocientos y cincuenta hombres.
23 Dénsenos pues dos bueyes, y escójanse ellos el uno, y córtenlo en pedazos, y pónganlo sobre leña, mas no pongan fuego debajo; y yo aprestaré el otro buey, y pondrélo sobre leña, y ningún fuego pondré debajo.
24 Invocad luego vosotros en el nombre de vuestros dioses, y yo invocaré en el nombre del SEÑOR: y el Dios que respondiere por fuego, ése sea Dios. Y todo el pueblo respondió, diciendo: Bien dicho.
25 Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: Escogeos el un buey, y haced primero, pues que vosotros sois los más: e invocad en el nombre de vuestros dioses, mas no pongáis fuego debajo.
26 Y ellos tomaron el buey que les fue dado, y aprestáronlo, e invocaron en el nombre de Baal desde la mañana hasta el medio día, diciendo: ¡Baal, respóndenos! Mas no había voz, ni quien respondiese; entre tanto, ellos andaban saltando cerca del altar que habían hecho.
27 Y aconteció al medio día, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, que dios es: quizá está conversando, o tiene algún empeño, o va de camino; acaso duerme, y despertará.
28 Y ellos clamaban a grandes voces, y sajábanse con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos.
29 Y como pasó el medio día, y ellos profetizaron hasta el tiempo del sacrificio del presente, y no había voz, ni quien respondiese ni escuchase;
30 Elías dijo entonces a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se llegó a él: y él reparó el altar del SEÑOR que estaba arruinado.
31 Y tomando Elías doce piedras, conforme al número de las tribus de los hijos de Jacob, al cual vino la palabra del SEÑOR, diciendo, Israel será tu nombre;
32 Edificó con las piedras un altar en el nombre del SEÑOR: después hizo una reguera alrededor del altar, cuanto cupieran dos satos de simiente.
33 Compuso luego la leña, y cortó el buey en pedazos, y púsolo sobre la leña.
34 Y dijo: Henchid cuatro cántaros de agua, y derramadla sobre el holocausto y sobre la leña. Y dijo: Hacedlo otra vez; y otra vez lo hicieron. Dijo aún: Hacedlo la tercera vez; e hiciéronlo la tercera vez.
35 De manera que las aguas corrían alrededor del altar; y había también henchido de agua la reguera.
36 Y como llegó la hora de ofrecerse el holocausto, llegóse el profeta Elías, y dijo: SEÑOR, Dios de Abraham, de Isaac, y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas.
37 Respóndeme, oh SEÑOR, respóndeme; para que conozca este pueblo que tú eres el SEÑOR Dios, y que tú volviste atrás el corazón de ellos.
38 Entonces cayó fuego del SEÑOR, el cual consumió el holocausto, y la leña, y las piedras, y el polvo, y aun lamió las aguas que estaban en la reguera.
39 Y viéndolo todo el pueblo, cayeron sobre sus rostros, y dijeron: ¡El SEÑOR es el Dios! ¡El SEÑOR es el Dios!
40 Y díjoles Elías: Prended a los profetas de Baal, que no escape ninguno. Y ellos los prendieron; y llevólos Elías al arroyo de Cisón, y allí los degolló.
41 Y entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una grande lluvia suena.
42 Y Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo; y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas.
43 Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces.
44 Y a la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y dí a Acab: Unce y desciende, porque la lluvia no te ataje.
45 Y aconteció, estando en esto, que el cielo se oscureció con nubes y viento; y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel.
46 Y la mano del SEÑOR fue sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y vino corriendo delante de Acab hasta llegar a Jezreel.
ENTONCES Elías Tisbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Acab: Vive el SEÑOR Dios de Israel, delante del cual estoy, que no habrá lluvia ni rocío en estos años, sino por mi palabra.
2 Y vino a él la palabra del SEÑOR, diciendo:
3 Apártate de aquí, y vuélvete al oriente, y escóndete en el arroyo de Cherit, que está delante del Jordán;
4 Y del arroyo beberás; y yo he mandado a los cuervos que te den allí de comer.
5 Y él fue, e hizo conforme a la palabra del SEÑOR; pues se fue y asentó junto al arroyo de Cherit, que está antes del Jordán.
6 Y los cuervos le traían pan y carne por la mañana, y pan y carne a la tarde; y bebía del arroyo.
7 Pasados algunos días, secóse el arroyo; porque no había llovido sobre la tierra.
8 Y vino a él la palabra del SEÑOR, diciendo:
9 Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y allí morarás: he aquí yo he mandado allí a una mujer viuda que te sustente.
10 Entonces él se levantó, y se fue a Sarepta. Y como llegó a la puerta de la ciudad, he aquí una mujer viuda que estaba allí cogiendo serojas; y él la llamó, y díjole: Ruégote que me traigas una poca de agua en un vaso, para que beba.
11 Y yendo ella para traérsela, él la volvió a llamar, y díjole: Ruégote que me traigas también un bocado de pan en tu mano.
12 Y ella respondió: Vive el SEÑOR Dios tuyo, que no tengo pan cocido; que solamente un puñado de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una botija: y ahora cogía dos serojas, para entrarme y aderezarlo para mí y para mi hijo, y que lo comamos, y nos muramos.
13 Y Elías le dijo: No hayas temor; ve, haz como has dicho: empero hazme a mí primero de ello una pequeña torta, y tráemela; y después harás para tí y para tu hijo.
14 Porque el SEÑOR Dios de Israel ha dicho así: La tinaja de la harina no escaseará, ni se disminuirá la botija del aceite, hasta aquel día que el SEÑOR dará lluvia sobre la faz de la tierra.
15 Entonces ella fue, e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella y su casa, muchos días.
16 Y la tinaja de la harina no escaseó, ni menguó la botija del aceite, conforme a la palabra del SEÑOR que había dicho por Elías.
17 Después de estas cosas aconteció que cayó enfermo el hijo del ama de la casa, y la enfermedad fue tan grave, que no quedó en él resuello.
18 Y ella dijo a Elías: ¿Qué tengo yo contigo, varón de Dios? ¿has venido a mí para traer en memoria mis iniquidades, y para hacerme morir mi hijo?
19 Y él le dijo: Dame acá tu hijo. Entonces él lo tomó de su regazo, y llevólo a la cámara donde él estaba, y púsole sobre su cama;
20 Y clamando al SEÑOR, dijo: Oh SEÑOR Dios mío, ¿aun a la viuda en cuya casa yo estoy hospedado has afligido, matándole su hijo?
21 Y midióse sobre el niño tres veces, y clamó al SEÑOR, y dijo: Oh SEÑOR Dios mío, ruégote que vuelva el alma de este niño a sus entrañas.
22 Y el SEÑOR oyó la voz de Elías, y el alma del niño volvió a sus entrañas, y revivió.
23 Tomando luego Elías al niño, trájolo de la cámara a la casa, y diólo a su madre, y díjole Elías: Mira, tu hijo vive.
24 Entonces la mujer dijo a Elías: Ahora conozco que tú eres varón de Dios, y que la palabra del SEÑOR es verdad en tu boca.
Y VINO la palabra del SEÑOR a Jehú hijo de Hanani contra Baasa, diciendo:
2 Pues que yo te levanté del polvo, y te puse por príncipe sobre mi pueblo Israel, y tú has andado en el camino de Jeroboam, y has hecho pecar a mi pueblo Israel, provocándome a ira con sus pecados;
3 He aquí yo barreré la posteridad de Baasa, y la posteridad de su casa: y pondré tu casa como la casa de Jeroboam hijo de Nabat.
4 El que de Baasa fuere muerto en la ciudad, le comerán los perros; y el que de él fuere muerto en el campo, comerlo han las aves del cielo.
5 Lo demás de los hechos de Baasa, y las cosas que hizo, y su fortaleza, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
6 Y durmió Baasa con sus padres, y fue sepultado en Tirsa; y reinó en su lugar Ela su hijo.
7 Empero la palabra del SEÑOR por mano de Jehú profeta, hijo de Hanani, había sido contra Baasa y también contra su casa, con motivo de todo lo malo que hizo a los ojos del SEÑOR, provocándole a ira con las obras de sus manos, para que fuese hecha como la casa de Jeroboam; y porque lo había herido.
8 En el año veintiséis de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Ela hijo de Baasa sobre Israel en Tirsa; y reinó dos años.
9 E hizo conjuración contra él su siervo Zimri, comandante de la mitad de los carros. Y estando él en Tirsa, bebiendo y embriagado en casa de Arsa su mayordomo en Tirsa,
10 Vino Zimri, y lo hirió y mató, en el año veintisiete de Asa rey de Judá; y reinó en lugar suyo.
11 Y luego que llegó a reinar y estuvo sentado en su trono, hirió toda la casa de Baasa, sin dejar en ella meante a la pared, ni sus parientes ni amigos.
12 Así rayó Zimri toda la casa de Baasa, conforme a la palabra del SEÑOR, que había proferido contra Baasa por medio del profeta Jehú;
13 Por todos los pecados de Baasa, y los pecados de Ela su hijo, con que ellos pecaron e hicieron pecar a Israel, provocando a enojo al SEÑOR Dios de Israel con sus vanidades.
14 Los demás hechos de Ela, y todas las cosas que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
15 En el año veintisiete de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Zimri, y reinó siete días en Tirsa; y el pueblo había asentado campo sobre Gibetón, ciudad de los Filisteos.
16 Y el pueblo que estaba en el campo oyó decir: Zimri ha hecho conjuración, y ha muerto al rey. Entonces todo Israel levantó el mismo día por rey sobre Israel a Omri, general del ejército, en el campo.
17 Y subió Omri de Gibetón, y con él todo Israel, y cercaron a Tirsa.
18 Mas viendo Zimri tomada la ciudad, metióse en el palacio de la casa real, y pegó fuego a la casa consigo: así murió,
19 Por sus pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos del SEÑOR, y andando en los caminos de Jeroboam, y en su pecado que cometió, haciendo pecar a Israel.
20 Los demás hechos de Zimri, y su conspiración que formó, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
21 Entonces el pueblo de Israel fue dividido en dos partes: la mitad del pueblo seguía a Tibni hijo de Ginat, para hacerlo rey: y la otra mitad seguía a Omri.
22 Mas el pueblo que seguía a Omri, pudo más que el que seguía a Tibni hijo de Ginat; y Tibni murió, y Omri fue rey.
23 En el año treinta y uno de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Omri sobre Israel, y reinó doce años: en Tirsa reinó seis años.
24 Y compró él de Semer el monte de Samaria por dos talentos de plata, y edificó en el monte: y llamó el nombre de la ciudad que edificó, Samaria, del nombre de Semer, señor que fue de aquel monte.
25 Y Omri hizo lo malo a los ojos del SEÑOR, e hizo peor que todos los que habían sido antes de él:
26 Pues anduvo en todos los caminos de Jeroboam hijo de Nabat, y en su pecado con que hizo pecar a Israel, provocando a ira al SEÑOR Dios de Israel con sus ídolos.
27 Lo demás de los hechos de Omri, y todas las cosas que hizo, y sus valentías que ejecutó, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
28 Y Omri durmió con sus padres, y fue sepultado en Samaria; y reinó en lugar suyo Acab, su hijo.
29 Y comenzó a reinar Acab hijo de Omri sobre Israel el año treinta y ocho de Asa rey de Judá.
30 Y reinó Acab hijo de Omri sobre Israel en Samaria veintidós años. Y Acab hijo de Omri hizo lo malo a los ojos del SEÑOR sobre todos los que fueron antes de él;
31 Porque le fue ligera cosa andar en los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, y tomó por mujer a Jezabel hija de Etbaal rey de los Sidonios, y fue y sirvió a Baal, y lo adoró.
32 E hizo altar a Baal, en el templo de Baal que él edificó en Samaria.
33 Hizo también Acab un bosque; y añadió Acab haciendo provocar a ira al SEÑOR Dios de Israel, más que todos los reyes de Israel que antes de él habían sido.
34 En su tiempo Hiel de Betel reedificó a Jericó. En Abiram su primogénito echó el cimiento, y en Segub su hijo postrero puso sus puertas; conforme a la palabra del SEÑOR que había hablado por Josué hijo de Nun.
EN el año dieciocho del rey Jeroboam hijo de Nabat, Abiam comenzó a reinar sobre Judá.
2 Reinó tres años en Jerusalem. El nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom.
3 Y anduvo en todos los pecados de su padre, que había éste hecho antes de él; y no fue su corazón perfecto con el SEÑOR su Dios, como el corazón de David su padre.
4 Mas por amor de David, dióle el SEÑOR su Dios lámpara en Jerusalem, levantándole a su hijo después de él, y sosteniendo a Jerusalem:
5 Por cuanto David había hecho lo recto ante los ojos del SEÑOR, y de ninguna cosa que le mandase se había apartado en todos los días de su vida, excepto el negocio de Urías Heteo.
6 Y hubo guerra entre Roboam y Jeroboam todos los días de su vida.
7 Lo demás de los hechos de Abiam, y todas las cosas que hizo, ¿no están escritas en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Y hubo guerra entre Abiam y Jeroboam.
8 Y durmió Abiam con sus padres, y sepultáronlo en la ciudad de David: y reinó Asa su hijo en su lugar.
9 En el año veinte de Jeroboam rey de Israel, Asa comenzó a reinar sobre Judá.
10 Y reinó cuarenta y un años en Jerusalem; el nombre de su madre fue Maaca, hija de Abisalom.
11 Y Asa hizo lo recto ante los ojos del SEÑOR, como David su padre.
12 Porque quitó los sodomitas de la tierra, y quitó todos los ídolos que sus padres habían hecho.
13 Y también privó a su madre Maaca de ser reina, porque había hecho un ídolo en un bosque. Además deshizo Asa el ídolo de su madre, y quemólo junto al torrente de Cedrón.
14 Empero los altos no se quitaron: con todo, el corazón de Asa fue perfecto para con el SEÑOR toda su vida.
15 También metió en la casa del SEÑOR lo que su padre había dedicado, y lo que él dedicó: oro, y plata, y vasos.
16 Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos.
17 Y subió Baasa rey de Israel contra Judá, y edificó a Ramá, para no dejar salir ni entrar a ninguno de Asa, rey de Judá.
18 Entonces tomando Asa toda la plata y oro que había quedado en los tesoros de la casa del SEÑOR, y los tesoros de la casa real, entrególos en las manos de sus siervos, y enviólos el rey Asa a Ben-adad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Siria, el cual residía en Damasco, diciendo:
19 Pacto hay entre mí y tí, y entre mi padre y el tuyo: he aquí yo te envío un presente de plata y oro: ve, y rompe tu pacto con Baasa rey de Israel, para que me deje.
20 Y Ben-adad consintió con el rey Asa, y envió los príncipes de los ejércitos que tenía contra las ciudades de Israel, e hirió a Ahión, y a Dan, y a Abel-bet-maaca, y a toda Cineret, con toda la tierra de Neftalí.
21 Y oyendo esto Baasa, dejó de edificar a Ramá, y estúvose en Tirsa.
22 Entonces el rey Asa convocó a todo Judá, sin exceptuar ninguno; y quitaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa edificaba, y edificó el rey Asa con ello a Gabaa de Benjamín, y a Mizpa.
23 Lo demás de todos los hechos de Asa, y toda su fortaleza, y todas las cosas que hizo, y las ciudades que edificó, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? Mas en el tiempo de su vejez enfermó de sus pies.
24 Y durmió Asa con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David su padre: y reinó en su lugar Josafat su hijo.
25 Y Nadab, hijo de Jeroboam, comenzó a reinar sobre Israel en el segundo año de Asa rey de Judá; y reinó sobre Israel dos años.
26 E hizo lo malo ante los ojos del SEÑOR, andando en el camino de su padre, y en sus pecados con que hizo pecar a Israel.
27 Y Baasa hijo de Ahía, el cual era de la casa de Isacar, hizo conspiración contra él: e hiriólo Baasa en Gibetón, que era de los Filisteos: porque Nadab y todo Israel tenían cercado a Gibetón.
28 Matólo pues Baasa en el tercer año de Asa rey de Judá, y reinó en lugar suyo.
29 Y como él vino al reino, hirió toda la casa de Jeroboam, sin dejar alma viviente de los de Jeroboam, hasta raerlo, conforme a la palabra del SEÑOR que él habló por su siervo Ahías Silonita;
30 Por los pecados de Jeroboam que él había cometido, y con los cuales hizo pecar a Israel; y por su provocación con que provocó a enojo al SEÑOR Dios de Israel.
31 Lo demás de los hechos de Nadab, y todas las cosas que hizo, ¿no está todo escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel?
32 Y hubo guerra entre Asa y Baasa rey de Israel, todo el tiempo de ambos.
33 En el tercer año de Asa rey de Judá, comenzó a reinar Baasa hijo de Ahía sobre todo Israel en Tirsa; y reinó veinticuatro años.
34 E hizo lo malo a los ojos del SEÑOR, y anduvo en el camino de Jeroboam, y en su pecado con que hizo pecar a Israel.
EN aquel tiempo Abías hijo de Jeroboam cayó enfermo.
2 Y dijo Jeroboam a su mujer: Levántate ahora, disfrázate, porque no te conozcan que eres la mujer de Jeroboam, y ve a Silo; que allá está Ahías profeta, el que me dijo que yo había de ser rey sobre este pueblo.
3 Y toma en tu mano diez panes, y turrones, y una botija de miel, y ve a él; que te declare lo que ha de ser de este mozo.
4 Y la mujer de Jeroboam hízolo así; y levantóse, y fue a Silo, y vino a casa de Ahías. Y no podía ya ver Ahías, que sus ojos se habían oscurecido a causa de su vejez.
5 Mas el SEÑOR había dicho a Ahías: He aquí que la mujer de Jeroboam vendrá a consultarte por su hijo, que está enfermo: así y así le has de responder; pues será que cuando ella viniere, vendrá disimulada.
6 Y como Ahías oyó el sonido de sus pies cuando entraba por la puerta, dijo: Entra, mujer de Jeroboam; ¿por qué te finges otra? empero yo soy enviado a tí con revelación dura.
7 Ve, y dí a Jeroboam: Así dijo el SEÑOR Dios de Israel: Por cuanto yo te levanté de en medio del pueblo, y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel,
8 Y rompí el reino de la casa de David, y te lo entregué a tí; y tú no has sido como David mi siervo, que guardó mis mandamientos y anduvo en pos de mí con todo su corazón, haciendo solamente lo derecho delante de mis ojos;
9 Antes hiciste lo malo sobre todos los que han sido antes de tí: que fuiste y te hiciste dioses ajenos y de fundición para enojarme, y a mí me echaste tras tus espaldas:
10 Por tanto, he aquí que yo traigo mal sobre la casa de Jeroboam, y yo talaré de Jeroboam todo meante a la pared, así el guardado como el desamparado en Israel; y barreré la posteridad de la casa de Jeroboam, como es barrido el estiércol, hasta que sea acabada.
11 El que muriere de los de Jeroboam en la ciudad, le comerán los perros; y el que muriere en el campo, comerlo han las aves del cielo; porque el SEÑOR lo ha dicho.
12 Y tú levántate, y vete a tu casa; que en entrando tu pie en la ciudad, morirá el mozo.
13 Y todo Israel lo endechará, y le enterrarán; porque sólo él de los de Jeroboam entrará en sepultura; por cuanto se ha hallado en él alguna cosa buena del SEÑOR Dios de Israel, en la casa de Jeroboam.
14 Y el SEÑOR se levantará un rey sobre Israel, el cual talará la casa de Jeroboam en este día; ¿y qué, si ahora?
15 Y el SEÑOR sacudirá a Israel, al modo que la caña se agita en las aguas: y él arrancará a Israel de esta buena tierra que había dado a sus padres, y esparcirálos de la otra parte del río, por cuanto han hecho sus bosques, enojando al SEÑOR.
16 Y él entregará a Israel por los pecados de Jeroboam, el cual pecó, y ha hecho pecar a Israel.
17 Entonces la mujer de Jeroboam se levantó, y se fue, y vino a Tirsa: y entrando ella por el umbral de la casa, el mozo murió.
18 Y enterráronlo, y endechólo todo Israel, conforme a la palabra del SEÑOR, que él había hablado por mano de su siervo Ahías profeta.
19 Los otros hechos de Jeroboam, qué guerras hizo, y cómo reinó, todo está escrito en el libro de las historias de los reyes de Israel.
20 El tiempo que reinó Jeroboam fueron veintidós años; y habiendo dormido con sus padres, reinó en su lugar Nadab su hijo.
21 Y Roboam hijo de Salomón reinó en Judá. De cuarenta y un años era Roboam cuando comenzó a reinar, y diecisiete años reinó en Jerusalem, ciudad que el SEÑOR eligió de todas las tribus de Israel, para poner allí su nombre. El nombre de su madre fue Naama, Amonita.
22 Y Judá hizo lo malo en los ojos del SEÑOR, y enojáronle más que todo lo que sus padres habían hecho en sus pecados que cometieron.
23 Porque ellos también se edificaron altos, estatuas, y bosques, en todo collado alto, y debajo de todo árbol frondoso:
24 Y hubo también sodomitas en la tierra, e hicieron conforme a todas las abominaciones de las gentes que el SEÑOR había echado delante de los hijos de Israel.
25 Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalem.
26 Y tomó los tesoros de la casa del SEÑOR, y los tesoros de la casa real, y saqueólo todo: llevóse también todos los escudos de oro que Salomón había hecho.
27 Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de latón, y diólos en manos de los capitanes de los de la guardia, quienes custodiaban la puerta de la casa real.
28 Y cuando el rey entraba en la casa del SEÑOR, los de la guardia los llevaban; y poníanlos después en la cámara de los de la guardia.
29 Lo demás de los hechos de Roboam, y todas las cosas que hizo, ¿no están escritas en las crónicas de los reyes de Judá?
30 Y hubo guerra entre Roboam y Jeroboam todos los días.
31 Y durmió Roboam con sus padres, y fue sepultado con sus padres en la ciudad de David. El nombre de su madre fue Naama, Amonita. Y reinó en su lugar Abiam su hijo.
Y HE aquí que un varón de Dios por palabra del SEÑOR vino de Judá a Betel; y estando Jeroboam al altar para quemar perfumes,
2 Él clamó contra el altar por palabra del SEÑOR, y dijo: Altar, altar, así ha dicho el SEÑOR: He aquí que a la casa de David nacerá un hijo, llamado Josías, el cual sacrificará sobre tí a los sacerdotes de los altos que queman sobre tí perfumes; y sobre tí quemarán huesos de hombres.
3 Y aquel mismo día dio una señal, diciendo: Ésta es la señal de que el SEÑOR ha hablado: he aquí que el altar se quebrará, y la ceniza que sobre él está se derramará.
4 Y como el rey Jeroboam oyó la palabra del varón de Dios, que había clamado contra el altar de Betel, extendiendo su mano desde el altar, dijo: ¡Prendedle! Mas la mano que había extendido contra él, se le secó, que no la pudo tornar a sí.
5 Y el altar se rompió, y derramóse la ceniza del altar, conforme a la señal que el varón de Dios había dado por palabra del SEÑOR.
6 Entonces respondiendo el rey, dijo al varón de Dios: Te pido que ruegues a la faz del SEÑOR tu Dios, y ora por mí, que mi mano me sea restituída. Y el varón de Dios oró a la faz del SEÑOR, y la mano del rey se le recuperó y tornóse como antes.
7 Y el rey dijo al varón de Dios: Ven conmigo a casa, y comerás, y yo te daré un presente.
8 Mas el varón de Dios dijo al rey: Si me dieses la mitad de tu casa, no iría contigo, ni comería pan ni bebería agua en este lugar;
9 Porque así me está mandado por palabra del SEÑOR, diciendo: No comas pan, ni bebas agua, ni vuelvas por el camino que fueres.
10 Fuese pues por otro camino, y no volvió por el camino por donde había venido a Betel.
11 Moraba a la sazón en Betel un viejo profeta, al cual vino su hijo, y contóle todo lo que el varón de Dios había hecho aquel día en Betel: contáronle también a su padre las palabras que había hablado al rey.
12 Y su padre les dijo: ¿Por qué camino fue? Y sus hijos le mostraron el camino por donde se había tornado el varón de Dios, que había venido de Judá.
13 Y él dijo a sus hijos: Enalbardadme el asno. Y ellos le enalbardaron el asno, y subió en él.
14 Y yendo tras el varón de Dios, hallóle que estaba sentado debajo de una encina, y díjole: ¿Eres tú el varón de Dios que viniste de Judá? Y él dijo: Yo soy.
15 Díjole entonces: Ven conmigo a casa, y come del pan.
16 Mas él respondió: No podré volver contigo, ni iré contigo; ni tampoco comeré pan ni beberé agua contigo en este lugar;
17 Porque por palabra del SEÑOR me ha sido dicho: No comas pan ni bebas agua allí, ni vuelvas por el camino que fueres.
18 Y el otro le dijo: Yo también soy profeta como tú, y un ángel me ha hablado por palabra del SEÑOR, diciendo: Vuélvele contigo a tu casa, para que coma pan y beba agua. Empero mintióle.
19 Entonces volvió con él, y comió del pan en su casa, y bebió del agua.
20 Y aconteció que, estando ellos a la mesa, vino la palabra del SEÑOR al profeta que le había hecho volver;
21 Y clamó al varón de Dios que había venido de Judá, diciendo: Así dijo el SEÑOR: Por cuanto has sido rebelde al dicho del SEÑOR, y no guardaste el mandamiento que el SEÑOR tu Dios te había prescrito,
22 Sino que volviste, y comiste del pan y bebiste del agua en el lugar donde el SEÑOR te había dicho no comieses pan ni bebieses agua, no entrará tu cuerpo en el sepulcro de tus padres.
23 Y como hubo comido del pan y bebido, el profeta que le había hecho volver le enalbardó un asno;
24 Y yéndose, topóle un león en el camino, y matóle; y su cuerpo estaba echado en el camino, y el asno estaba junto a él, y el león también estaba junto al cuerpo.
25 Y he aquí unos que pasaban, y vieron el cuerpo que estaba echado en el camino, y el león que estaba junto al cuerpo: y vinieron, y dijéronlo en la ciudad donde el viejo profeta habitaba.
26 Y oyéndolo el profeta que le había vuelto del camino, dijo: El varón de Dios es, que fue rebelde al dicho del SEÑOR: por tanto el SEÑOR le ha entregado al león, que le ha quebrantado y muerto, conforme a la palabra del SEÑOR que él le dijo.
27 Y habló a sus hijos, y díjoles: Enalbardadme un asno. Y ellos se lo enalbardaron.
28 Y él fue, y halló su cuerpo tendido en el camino, y el asno y el león estaban junto al cuerpo: el león no había comido el cuerpo, ni dañado al asno.
29 Y tomando el profeta el cuerpo del varón de Dios, púsolo sobre el asno, y llevóselo. Y el profeta viejo vino a la ciudad, para endecharle y enterrarle.
30 Y puso su cuerpo en su sepulcro; y endecháronle, diciendo: ¡Ay, hermano mío!
31 Y después que le hubieron enterrado, habló a sus hijos, diciendo: Cuando yo muriere, enterradme en el sepulcro en que está sepultado el varón de Dios; poned mis huesos junto a los suyos.
32 Porque sin duda vendrá lo que él dijo a voces por palabra del SEÑOR contra el altar que está en Betel, y contra todas las casas de los altos que están en las ciudades de Samaria.
33 Después de esto no se tornó Jeroboam de su mal camino: antes volvió a hacer sacerdotes de los altos de la clase del pueblo, y quien quería se consagraba, y era de los sacerdotes de los altos.
34 Y esto fue causa de pecado a la casa de Jeroboam; por lo cual fue cortada y raída de sobre la faz de la tierra.
Y Fue Roboam a Siquem; porque todo Israel había venido a Siquem para hacerlo rey.
2 Y aconteció, que como lo oyó Jeroboam hijo de Nabat, que estaba en Egipto, porque había huído de delante del rey Salomón, y habitaba en Egipto;
3 Enviaron y llamáronle. Vino pues Jeroboam y toda la congregación de Israel, y hablaron a Roboam, diciendo:
4 Tu padre agravó nuestro yugo, mas ahora tú disminuye algo de la dura servidumbre de tu padre, y del yugo pesado que puso sobre nosotros, y te serviremos.
5 Y él les dijo: Idos, y de aquí a tres días volved a mí. Y el pueblo se fue.
6 Entonces el rey Roboam tomó consejo con los ancianos que habían estado delante de Salomón su padre cuando vivía, y dijo: ¿Cómo aconsejáis vosotros que responda a este pueblo?
7 Y ellos le hablaron, diciendo: Si tú fueres hoy siervo de este pueblo, y lo sirvieres, y respondiéndole buenas palabras les hablares, ellos te servirán para siempre.
8 Mas él, dejado el consejo de los viejos que ellos le habían dado, tomó consejo con los mancebos que se habían criado con él, y estaban delante de él.
9 Y díjoles: ¿Cómo aconsejáis vosotros que respondamos a este pueblo, que me ha hablado, diciendo: Disminuye algo del yugo que tu padre puso sobre nosotros?
10 Entonces los mancebos que se habían criado con él, le respondieron, diciendo: Así hablarás a este pueblo que te ha dicho estas palabras: Tu padre agravó nuestro yugo; mas tú disminúyenos algo: así les hablarás: El menor dedo de los míos es más grueso que los lomos de mi padre.
11 Ahora pues, mi padre os cargó de pesado yugo, mas yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os hirió con azotes, mas yo os heriré con escorpiones.
12 Y al tercer día vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam; según el rey lo había mandado, diciendo: Volved a mí al tercer día.
13 Y el rey respondió al pueblo duramente, dejado el consejo de los ancianos que ellos le habían dado;
14 Y hablóles conforme al consejo de los mancebos, diciendo: Mi padre agravó vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os hirió con azotes, mas yo os heriré con escorpiones.
15 Y no oyó el rey al pueblo; porque era ordenación del SEÑOR, para confirmar su palabra, que el SEÑOR había hablado por medio de Ahías Silonita a Jeroboam hijo de Nabat.
16 Y cuando todo el pueblo vio que el rey no les había oído, respondióle estas palabras, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos heredad en el hijo de Isaí. ¡Israel, a tus estancias! ¡Provee ahora en tu casa, David! Entonces Israel se fue a sus estancias.
17 Mas reinó Roboam sobre los hijos de Israel que moraban en las ciudades de Judá.
18 Y el rey Roboam envió a Adoram, que estaba sobre los tributos; pero apedreóle todo Israel, y murió. Entonces el rey Roboam se esforzó a subir en un carro, y huir a Jerusalem.
19 Así se apartó Israel de la casa de David hasta hoy.
20 Y aconteció, que oyendo todo Israel que Jeroboam había vuelto, enviaron y llamáronle a la congregación, e hiciéronle rey sobre todo Israel, sin quedar tribu alguna que siguiese la casa de David, sino sólo la tribu de Judá.
21 Y como Roboam vino a Jerusalem, juntó toda la casa de Judá y la tribu de Benjamín, ciento y ochenta mil hombres escogidos de guerra, para hacer guerra a la casa de Israel, y reducir el reino a Roboam hijo de Salomón.
22 Mas vino la palabra de Dios a Semeías varón de Dios, diciendo:
23 Habla a Roboam hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de Benjamín, y a los demás del pueblo, diciendo:
24 Así ha dicho el SEÑOR: No vayáis, ni peleéis contra vuestros hermanos los hijos de Israel; volveos cada uno a su casa; porque este negocio yo lo he hecho. Y ellos oyeron la palabra de Dios, y volviéronse, y fuéronse, conforme a la palabra del SEÑOR.
25 Y reedificó Jeroboam a Siquem en el monte de Efraím, y habitó en ella; y saliendo de allí, reedificó a Penuel.
26 Y dijo Jeroboam en su corazón: Ahora se volverá el reino a la casa de David,
27 Si este pueblo subiere a sacrificar a la casa del SEÑOR en Jerusalem: porque el corazón de este pueblo se convertirá a su señor Roboam rey de Judá, y me matarán a mí, y se tornarán a Roboam rey de Judá.
28 Y habido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Demasiado os es subir a Jerusalem: he aquí tus dioses, oh Israel, que te hicieron subir de la tierra de Egipto.
29 Y puso el uno en Betel, y el otro puso en Dan.
30 Y esto fue ocasión de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante del uno, hasta Dan.
31 Hizo también casa de altos, e hizo sacerdotes de la clase del pueblo, que no eran de los hijos de Leví.
32 Entonces instituyó Jeroboam solemnidad en el mes octavo, a los quince del mes, conforme a la solemnidad que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Betel, sacrificando a los becerros que había hecho. Ordenó también en Betel sacerdotes de los altos que él había fabricado.
33 Sacrificó pues sobre el altar que él había hecho en Betel, a los quince del mes octavo, el mes que él había inventado de su corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar perfumes.
EMPERO el rey Salomón amó, a más de la hija de Faraón, muchas mujeres extranjeras: a las de Moab, a las de Amón, a las de Idumea, a las de Sidón, y a las Heteas;
2 Gentes de las cuales el SEÑOR había dicho a los hijos de Israel: No entraréis a ellas, ni ellas entrarán a vosotros; porque ciertamente harán inclinar vuestros corazones tras sus dioses. A éstas pues se juntó Salomón con amor.
3 Y tuvo setecientas mujeres princesas, y trescientas concubinas; y sus mujeres torcieron su corazón.
4 Y ya que Salomón era viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos; y su corazón no era perfecto con el SEÑOR su Dios, como el corazón de su padre David.
5 Porque Salomón siguió a Astarot, diosa de los Sidonios, y a Milcom, abominación de los Amonitas.
6 E hizo Salomón lo malo en los ojos del SEÑOR, y no fue cumplidamente tras el SEÑOR como David su padre.
7 Entonces edificó Salomón un alto a Quemos, abominación de Moab, en el monte que está enfrente de Jerusalem; y a Moloc, abominación de los hijos de Amón.
8 Y así hizo para todas sus mujeres extranjeras, las cuales quemaban perfumes, y sacrificaban a sus dioses.
9 Y enojóse el SEÑOR contra Salomón, por cuanto estaba su corazón desviado del SEÑOR Dios de Israel, que le había aparecido dos veces,
10 Y le había mandado acerca de esto, que no siguiese dioses ajenos: mas él no guardó lo que le mandó el SEÑOR.
11 Y dijo el SEÑOR a Salomón: Por cuanto ha habido esto en tí, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que yo te mandé, romperé el reino de tí, y lo entregaré a tu siervo.
12 Empero no lo haré en tus días, por amor de David tu padre: romperélo de la mano de tu hijo.
13 Sin embargo no romperé todo el reino, sino que daré una tribu a tu hijo, por amor de David mi siervo, y por amor de Jerusalem que yo he elegido.
14 Y el SEÑOR suscitó un adversario a Salomón, a Adad, Idumeo, de la sangre real, el cual estaba en Edom.
15 Porque cuando David estaba en Edom, y subió Joab el general del ejército a enterrar los muertos, y mató a todos los varones de Edom,
16 (Porque seis meses habitó allí Joab, y todo Israel, hasta que hubo acabado a todo el sexo masculino en Edom;)
17 Entonces huyó Adad, y con él algunos varones Idumeos de los siervos de su padre, y fuese a Egipto; era entonces Adad muchacho pequeño.
18 Y levantáronse de Madián, y vinieron a Parán; y tomando consigo hombres de Parán, viniéronse a Egipto, a Faraón rey de Egipto, el cual le dio casa, y le señaló alimentos, y aun le dio tierra.
19 Y halló Adad grande gracia delante de Faraón, el cual le dio por mujer a la hermana de su esposa, a la hermana de la reina Tahpenes.
20 Y la hermana de Tahpenes le parió a su hijo Genubat, al cual destetó Tahpenes dentro de la casa de Faraón; y estaba Genubat en casa de Faraón entre los hijos de Faraón.
21 Y oyendo Adad en Egipto que David había dormido con sus padres, y que era muerto Joab general del ejército, Adad dijo a Faraón: Déjame ir a mi tierra.
22 Y respondióle Faraón: ¿Por qué? ¿qué te falta conmigo, que procuras irte a tu tierra? Y él respondió: Nada; con todo, ruégote que me dejes ir.
23 Despertóle también Dios por adversario a Rezón, hijo de Eliada, el cual había huído de su amo Adad-ezer, rey de Soba.
24 Y había juntado gente contra él, y habíase hecho capitán de una compañía, cuando David deshizo a los de Soba. Después se fueron a Damasco, y habitaron allí, e hiciéronle rey en Damasco.
25 Y fue adversario a Israel todos los días de Salomón; y fue otro mal con el de Adad, porque aborreció a Israel, y reinó sobre la Siria.
26 Asimismo Jeroboam hijo de Nabat, Efrateo de Sereda, siervo de Salomón, (su madre se llamaba Serva, mujer viuda) alzó su mano contra el rey.
27 Y la causa por qué éste alzó mano contra el rey, fue esta: Salomón edificando a Millo, cerró el portillo de la ciudad de David su padre.
28 Y el varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al mancebo que era hombre activo, encomendóle todo el cargo de la casa de José.
29 Aconteció pues en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalem, topóle en el camino el profeta Ahías Silonita; y él estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo.
30 Y trabando Ahías de la capa nueva que tenía sobre sí, rompióla en doce pedazos,
31 Y dijo a Jeroboam: Toma para tí los diez pedazos; porque así dijo el SEÑOR Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a tí daré diez tribus;
32 (Y él tendrá una tribu, por amor de David mi siervo, y por amor de Jerusalem, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel:)
33 Por cuanto me han dejado, y han adorado a Astarot diosa de los Sidonios, y a Quemos dios de Moab, y a Moloc dios de los hijos de Amón; y no han andado en mis caminos, para hacer lo recto delante de mis ojos, y mis estatutos, y mis derechos, como hizo David su padre.
34 Empero no quitaré nada de su reino de sus manos, sino que lo retendré por caudillo todos los días de su vida, por amor de David mi siervo, al cual yo elegí, y él guardó mis mandamientos y mis estatutos:
35 Mas yo quitaré el reino de la mano de su hijo, y darélo a tí, las diez tribus.
36 Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalem, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi nombre.
37 Yo pues te tomaré a tí, y tú reinarás en todas las cosas que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel.
38 Y será que, si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo seré contigo, y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel.
39 Y yo afligiré la simiente de David a causa de esto, mas no para siempre.
40 Procuró por tanto Salomón de matar a Jeroboam, pero levantándose Jeroboam, huyó a Egipto, a Sisac rey de Egipto, y estuvo en Egipto hasta la muerte de Salomón.
41 Lo demás de los hechos de Salomón, y todas las cosas que hizo, y su sabiduría, ¿no están escritas en el libro de los hechos de Salomón?
42 Y los días que Salomón reinó en Jerusalem sobre todo Israel, fueron cuarenta años.
43 Y durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David: y reinó en su lugar Roboam su hijo.
Y OYENDO la reina de Seba la fama de Salomón en el nombre del SEÑOR, vino a probarle con preguntas.
2 Y vino a Jerusalem con muy grande comitiva, con camellos cargados de especias, y oro en grande abundancia, y piedras preciosas: y como vino a Salomón, propúsole todo lo que en su corazón tenía.
3 Y Salomón le declaró todas sus palabras: ninguna cosa se le escondió al rey, que no le declarase.
4 Y cuando la reina de Seba vio toda la sabiduría de Salomón, y la casa que había edificado,
5 Asimismo la comida de su mesa, el asiento de sus siervos, el estado y vestidos de los que le servían, sus maestresalas, y sus holocaustos que sacrificaba en la casa del SEÑOR, quedóse enajenada.
6 Y dijo al rey: Verdad es lo que oí en mi tierra de tus cosas y de tu sabiduría;
7 Mas yo no lo creía, hasta que he venido, y mis ojos han visto, que ni aun la mitad fue lo que se me dijo: es mayor tu sabiduría y bien que la fama que yo había oído.
8 Bienaventurados tus varones, dichosos estos tus siervos, que están continuamente delante de tí, y oyen tu sabiduría.
9 El SEÑOR tu Dios sea bendito, que se agradó de tí para ponerte en el trono de Israel; porque el SEÑOR ha amado siempre a Israel, y te ha puesto por rey, para que hagas derecho y justicia.
10 Y dio ella al rey ciento y veinte talentos de oro, y muy mucha especiería, y piedras preciosas: nunca vino tan grande copia de especias, como la reina de Seba dio al rey Salomón.
11 La flota de Hiram que había traído el oro de Ofir, traía también de Ofir muy mucha madera de Brasil, y piedras preciosas.
12 Y de la madera de Brasil hizo el rey balaustres para la casa del SEÑOR, y para las casas reales, arpas también y salterios para los cantores: nunca vino tanta madera de Brasil, ni se ha visto hasta hoy.
13 Y el rey Salomón dio a la reina de Seba todo lo que quiso, y todo lo que pidió, además de lo que Salomón le dio como de mano del rey Salomón. Y ella se volvió, y se fue a su tierra con sus criados.
14 El peso del oro que Salomón tenía de renta cada un año, era seiscientos sesenta y seis talentos de oro;
15 Sin lo de los mercaderes, y de la contratación de especias, y de todos los reyes de Arabia, y de los principales de la tierra.
16 Hizo también el rey Salomón doscientos paveses de oro extendido: seiscientos siclos de oro gastó en cada pavés.
17 Asimismo trescientos escudos de oro extendido, en cada uno de los cuales gastó tres libras de oro: y púsolos el rey en la casa del bosque del Líbano.
18 Hizo también el rey un gran trono de marfil, el cual cubrió de oro purísimo.
19 Seis gradas tenía el trono, y lo alto de él era redondo por el respaldo: y de la una parte y de la otra tenía apoyos cerca del asiento, junto a los cuales estaban colocados dos leones.
20 Estaban también doce leones puestos allí sobre las seis gradas, de la una parte y de la otra: en ningún otro reino se había hecho trono semejante.
21 Y todos los vasos de beber del rey Salomón eran de oro, y asimismo toda la vajilla de la casa del bosque del Líbano era de oro fino: no había plata; en tiempo de Salomón no era de estima.
22 Porque el rey tenía la flota que salía al mar, a Tarsis, con la flota de Hiram: una vez en cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, simios y pavos.
23 Así excedía el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riquezas y en sabiduría.
24 Toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón, para oír su sabiduría, la cual Dios había puesto en su corazón.
25 Y todos le llevaban cada año sus presentes: vasos de oro, vasos de plata, vestidos, armas, aromas, caballos y acémilas.
26 Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía mil cuatrocientos carros, y doce mil jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalem.
27 Y puso el rey en Jerusalem plata como piedras, y cedros como los sicómoros que están por los campos en abundancia.
28 Y sacaban caballos y lienzos a Salomón de Egipto: porque la compañía de los mercaderes del rey compraban caballos y lienzos.
29 Y venía y salía de Egipto, el carro por seiscientas piezas de plata, y el caballo por ciento y cincuenta; y así los sacaban por mano de ellos todos los reyes de los Heteos, y de Siria.
Y COMO Salomón hubo acabado la obra de la casa del SEÑOR, y la casa real, y todo lo que Salomón quiso hacer,
2 El SEÑOR apareció a Salomón la segunda vez, como le había aparecido en Gabaón.
3 Y díjole el SEÑOR: Yo he oído tu oración y tu ruego, que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre; y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días.
4 Y si tú anduvieres delante de mí, como anduvo David tu padre, en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis derechos,
5 Yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre, como hablé a David tu padre, diciendo: No faltará de tí varón en el trono de Israel.
6 Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos, y no guardareis mis mandamientos y mis estatutos que yo he puesto delante de vosotros, sino que fuereis y sirviereis a dioses ajenos, y los adorareis;
7 Yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra que les he entregado; y esta casa que he santificado a mi nombre, yo la echaré de delante de mí, e Israel será por proverbio y fábula a todos los pueblos;
8 Y esta casa, que, estaba en alta estima, cualquiera que pasare por ella se pasmará, y silbará, y dirá: ¿Por qué ha hecho así el SEÑOR a esta tierra, y a esta casa?
9 Y dirán: Por cuanto dejaron al SEÑOR su Dios, que había sacado a sus padres de tierra de Egipto, y echaron mano a dioses ajenos, y los adoraron, y los sirvieron: por eso ha traído el SEÑOR sobre ellos todo aqueste mal.
10 Y aconteció al cabo de veinte años, en que Salomón había edificado las dos casas, la casa del SEÑOR y la casa real,
11 (Para las cuales Hiram rey de Tiro, había traído a Salomón madera de cedro y de haya, y cuanto oro él quiso), que el rey Salomón dio a Hiram veinte ciudades en tierra de Galilea.
12 Y salió Hiram de Tiro para ver las ciudades que Salomón le había dado, y no le contentaron.
13 Y dijo: ¿Qué ciudades son estas que me has dado, hermano? Y púsoles por nombre, la tierra de Cabul, hasta hoy.
14 Y había Hiram enviado al rey ciento y veinte talentos de oro.
15 Y esta es la razón del tributo que el rey Salomón impuso para edificar la casa del SEÑOR, y su casa, y a Millo, y el muro de Jerusalem, y a Hasor, y Meguido, y Gezer.
16 Faraón el rey de Egipto había subido y tomado a Gezer, y quemádola, y había muerto los Cananeos que habitaban la ciudad, y dádola en don a su hija la mujer de Salomón.
17 Restauró pues Salomón a Gezer, y a la baja Bet-horón,
18 Y a Baalat, y a Tadmor en tierra del desierto;
19 Asimismo todas las ciudades donde Salomón tenía municiones, y las ciudades de los carros, y las ciudades de la gente de a caballo, y todo lo que Salomón deseó edificar en Jerusalem, en el Líbano, y en toda la tierra de su señorío.
20 A todos los pueblos que quedaron de los Amorreos, Heteos, Ferezeos, Heveos, Jebuseos, que no fueron de los hijos de Israel;
21 A sus hijos que quedaron en la tierra después de ellos, que los hijos de Israel no pudieron acabar, hizo Salomón que sirviesen con tributo hasta hoy.
22 Mas a ninguno de los hijos de Israel impuso Salomón servicio, sino que eran hombres de guerra, o sus criados, o sus príncipes, o sus capitanes, o comandantes de sus carros, o su gente de a caballo.
23 Y los que Salomón había hecho jefes y prepósitos sobre las obras, eran quinientos y cincuenta, los cuales estaban sobre el pueblo que trabajaba en aquella obra.
24 Y subió la hija de Faraón de la ciudad de David a su casa que Salomón le había edificado: entonces edificó él a Millo.
25 Y ofrecía Salomón tres veces cada un año holocaustos y pacíficos sobre el altar que él edificó al SEÑOR, y quemaba perfumes sobre el que estaba delante del SEÑOR, después que la casa fue acabada.
26 Hizo también el rey Salomón navíos en Ezión-geber, que es junto a Elat en la ribera del mar Bermejo, en la tierra de Edom.
27 Y envió Hiram en ellos a sus siervos, marineros y conocedores del mar, con los siervos de Salomón:
28 Los cuales fueron a Ofir, y tomaron de allí oro, cuatrocientos y veinte talentos, y trajéronlo al rey Salomón.
ENTONCES juntó Salomón los ancianos de Israel, y a todas las cabezas de las tribus, y a los príncipes de las familias de los hijos de Israel, al rey Salomón en Jerusalem para traer el arca del pacto del SEÑOR de la ciudad de David, que es Sión.
2 Y se juntaron al rey Salomón todos los varones de Israel en el mes de Etanim, que es el mes séptimo, en el día solemne.
3 Y vinieron todos los ancianos de Israel, y los sacerdotes tomaron el arca.
4 Y llevaron el arca del SEÑOR, y el tabernáculo de la congregación, y todos los vasos sagrados que estaban en el tabernáculo; los cuales llevaban los sacerdotes y Levitas.
5 Y el rey Salomón, y toda la congregación de Israel que a él se había juntado, estaban con él delante del arca, sacrificando ovejas y bueyes, que por la multitud no se podían contar ni numerar.
6 Y los sacerdotes metieron el arca del pacto del SEÑOR en su lugar, en el santuario de la casa, en el lugar santísimo, debajo de las alas de los querubines.
7 Porque los querubines tenían extendidas las alas sobre el lugar del arca, y así cubrían los querubines el arca y sus varas por encima.
8 E hicieron salir las varas; que las cabezas de las varas se dejaban ver desde el santuario delante del lugar santísimo, mas no se veían desde afuera: y así se quedaron hasta hoy.
9 En el arca ninguna cosa había más de las dos tablas de piedra que había allí puesto Moisés en Horeb, donde el SEÑOR hizo el pacto con los hijos de Israel, cuando salieron de la tierra de Egipto.
10 Y como los sacerdotes salieron del santuario, la nube hinchió la casa del SEÑOR.
11 Y los sacerdotes no pudieron estar para ministrar por causa de la nube; porque la gloria del SEÑOR había henchido la casa del SEÑOR.
12 Entonces dijo Salomón: el SEÑOR ha dicho que él habitaría en la oscuridad.
13 Yo he edificado casa por morada para tí, asiento en que tú habites para siempre.
14 Y volviendo el rey su rostro, bendijo a toda la congregación de Israel; y toda la congregación de Israel estaba en pie.
15 Y dijo: Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, que habló de su boca a David mi padre, y con su mano lo ha cumplido, diciendo:
16 Desde el día que saqué mi pueblo Israel de Egipto, no he escogido ciudad de todas las tribus de Israel para edificar casa en la cual estuviese mi nombre, aunque escogí a David para que presidiese en mi pueblo Israel.
17 Y David mi padre tuvo en el corazón edificar casa al nombre del SEÑOR Dios de Israel.
18 Mas el SEÑOR dijo a David mi padre: Cuanto a haber tú tenido en el corazón edificar casa a mi nombre, bien has hecho en tener tal voluntad;
19 Empero tú no edificarás la casa, sino tu hijo que saldrá de tus lomos, él edificará casa a mi nombre.
20 Y el SEÑOR ha verificado su palabra que había dicho; que me he levantado yo en lugar de David mi padre, y heme sentado en el trono de Israel, como el SEÑOR había dicho, y he edificado la casa al nombre del SEÑOR Dios de Israel.
21 Y he puesto en ella lugar para el arca, en la cual está el pacto del SEÑOR, que él hizo con nuestros padres cuando los sacó de la tierra de Egipto.
22 Púsose luego Salomón delante del altar del SEÑOR, en presencia de toda la congregación de Israel, y extendiendo sus manos al cielo,
23 Dijo: SEÑOR Dios de Israel, no hay Dios como tú, ni arriba en el cielo ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y la misericordia a tus siervos, los que andan delante de tí de todo su corazón;
24 Que has guardado a tu siervo David mi padre lo que le dijiste: dijístelo con tu boca, y con tu mano lo has cumplido, como aparece este día.
25 Ahora pues, SEÑOR Dios de Israel, cumple a tu siervo David mi padre lo que le prometiste, diciendo: No faltará varón de tí delante de mí, que se siente en el trono de Israel, con tal que tus hijos guarden su camino, que anden delante de mí como tú has delante de mí andado.
26 Ahora pues, oh Dios de Israel, verifíquese tu palabra que dijiste a tu siervo David mi padre.
27 Empero ¿es verdad que Dios haya de morar sobre la tierra? He aquí que el cielo y el cielo de los cielos, no te pueden contener: ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?
28 Con todo, tú atenderás a la oración de tu siervo, y a su plegaria, oh SEÑOR Dios mío, oyendo propicio el clamor y oración que tu siervo hace hoy delante de tí:
29 Que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa, sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí; y que oigas la oración que tu siervo hará en este lugar.
30 Oye pues la oración de tu siervo, y de tu pueblo Israel; cuando oraren en este lugar, también tú lo oirás en el lugar de tu habitación, desde el cielo: que oigas y perdones.
31 Cuando alguno hubiere pecado contra su prójimo, y le tomaren juramento haciéndole jurar, y viniere el juramento delante de tu altar en esta casa;
32 Tú oirás desde el cielo, y obrarás, y juzgarás a tus siervos, condenando al impío, tornando su proceder sobre su cabeza, y justificando al justo para darle conforme a su justicia.
33 Cuando tu pueblo Israel hubiere caído delante de sus enemigos, por haber pecado contra tí, y a tí se volvieren, y confesaren tu nombre, y oraren, y te rogaren y suplicaren en esta casa;
34 Oyelos tú en el cielo, y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y vuélvelos a la tierra que diste a sus padres.
35 Cuando el cielo se cerrare, y no lloviere, por haber ellos pecado contra tí, y te rogaren en este lugar, y confesaren tu nombre, y se volvieren del pecado, cuando los hubieres afligido;
36 Tú oirás en el cielo, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, enseñándoles el buen camino en que anden; y darás lluvias sobre tu tierra, la cual diste a tu pueblo por heredad.
37 Cuando en la tierra hubiere hambre, o pestilencia, o tizoncillo, o niebla, o langosta, o pulgón: si sus enemigos los tuvieren cercados en la tierra de su domicilio; cualquiera plaga o enfermedad que sea;
38 Toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel, cuando cualquiera sintiere la plaga de su corazón, y extendiere sus manos a esta casa;
39 Tú oirás en el cielo, en la habitación de tu morada, y perdonarás, y obrarás, y darás a cada uno conforme a sus caminos, cuyo corazón tú conoces; (porque sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres;)
40 Para que te teman todos los días que vivieren sobre la faz de la tierra que tú diste a nuestros padres.
41 Asimismo el extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que hubiere venido de lejanas tierras a causa de tu nombre,
42 (Porque oirán de tu grande nombre, y de tu mano fuerte, y de tu brazo extendido;) y viniere a orar a esta casa;
43 Tú oirás en el cielo, en la habitación de tu morada, y harás conforme a todo aquello por lo cual el extranjero hubiere a tí clamado: para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre, y te teman, como tu pueblo Israel, y entiendan que tu nombre es invocado sobre esta casa que yo edifiqué.
44 Si tu pueblo saliere en batalla contra sus enemigos por el camino que tú los enviares, y oraren al SEÑOR hacia la ciudad que tú elegiste, y hacia la casa que yo edifiqué a tu nombre,
45 Tú oirás en el cielo su oración y su súplica, y les harás derecho.
46 Si hubieren pecado contra tí, (porque no hay hombre que no peque) y tú estuvieres airado contra ellos, y los entregares delante del enemigo, para que los cautiven y lleven a tierra enemiga, sea lejos o cerca,
47 Y ellos volvieren en sí en la tierra donde fueren cautivos; si se convirtieren, y oraren a tí en la tierra de los que los cautivaron, y dijeren: Pecamos, hemos hecho lo malo, hemos cometido impiedad;
48 Y si se arrepintieren a tí de todo su corazón y de toda su alma, en la tierra de sus enemigos que los hubieren llevado cautivos, y oraren a tí hacia su tierra, que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste y la casa que yo he edificado a tu nombre;
49 Tú oirás en el cielo, en la habitación de tu morada, su oración y su súplica, y les harás derecho;
50 Y perdonarás a tu pueblo que había pecado contra tí, y todas sus infracciones con que se habrán contra tí rebelado; y harás que hayan de ellos misericordia los que los hubieren llevado cautivos:
51 Porque ellos son tu pueblo y tu heredad, que tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.
52 Que tus ojos estén abiertos a la oración de tu siervo, y a la plegaria de tu pueblo Israel, para oirlos en todo aquello por lo que te invocaren:
53 Pues que tú los apartaste para tí por tu heredad de todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por mano de Moisés tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto, oh Señor DIOS.
54 Y fue, que como acabó Salomón de hacer al SEÑOR toda esta oración y súplica, levantóse de estar de rodillas delante del altar del SEÑOR con sus manos extendidas al cielo;
55 Y puesto en pie, bendijo a toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:
56 Bendito sea el SEÑOR, que ha dado reposo a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.
57 Sea con nosotros el SEÑOR nuestro Dios, como fue con nuestros padres; y no nos desampare, ni nos deje;
58 Incline nuestro corazón hacia sí, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, los cuales mandó a nuestros padres.
59 Y que estas mis palabras con que he orado delante del SEÑOR, estén cerca del SEÑOR nuestro Dios de día y de noche, para que él proteja la causa de su siervo, y de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo;
60 A fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que el SEÑOR es Dios, y que no hay otro.
61 Sea pues perfecto vuestro corazón para con el SEÑOR nuestro Dios, andando en sus estatutos, y guardando sus mandamientos, como el día de hoy.
62 Entonces el rey, y todo Israel con él, sacrificaron víctimas delante del SEÑOR.
63 Y sacrificó Salomón por sacrificios pacíficos, los cuales ofreció al SEÑOR, veinte y dos mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la casa del SEÑOR.
64 Aquel mismo día santificó el rey el medio del atrio que estaba delante de la casa del SEÑOR: porque ofreció allí los holocaustos, y los presentes, y los sebos de los pacíficos; por cuanto el altar de latón que estaba delante del SEÑOR era pequeño, y no cupieran en él los holocaustos, y los presentes, y los sebos de los pacíficos.
65 En aquel tiempo Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una grande congregación desde como entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante del SEÑOR nuestro Dios, por siete días y otros siete días, esto es, por catorce días.
66 Y el octavo día despidió al pueblo: y ellos bendiciendo al rey, se fueron a sus estancias alegres y gozosos de corazón por todos los beneficios que el SEÑOR había hecho a David su siervo, y a su pueblo Israel.
DESPUÉS edificó Salomón su propia casa en trece años, y acabóla toda.
2 Asimismo edificó la casa del bosque del Líbano, la cual tenía cien codos de longitud, y cincuenta codos de anchura, y treinta codos de altura, sobre cuatro órdenes de columnas de cedro, con vigas de cedro sobre las columnas.
3 Y estaba cubierta de tablas de cedro arriba sobre las vigas, que se apoyaban en cuarenta y cinco columnas: cada hilera tenía quince columnas.
4 Y había tres órdenes de ventanas, una ventana contra la otra en tres órdenes.
5 Y todas las puertas y postes eran cuadrados: y las unas ventanas estaban frente a las otras en tres órdenes.
6 También hizo un pórtico de columnas, que tenía de largo cincuenta codos, y treinta codos de ancho; y aqueste pórtico estaba delante de aquellas otras, con sus columnas y maderos correspondientes.
7 Hizo asimismo el pórtico del trono en que había de juzgar, el pórtico del juicio, y vistiólo de cedro de suelo a suelo.
8 Y en la casa en que él moraba, había otro atrio dentro del pórtico, de obra semejante a esta. Edificó también Salomón una casa para la hija de Faraón, que había tomado por mujer, de la misma obra de aquel pórtico.
9 Todas aquellas obras fueron de piedras de precio, cortadas y aserradas con sierras según las medidas, así por de dentro como por de fuera, desde el cimiento hasta los remates, y asimismo por de fuera hasta el gran atrio.
10 La fundación era de piedras costosas, de piedras grandes, de piedras de diez codos, y de piedras de ocho codos.
11 De allí arriba eran también piedras de precio, labradas conforme a sus medidas, y obra de cedro.
12 Y en el gran atrio alrededor había tres órdenes de piedras labradas, y un orden de vigas de cedro: y así el atrio interior de la casa del SEÑOR, y el atrio de la casa.
13 Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram,
14 Hijo de una viuda de la tribu de Neftalí, y su padre había sido de Tiro: trabajaba él en latón, lleno de sabiduría y de entendimiento y saber en toda obra de latón. Éste pues vino al rey Salomón, e hizo toda su obra.
15 Y vació dos columnas de latón, la altura de cada cual era de diez y ocho codos: y rodeaba a una y a otra columna un hilo de doce codos.
16 Hizo también dos capiteles de fundición de latón, para que fuesen puestos sobre las cabezas de las columnas: la altura de un capitel era de cinco codos, y la del otro capitel de cinco codos.
17 Había trenzas a manera de red, y unas cintas a manera de cadenas, para los capiteles que se habían de poner sobre las cabezas de las columnas: siete para cada capitel.
18 Y cuando hubo hecho las columnas, hizo también dos órdenes de granadas alrededor en el un enredado, para cubrir los capiteles que estaban en las cabezas de las columnas con las granadas: y de la misma forma hizo en el otro capitel.
19 Los capiteles que estaban sobre las columnas en el pórtico, tenían labor de flores por cuatro codos.
20 Tenían también los capiteles de sobre las dos columnas, doscientas granadas en dos órdenes alrededor en cada capitel, encima del vientre del capitel, el cual vientre estaba delante del enredado.
21 Estas columnas erigió en el pórtico del templo: y cuando hubo alzado la columna de la mano derecha, púsole por nombre Jaquín: y alzando la columna de la mano izquierda, llamó su nombre Boaz.
22 Y puso en las cabezas de las columnas labor en forma de azucenas; y así se acabó la obra de las columnas.
23 Hizo asimismo un mar de fundición, de diez codos del un lado al otro, perfectamente redondo: su altura era de cinco codos, y ceñíalo alrededor un cordón de treinta codos.
24 Y cercaban aquel mar por debajo de su labio en derredor unas bolas como calabazas, diez en cada codo, que ceñían el mar alrededor en dos órdenes, las cuales habían sido fundidas cuando él fue fundido.
25 Y estaba asentado sobre doce bueyes: tres miraban al norte, y tres miraban al poniente, y tres miraban al sur, y tres miraban al oriente; sobre éstos se apoyaba el mar, y las traseras de ellos estaban hacia la parte de adentro.
26 El grueso del mar era de un palmo, y su labio era labrado como el labio de una copa, o de flor de lis: y cabían en él dos mil batos.
27 Hizo también diez basas de latón, siendo la longitud de cada basa de cuatro codos, y la anchura de cuatro codos, y de tres codos la altura.
28 La obra de las basas era esta: tenían unas cintas, las cuales estaban entre molduras:
29 Y sobre aquellas cintas que estaban entre las molduras, figuras de leones, y de bueyes, y de querubines; y sobre las molduras de la basa, así encima como debajo de los leones y de los bueyes, había unas añadiduras de bajo relieve.
30 Cada basa tenía cuatro ruedas de latón con mesas de latón; y en sus cuatro esquinas había unos hombrillos, los cuales nacían de fundición a cada un lado de aquellas añadiduras, para estar debajo de la fuente.
31 Y la boca del pie de la fuente entraba un codo en el remate que salía para arriba de la basa; y era su boca redonda, de la hechura del mismo remate, y éste de codo y medio. Había también sobre la boca entalladuras con sus cintas, las cuales eran cuadradas, no redondas.
32 Las cuatro ruedas estaban debajo de las cintas, y los ejes de las ruedas nacían en la misma basa. La altura de cada rueda era de un codo y medio.
33 Y la hechura de las ruedas era como la hechura de las ruedas de un carro: sus ejes, sus rayos, y sus cubos, y sus cinchos, todo era de fundición.
34 Asimismo los cuatro hombrillos a las cuatro esquinas de cada basa: y los hombrillos eran de la misma basa.
35 Y en lo alto de la basa había medio codo de altura redondo por todas partes: y encima de la basa sus molduras y cintas, las cuales eran de ella misma.
36 E hizo en las tablas de las molduras, y en las cintas, entalladuras de querubines, y de leones, y de palmas, con proporción en el espacio de cada una, y alrededor otros adornos.
37 De esta forma hizo diez basas fundidas de una misma manera, de una misma medida, y de una misma entalladura.
38 Hizo también diez fuentes de latón: cada fuente contenía cuarenta batos, y cada una era de cuatro codos; y asentó una fuente sobre cada una de las diez basas.
39 Y puso las cinco basas a la mano derecha de la casa, y las otras cinco a la mano izquierda: y asentó el mar al lado derecho de la casa, al oriente, hacia el sur.
40 Asimismo hizo Hiram fuentes, y tenazas, y cuencos. Así acabó toda la obra que hizo a Salomón para la casa del SEÑOR:
41 Es a saber, dos columnas, y los vasos redondos de los capiteles que estaban en lo alto de las dos columnas; y dos redes que cubrían los dos vasos redondos de los capiteles que estaban sobre la cabeza de las columnas;
42 Y cuatrocientas granadas para las dos redes, dos órdenes de granadas en cada red, para cubrir los dos vasos redondos que estaban sobre las cabezas de las columnas;
43 Y las diez basas, y las diez fuentes sobre las basas;
44 Y un mar, y doce bueyes debajo del mar;
45 Y calderos, y paletas, y cuencos; y todos los vasos que Hiram hizo al rey Salomón, para la casa del SEÑOR, de latón acicalado.
46 Todo lo hizo fundir el rey en la llanura del Jordán, en tierra arcillosa, entre Sucot y Sartán.
47 Y dejó Salomón sin inquirir el peso del latón de todos los vasos, por la grande multitud de ellos.
48 Entonces hizo Salomón todos los vasos que pertenecían a la casa del SEÑOR: un altar de oro, y una mesa sobre la cual estaban los panes de la proposición, también de oro;
49 Y cinco candeleros de oro purísimo a la mano derecha, y otros cinco a la izquierda, delante del lugar santísimo; con las flores, y las lámparas, y despabiladeras de oro;
50 Asimismo los cántaros, vasos, tazas, cucharillas, e incensarios, de oro purísimo; también de oro los quiciales de las puertas de la casa de adentro, del lugar santísimo, y los de las puertas del templo.
51 Así se acabó toda la obra que dispuso hacer el rey Salomón para la casa del SEÑOR. Y metió Salomón lo que David su padre había dedicado, es a saber, plata, y oro, y vasos, y púsolo todo en guarda en las tesorerías de la casa del SEÑOR.
Y Sucedió en el año cuatrocientos ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, en el cuarto año del principio del reino de Salomón sobre Israel, en el mes de Zif, que es el mes segundo, que él comenzó a edificar la casa del SEÑOR.
2 La casa que el rey Salomón edificó al SEÑOR, tuvo sesenta codos de largo y veinte de ancho, y treinta codos de alto.
3 Y el pórtico delante del templo de la casa, de veinte codos de largo, según la anchura de la casa, y su ancho era de diez codos delante de la casa.
4 E hizo a la casa ventanas anchas y estrechas.
5 Edificó también junto al muro de la casa aposentos alrededor, contra las paredes de la casa en derredor del templo y del lugar santísimo: e hizo cámaras alrededor.
6 El aposento de abajo era de cinco codos de ancho, y el de en medio de seis codos de ancho, y el tercero de siete codos de ancho: porque por de fuera había hecho disminuciones a la casa en derredor, para no trabar las vigas de las paredes de la casa.
7 Y la casa cuando se edificó, fabricáronla de piedras que traían ya acabadas; de tal manera que cuando la edificaban, ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni ningún otro instrumento de hierro.
8 La puerta del aposento de en medio estaba al lado derecho de la casa: y subíase por un caracol al de en medio, y del aposento de en medio al tercero.
9 Labró pues la casa, y acabóla; y cubrió la casa con artesonados de cedro.
10 Y edificó asimismo el aposento en derredor de toda la casa, de altura de cinco codos, el cual se apoyaba en la casa con maderas de cedro.
11 Y vino la palabra del SEÑOR a Salomón, diciendo:
12 Esta casa que tú edificas, si anduvieres en mis estatutos, e hicieres mis derechos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, yo tendré firme contigo mi palabra que hablé a David tu padre;
13 Y habitaré en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel.
14 Así que, Salomón labró la casa, y acabóla.
15 Y aparejó las paredes de la casa por de dentro con tablas de cedro, vistiéndola de madera por dentro, desde el solado de la casa hasta las paredes de la techumbre: cubrió también el pavimento con madera de haya.
16 Asimismo hizo al cabo de la casa un edificio de veinte codos de tablas de cedro, desde el piso hasta lo más alto; y fabricóse en la casa un aposento, que es el lugar santísimo.
17 Y la casa, a saber, el templo de dentro, tenía cuarenta codos.
18 Y la casa estaba cubierta de cedro por de dentro, y tenía entalladuras de calabazas silvestres y de botones de flores. Todo era cedro; ninguna piedra se veía.
19 Y adornó el lugar santísimo por de dentro en medio de la casa, para poner allí el arca del pacto del SEÑOR.
20 Y el lugar santísimo estaba en la parte de adentro, el cual tenía veinte codos de largo, y otros veinte de ancho, y otros veinte de altura; y vistiólo de oro purísimo: asimismo cubrió el altar de cedro.
21 De suerte que vistió Salomón de oro puro la casa por de dentro, y cerró la entrada del lugar santísimo con cadenas de oro, y vistiólo de oro.
22 Cubrió pues de oro toda la casa hasta el cabo; y asimismo vistió de oro todo el altar que estaba delante del lugar santísimo.
23 Hizo también en el lugar santísimo dos querubines de madera de oliva, cada uno de altura de diez codos.
24 La una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos: así que había diez codos desde la punta de la una ala hasta la punta de la otra.
25 Asimismo el otro querubín tenía diez codos; porque ambos querubines eran de un tamaño y de una hechura.
26 La altura del uno era de diez codos, y asimismo el otro.
27 Y puso estos querubines dentro de la casa de adentro: los cuales querubines extendían sus alas, de modo que el ala del uno tocaba a la pared, y el ala del otro querubín tocaba a la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la otra en la mitad de la casa.
28 Y vistió de oro los querubines.
29 Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmas, y de botones de flores, por de dentro y por de fuera.
30 Y cubrió de oro el piso de la casa, de dentro y de fuera.
31 Y a la entrada del lugar santísimo hizo puertas de madera de oliva; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas.
32 Las dos puertas eran de madera de oliva; y entalló en ellas figuras de querubines y de palmas y de botones de flores, y cubriólas de oro: cubrió también de oro los querubines y las palmas.
33 Igualmente hizo a la puerta del templo postes de madera de oliva cuadrados.
34 Pero las dos puertas eran de madera de haya; y los dos lados de la una puerta eran redondos, y los otros dos lados de la otra puerta también redondos.
35 Y entalló en ellas querubines y palmas y botones de flores, y cubriólas de oro ajustado a las entalladuras.
36 Y edificó el atrio interior de tres órdenes de piedras labradas, y de un orden de vigas de cedro.
37 En el cuarto año, en el mes de Zif, se echaron los cimientos de la casa del SEÑOR:
38 Y en el undécimo año, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue acabada la casa con todas sus pertenencias, y con todo lo necesario. Edificóla pues, en siete años.
HIRAM rey de Tiro envió también sus siervos a Salomón, luego que oyó que lo habían ungido por rey en lugar de su padre: porque Hiram había siempre amado a David.
2 Entonces Salomón envió a decir a Hiram:
3 Tú sabes como mi padre David no pudo edificar casa al nombre del SEÑOR su Dios, por las guerras que le cercaron, hasta que el SEÑOR puso sus enemigos bajo las plantas de sus pies.
4 Ahora el SEÑOR mi Dios me ha dado reposo por todas partes; que ni hay adversarios, ni mal encuentro.
5 Yo por tanto he determinado ahora edificar casa al nombre del SEÑOR mi Dios, como el SEÑOR lo habló a David mi padre, diciendo: Tu hijo, que yo pondré en lugar tuyo en tu trono, él edificará casa a mi nombre.
6 Manda pues ahora que me corten cedros del Líbano; y mis siervos estarán con los tuyos, y yo te daré por tus siervos el salario que tú dijeres: porque tú sabes bien que ninguno hay entre nosotros que sepa labrar la madera como los Sidonios.
7 Y como Hiram oyó las palabras de Salomón, se gozó en gran manera, y dijo: Bendito sea hoy el SEÑOR, que dio hijo sabio a David sobre este pueblo tan grande.
8 Y envió Hiram a decir a Salomón: He oído lo que me mandaste a decir: yo haré todo lo que te pluguiere acerca de la madera de cedro, y la madera de haya.
9 Mis siervos la llevarán desde el Líbano al mar; y yo la pondré en balsas por el mar hasta el lugar que tú me señalares, y allí se desatará, y tú la tomarás: y tú harás mi voluntad en dar de comer a mi familia.
10 Dio pues Hiram a Salomón madera de cedro y madera de haya todo lo que quiso.
11 Y Salomón daba a Hiram veinte mil coros de trigo para el sustento de su familia, y veinte coros de aceite limpio: esto daba Salomón a Hiram cada un año.
12 Dio pues el SEÑOR a Salomón sabiduría como le había dicho: y hubo paz entre Hiram y Salomón, e hicieron pacto entre ambos.
13 Y el rey Salomón impuso tributo a todo Israel, y el tributo fue de treinta mil hombres:
14 Los cuales enviaba al Líbano de diez mil en diez mil, cada mes por su turno, viniendo así a estar un mes en el Líbano, y dos meses en sus casas: y Adoniram estaba sobre aquel tributo.
15 Tenía también Salomón setenta mil que llevaban las cargas, y ochenta mil cortadores en el monte;
16 Sin los principales oficiales de Salomón que estaban sobre la obra, tres mil y trescientos, los cuales tenían cargo del pueblo que hacía la obra.
17 Y mandó el rey que trajesen grandes piedras, piedras de precio, para los cimientos de la casa, y piedras labradas.
18 Y los albañiles de Salomón y los de Hiram, y los aparejadores, cortaron y aparejaron la madera y la cantería para labrar la casa.
Fue pues el rey Salomón rey sobre todo Israel.
2 Y estos fueron los príncipes que tuvo: Azarías hijo de Sadoc, sacerdote;
3 Elioref y Ahía, hijos de Sisa, escribas; Josafat hijo de Ahilud, canciller;
4 Benaía hijo de Joiada era sobre el ejército; y Sadoc y Abiatar eran los sacerdotes;
5 Azaría hijo de Natán era sobre los gobernadores; Zabud hijo de Natán era principal oficial, amigo del rey;
6 Y Ahisar era mayordomo; y Adoniram hijo de Abda era sobre el tributo.
7 Y tenía Salomón doce gobernadores sobre todo Israel, los cuales mantenían al rey y a su casa. Cada uno de ellos estaba obligado a abastecer por un mes en el año.
8 Y estos son los nombres de ellos: el hijo de Hur en el monte de Efraím;
9 El hijo de Decar, en Macas, y en Saalbim, y en Bet-semes, y en Elón, y en Bet-hanan;
10 El hijo de Hesed, en Arubot; éste tenía también a Soco y toda la tierra de Hefer.
11 El hijo de Abinadab, en todos los términos de Dor: éste tenía por mujer a Tafat hija de Salomón;
12 Baana hijo de Ahilud, en Taanac y Meguido, y en toda Bet-san, que es cerca de Zaretán, por bajo de Jezreel, desde Bet-san hasta Abelmehola, y hasta la otra parte de Jocmeam;
13 El hijo de Geber, en Ramot de Galaad; éste tenía también las ciudades de Jair hijo de Manasés, las cuales estaban en Galaad; tenía también la provincia de Argob, que era en Basán, sesenta grandes ciudades con muro y cerraduras de latón;
14 Ahinadab hijo de Iddo, en Mahanaim;
15 Ahimaas en Neftalí; éste tomó también por mujer a Basemat hija de Salomón.
16 Baana hijo de Husai, en Aser y en Alot;
17 Josafat hijo de Parúa, en Isacar;
18 Semei hijo de Ela, en Benjamín;
19 Geber hijo de Uri, en la tierra de Galaad, la tierra de Sehón rey de los Amorreos, y de Og rey de Basán; éste era el único gobernador en aquella tierra.
20 Judá e Israel eran muchos, como la arena que está junto al mar en multitud, comiendo y bebiendo y alegrándose.
21 Y Salomón señoreaba sobre todos los reinos, desde el río de la tierra de los Filisteos hasta el término de Egipto: y traían presentes, y sirvieron a Salomón todos los días que vivió.
22 Y la despensa de Salomón era cada día treinta coros de flor de harina, y sesenta coros de harina,
23 Diez bueyes engordados, y veinte bueyes de pasto, y cien ovejas; sin los ciervos, cabras, búfalos, y aves engordadas.
24 Porque él señoreaba en toda la región que estaba de la otra parte del río, desde Tifsa hasta Gaza, sobre todos los reyes de la otra parte del río; y tuvo paz por todos lados en derredor suyo.
25 Y Judá e Israel vivían seguros, cada uno debajo de su parra y debajo de su higuera, desde Dan hasta Beerseba, todos los días de Salomón.
26 Tenía además de esto Salomón cuarenta mil caballos en sus caballerizas para sus carros, y doce mil jinetes.
27 Y estos gobernadores mantenían al rey Salomón, y a todos los que a la mesa del rey Salomón venían, cada uno un mes; y hacían que nada faltase.
28 Hacían también traer cebada y paja para los caballos y para las bestias de carga, al lugar donde él estaba, cada uno conforme al cargo que tenía.
29 Y dio Dios a Salomón sabiduría, y prudencia muy grande, y anchura de corazón como la arena que está a la orilla del mar.
30 Que fue mayor la sabiduría de Salomón que la de todos los orientales, y que toda la sabiduría de los Egipcios.
31 Y aun fue más sabio que todos los hombres; más que Etán Ezrahita, y que Emán y Calcol y Darda, hijos de Mahol: y fue nombrado entre todas las naciones de alrededor.
32 Y propuso tres mil proverbios; y sus cantos fueron mil y cinco.
33 También disertó de los árboles, desde el cedro del Líbano hasta el hisopo que nace en la pared. Asimismo disertó de los animales, de las aves, de los reptiles, y de los peces.
34 Y venían de todos los pueblos a oír la sabiduría de Salomón, y de todos los reyes de la tierra, donde había llegado la fama de su sabiduría.
Y SALOMÓN hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, porque tomó la hija de Faraón, y trájola a la ciudad de David, entre tanto que acababa de edificar su casa, y la casa del SEÑOR, y los muros de Jerusalem alrededor.
2 Hasta entonces el pueblo sacrificaba en los altos; porque no había casa edificada al nombre del SEÑOR hasta aquellos tiempos.
3 Mas Salomón amó al SEÑOR, andando en los estatutos de su padre David: solamente sacrificaba y quemaba perfumes en los altos.
4 E iba el rey a Gabaón, porque aquél era el alto principal, y sacrificaba allí: mil holocaustos sacrificaba Salomón sobre aquel altar.
5 Y aparecióse el SEÑOR a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y díjole Dios: Pide lo que quisieres que yo te dé.
6 Y Salomón dijo: Tú hiciste gran misericordia a tu siervo David mi padre, según que él anduvo delante de tí en verdad, en justicia, y con rectitud de corazón para contigo: y tú le has guardado esta tu grande misericordia, que le diste hijo que se sentase en su trono, como sucede en este día.
7 Ahora pues, oh SEÑOR Dios mío, tú has puesto a mí tu siervo por rey en lugar de David mi padre: y yo soy mozo pequeño, que no sé cómo entrar ni salir.
8 Y tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande, que no se puede contar ni numerar por su multitud.
9 Da pues a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, para discernir entre lo bueno y lo malo: porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?
10 Y agradó al Señor que Salomón pidiese esto.
11 Y díjole Dios: Porque has demandado esto, y no pediste para tí muchos días ni pediste para tí riquezas, ni pediste la vida de tus enemigos, mas demandaste para tí entendimiento para discernir juicio;
12 He aquí lo he hecho conforme a tus palabras: he aquí que te he dado corazón sabio y entendido, tanto que no haya habido antes de tí otro como tú, ni después de tí se levantará otro como tú.
13 Y aun también te he dado las cosas que no pediste, riquezas y gloria: tal, que entre los reyes ninguno haya como tú en todos tus días.
14 Y si anduvieres en mis caminos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como anduvo David tu padre, yo alargaré tus días.
15 Y como Salomón despertó, vio que era sueño: y vino a Jerusalem, y presentóse delante del arca del pacto del SEÑOR, y sacrificó holocaustos, e hizo pacíficos; hizo también banquete a todos sus siervos.
16 En aquella sazón vinieron dos mujeres rameras al rey, y presentáronse delante de él.
17 Y dijo la una mujer: ¡Ah, señor mío! yo y esta mujer morábamos en una misma casa, y yo parí estando con ella en la casa.
18 Y aconteció al tercer día después que yo parí, que ésta parió también, y morábamos nosotras juntas; ninguno de fuera estaba en casa, sino nosotras dos en la casa.
19 Y una noche el hijo de esta mujer murió, porque ella se acostó sobre él.
20 Y levantóse a media noche, y tomó a mi hijo de junto a mí, estando yo tu sierva durmiendo, y púsolo a su lado, y púsome a mi lado su hijo muerto.
21 Y como yo me levanté por la mañana para dar el pecho a mi hijo, he aquí que estaba muerto: mas observéle por la mañana, y ví que no era mi hijo, que yo había parido.
22 Entonces la otra mujer dijo: No; mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto. Y la otra volvió a decir: No; tu hijo es el muerto, y mi hijo es el que vive. Así hablaban delante del rey.
23 El rey entonces dijo: Ésta dice: Mi hijo es el que vive, y tu hijo es el muerto: y la otra dice, No, mas el tuyo es el muerto, y mi hijo es el que vive.
24 Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada.
25 En seguida el rey dijo: Partid por medio el niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra.
26 Entonces la mujer cuyo era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a tí; partidlo.
27 Entonces el rey respondió, y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis: ella es su madre.
28 Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey: y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar.
Y LLEGÁRONSE los días de David para morir, y mandó a Salomón su hijo, diciendo:
2 Yo voy el camino de toda la tierra: esfuérzate, y sé varón.
3 Guarda la ordenanza del SEÑOR tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus estatutos y mandamientos, y sus derechos y sus testimonios, de la manera que está escrito en la ley de Moisés, para que seas prosperado en todo lo que hicieres, y en todo aquello a que te tornares;
4 Para que confirme el SEÑOR la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren su camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón, y de toda su alma, jamás, dice, faltará a tí varón del trono de Israel.
5 Y ya sabes tú lo que me ha hecho Joab hijo de Sarvia, lo que hizo a dos generales del ejército de Israel, a Abner hijo de Ner, y a Amasa hijo de Jeter, los cuales él mató, derramando en paz la sangre de guerra, y poniendo la sangre de guerra en su talabarte que tenía sobre sus lomos, y en sus zapatos que tenía en sus pies.
6 Tú pues harás conforme a tu sabiduría; no dejarás descender sus canas a la sepultura en paz.
7 Mas a los hijos de Barzilai Galaadita harás misericordia, que sean de los convidados a tu mesa; porque ellos vinieron así a mí, cuando iba huyendo de Absalom tu hermano.
8 También tienes contigo a Semei hijo de Gera, hijo de Benjamín, de Bahurim, el cual me maldijo con una maldición fuerte el día que yo iba a Mahanaim. Mas él mismo descendió a recibirme al Jordán, y yo le juré por el SEÑOR, diciendo: Yo no te mataré a espada.
9 Empero ahora no lo absolverás: que hombre sabio eres, y sabes cómo te has de haber con él: y harás descender sus canas con sangre a la sepultura.
10 Y David durmió con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de David.
11 Los días que reinó David sobre Israel fueron cuarenta años: siete años reinó en Hebrón, y treinta y tres años reinó en Jerusalem.
12 Y se sentó Salomón en el trono de David su padre, y fue su reino firme en gran manera.
13 Entonces Adonía hijo de Haggit vino a Batseba madre de Salomón; y ella dijo: ¿Es tu venida de paz? Y él respondió: Sí, de paz.
14 En seguida dijo: Una palabra tengo que decirte. Y ella dijo: Dí.
15 Y él dijo: Tú sabes que el reino era mío, y que todo Israel había puesto en mí su rostro, para que yo reinara: mas el reino fue traspasado, y vino a mi hermano; porque por el SEÑOR era suyo.
16 Y ahora yo te hago una petición: no me hagas volver mi rostro. Y ella le dijo: Habla.
17 El entonces dijo: Yo te ruego que hables al rey Salomón, (porque él no te hará volver tu rostro), para que me dé a Abisag Sunamita por mujer.
18 Y Batseba dijo: Bien; yo hablaré por tí al rey.
19 Y vino Batseba al rey Salomón para hablarle por Adonía. Y el rey se levantó a recibirla, e inclinóse a ella, y volvió a sentarse en su trono, e hizo poner una silla a la madre del rey, la cual se sentó a su diestra.
20 Y ella dijo: Una pequeña petición pretendo de tí; no me hagas volver mi rostro. Y el rey le dijo: Pide, madre mía, que yo no te haré volver el rostro.
21 Y ella dijo: Dése Abisag Sunamita por mujer a tu hermano Adonía.
22 Y el rey Salomón respondió, y dijo a su madre: ¿Por qué pides a Abisag Sunamita para Adonía? Demanda también para él el reino, porque él es mi hermano mayor; y tiene también a Abiatar sacerdote, y a Joab hijo de Sarvia.
23 Y el rey Salomón juró por el SEÑOR, diciendo: Así me haga Dios y así me añada, que contra su vida ha hablado Adonía esta palabra.
24 Ahora pues, vive el SEÑOR, que me ha confirmado y me ha puesto sobre el trono de David mi padre, y que me ha hecho casa, como me había dicho, que Adonía morirá hoy.
25 Entonces el rey Salomón envió por mano de Benaía hijo de Joiada, el cual dio sobre él, y murió.
26 Y a Abiatar sacerdote dijo el rey: Vete a Anatot a tus heredades, que tú eres digno de muerte; mas no te mataré hoy, por cuanto has llevado el arca del Señor DIOS delante de David mi padre, y además has sido trabajado en todas las cosas en que fue trabajado mi padre.
27 Así echó Salomón a Abiatar del sacerdocio del SEÑOR, para que se cumpliese la palabra del SEÑOR que había dicho sobre la casa de Eli en Silo.
28 Y vino la noticia hasta Joab: porque también Joab se había adherido a Adonía, si bien no se había adherido a Absalom. Y huyó Joab al tabernáculo del SEÑOR, y asióse a los cornijales del altar.
29 Y fue hecho saber a Salomón que Joab había huído al tabernáculo del SEÑOR, y que estaba junto al altar. Entonces envió Salomón a Benaía hijo de Joiada, diciendo: Ve, y da sobre él.
30 Y entró Benaía al tabernáculo del SEÑOR, y díjole: El rey ha dicho que salgas. Y él dijo: No, sino aquí moriré. Y Benaía volvió con esta respuesta al rey, diciendo: Así habló Joab, y así me respondió.
31 Y el rey le dijo: Haz como él ha dicho; mátale y entiérralo, y quita de mí y de la casa de mi padre la sangre que Joab ha derramado injustamente.
32 Y el SEÑOR hará tornar su sangre sobre su cabeza: que él ha muerto dos varones más justos y mejores que él, a los cuales mató a espada sin que mi padre David supiese nada: a Abner hijo de Ner, general del ejército de Israel, y a Amasa hijo de Jeter, general del ejército de Judá.
33 La sangre pues de ellos recaerá sobre la cabeza de Joab, y sobre la cabeza de su simiente para siempre: mas sobre David y sobre su simiente, y sobre su casa y sobre su trono, habrá perpetuamente paz de parte del SEÑOR.
34 Entonces Benaía hijo de Joiada subió y dio sobre él, y matólo; y fue sepultado en su casa en el desierto.
35 Y el rey puso en su lugar a Benaía hijo de Joiada sobre el ejército: y a Sadoc puso el rey por sacerdote en lugar de Abiatar.
36 Después envió el rey, e hizo venir a Semei, y díjole: Edifícate una casa en Jerusalem, y mora ahí, y no salgas de allá a una parte ni a otra;
37 Porque sabe de cierto que el día que salieres, y pasares el torrente de Cedrón, sin duda morirás, y tu sangre será sobre tu cabeza.
38 Y Semei dijo al rey: La palabra es buena; como el rey mi señor ha dicho, así lo hará tu siervo. Y habitó Semei en Jerusalem muchos días.
39 Pero pasados tres años, aconteció que se le huyeron a Semei dos siervos a Aquís, hijo de Maaca, rey de Gat. Y dieron aviso a Semei, diciendo: He aquí que tus siervos están en Gat.
40 Levantóse entonces Semei, y enalbardó su asno, y fue a Gat, a Aquís, a procurar sus siervos. Fue pues Semei, y volvió sus siervos de Gat.
41 Díjose luego a Salomón como Semei había ido de Jerusalem hasta Gat, y que había vuelto.
42 Entonces el rey envió, e hizo venir a Semei, y díjole: ¿No te conjuré yo por el SEÑOR, y te protesté, diciendo: El día que salieres, y fueres acá o acullá, sabe de cierto que has de morir? Y tú me dijiste: La palabra es buena, yo la obedezco.
43 ¿Por qué pues no guardaste el juramento del SEÑOR, y el mandamiento que yo te impuse?
44 Dijo además el rey a Semei: Tú sabes todo el mal, el cual tu corazón bien sabe, que cometiste contra mi padre David; el SEÑOR pues, ha tornado el mal sobre tu cabeza.
45 Y el rey Salomón será bendito, y el trono de David será firme perpetuamente delante del SEÑOR.
46 Entonces el rey mandó a Benaía hijo de Joiada, el cual salió e hirióle; y murió. Y el reino fue confirmado en la mano de Salomón.
COMO el rey David era viejo, y entrado en días, cubríanle de vestidos, mas no se calentaba.
2 Dijéronle por tanto sus siervos: Busquen a mi señor el rey una moza virgen, para que esté delante del rey, y lo abrigue, y duerma a su lado, y calentará a mi señor el rey.
3 Y buscaron una moza hermosa por todo el término de Israel, y hallaron a Abisag Sunamita, y trajéronla al rey.
4 Y la moza era hermosa, la cual calentaba al rey, y le servía: mas el rey nunca la conoció.
5 Entonces Adonía hijo de Haggit se levantó, diciendo: Yo reinaré. E hízose de carros y gente de a caballo, y cincuenta hombres que corriesen delante de él.
6 Y su padre nunca lo entristeció en todos sus días con decirle: ¿Por qué haces así? Y también éste era de hermoso parecer; y habíalo engendrado después de Absalom.
7 Y tenía tratos con Joab hijo de Sarvia, y con Abiatar sacerdote, los cuales ayudaban a Adonía.
8 Mas Sadoc sacerdote, y Benaía hijo de Joiada, y Natán profeta, y Semei, y Reihi, y todos los grandes de David, no seguían a Adonía.
9 Y matando Adonía ovejas y vacas y animales engordados junto a la peña de Zohelet, que está cerca de la fuente de Rogel, convidó a todos sus hermanos los hijos del rey, y a todos los varones de Judá, siervos del rey:
10 Mas no convidó a Natán profeta, ni a Benaía, ni a los grandes, ni a Salomón su hermano.
11 Y habló Natán a Batseba madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que reina Adonía hijo de Haggit, sin saberlo David nuestro señor?
12 Ven pues ahora y toma mi consejo, para que guardes tu vida, y la vida de tu hijo Salomón.
13 Ve, y entra al rey David, y díle: Rey señor mío, ¿no has tú jurado a tu sierva, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono? ¿por qué pues reina Adonía?
14 Y estando tú aún hablando con el rey, yo entraré tras tí, y acabaré tus razones.
15 Entonces Batseba entró al rey a la cámara: y el rey era muy viejo; y Abisag Sunamita servía al rey.
16 Y Batseba se inclinó, e hizo reverencia al rey. Y el rey dijo: ¿Qué tienes?
17 Y ella le respondió: Señor mío, tú juraste a tu sierva por el SEÑOR tu Dios, diciendo: Salomón tu hijo reinará después de mí, y él se sentará en mi trono;
18 Y he aquí ahora Adonía reina: y tú, mi señor rey, ahora no lo supiste.
19 Ha matado bueyes, y animales engordados, y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a Abiatar sacerdote, y a Joab general del ejército; mas a Salomón tu siervo no ha convidado.
20 Entre tanto, rey señor mío, los ojos de todo Israel están sobre tí, para que les declares quién se ha de sentar en el trono de mi señor el rey después de él.
21 De otra suerte acontecerá, cuando mi señor el rey durmiere con sus padres, que yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.
22 Y estando aún hablando ella con el rey, he aquí Natán profeta, que vino.
23 Y dieron aviso al rey, diciendo: He aquí Natán profeta: el cual como entró al rey, postróse delante del rey inclinando su rostro a tierra.
24 Y dijo Natán: Rey señor mío, ¿has tú dicho: Adonía reinará después de mí, y él se sentará en mi trono?
25 Porque hoy ha descendido, y ha matado bueyes, y animales engordados, y muchas ovejas, y ha convidado a todos los hijos del rey, y a los capitanes del ejército, y también a Abiatar sacerdote; y he aquí, están comiendo y bebiendo delante de él, y han dicho: ¡Viva el rey Adonía!
26 Mas ni a mí tu siervo, ni a Sadoc sacerdote, ni a Benaía hijo de Joiada, ni a Salomón tu siervo, ha convidado.
27 ¿Es este negocio ordenado por mi señor el rey, sin haber declarado a tu siervo quién se había de sentar en el trono de mi señor el rey después de él?
28 Entonces el rey David respondió, y dijo: Llamadme a Batseba. Y ella entró a la presencia del rey, y púsose delante del rey.
29 Y el rey juró, diciendo: Vive el SEÑOR, que ha redimido mi alma de toda angustia,
30 Que como yo te he jurado por el SEÑOR Dios de Israel, diciendo: Tu hijo Salomón reinará después de mí, y él se sentará en mi trono en lugar mío; que así lo haré hoy.
31 Entonces Batseba se inclinó al rey, su rostro a tierra, y haciendo reverencia al rey, dijo: Viva mi señor el rey David para siempre.
32 Y el rey David dijo: Llamadme a Sadoc sacerdote, y a Natán profeta, y a Benaía hijo de Joiada. Y ellos entraron a la presencia del rey.
33 Y el rey les dijo: Tomad con vosotros los siervos de vuestro señor, y haced subir a Salomón mi hijo en mi mula, y llevadlo a Gihón:
34 Y allí lo ungirán Sadoc sacerdote y Natán profeta por rey sobre Israel; y tocaréis trompeta, diciendo: ¡Viva el rey Salomón!
35 Después iréis vosotros detrás de él, y vendrá y se sentará en mi trono, y él reinará por mí; porque a él he ordenado para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.
36 Entonces Benaía hijo de Joiada respondió al rey, y dijo: Amén. Así lo diga el SEÑOR, Dios de mi señor el rey.
37 De la manera que el SEÑOR ha sido con mi señor el rey, así sea con Salomón; y él haga mayor su trono que el trono de mi señor el rey David.
38 Y descendió Sadoc sacerdote, y Natán profeta, y Benaía hijo de Joiada, y los Cereteos y los Peleteos, e hicieron subir a Salomón en la mula del rey David, y lleváronlo a Gihón.
39 Y tomando Sadoc sacerdote el cuerno del aceite del tabernáculo, ungió a Salomón: y tocaron trompeta, y dijo todo el pueblo: ¡Viva el rey Salomón!
40 Después subió todo el pueblo en pos de él, y cantaba la gente con flautas, y hacían grandes alegrías, que parecía que la tierra se hundía con el clamor de ellos.
41 Y oyólo Adonía, y todos los convidados que con él estaban, cuando ya habían acabado de comer. Y oyendo Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué se alborota la ciudad con estruendo?
42 Estando aún él hablando, he aquí Jonatán hijo de Abiatar sacerdote vino, al cual dijo Adonía: Entra, porque tú eres hombre de esfuerzo, y traerás buenas nuevas.
43 Y Jonatán respondió, y dijo a Adonía: Ciertamente nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón:
44 Y el rey ha enviado con él a Sadoc sacerdote y a Natán profeta, y a Benaía hijo de Joiada, y también a los Cereteos y a los Peleteos, los cuales le hicieron subir en la mula del rey;
45 Y Sadoc sacerdote y Natán profeta lo han ungido en Gihón por rey: y de allá han subido con alegrías, y la ciudad está llena de estruendo. Éste es el alboroto que habéis oído.
46 Y también Salomón se ha sentado en el trono del reino.
47 Y aun los siervos del rey han venido a bendecir a nuestro señor el rey David, diciendo: Dios haga bueno el nombre de Salomón más que tu nombre, y haga mayor su trono que el tuyo. Y el rey adoró en la cama.
48 Y también el rey habló así: Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, que ha dado hoy quien se siente en mi trono, viéndolo mis ojos.
49 Ellos entonces se estremecieron, y levantáronse todos los convidados que estaban con Adonía, y fuese cada uno por su camino.
50 Mas Adonía, temiendo de la presencia de Salomón, levantóse y fuese, y cogió los cornijales del altar.
51 Y fue hecho saber a Salomón, diciendo: He aquí que Adonía tiene miedo del rey Salomón: pues ha cogido los cornijales del altar, diciendo: Júreme hoy el rey Salomón que no matará a espada a su siervo.
52 Y Salomón dijo: Si él fuere virtuoso, ni uno de sus cabellos caerá en tierra: mas si se hallare mal en él, morirá.
53 Y envió el rey Salomón, y trajéronlo del altar; y él vino, e inclinóse al rey Salomón. Y Salomón le dijo: Vete a tu casa.