Capítulo 12345678910111213141516171819202122232425262728293031
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LOS Filisteos pues pelearon con Israel, y los de Israel huyeron delante de los Filisteos, y cayeron muertos en el monte de Gilboa.
2 Y siguiendo los Filisteos a Saúl y a sus hijos, mataron a Jonatán, y a Abinadab, y a Malquisúa, hijos de Saúl.
3 Y agravóse la batalla sobre Saúl, y le alcanzaron los flecheros; y quedó gravemente herido de los flecheros.
4 Entonces dijo Saúl a su escudero: Saca tu espada, y pásame con ella, porque no vengan estos incircuncisos, y me pasen, y me escarnezcan. Mas su escudero no quería, porque tenía gran temor. Entonces tomó Saúl la espada, y echóse sobre ella.
5 Y viendo su escudero a Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y murió con él.
6 Así murió Saúl en aquel día, juntamente con sus tres hijos, y su escudero, y todos sus varones.
7 Y los de Israel que eran de la otra parte del valle, y de la otra parte del Jordán, viendo que Israel había huído, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron las ciudades y huyeron; y los Filisteos vinieron y habitaron en ellas.
8 Y aconteció el siguiente día, que viniendo los Filisteos a despojar los muertos, hallaron a Saúl y a sus tres hijos tendidos en el monte de Gilboa;
9 Y cortáronle la cabeza, y desnudáronle las armas; y enviaron a tierra de los Filisteos al contorno, para que lo noticiaran en el templo de sus ídolos, y por el pueblo.
10 Y pusieron sus armas en el templo de Astarot, y colgaron su cuerpo en el muro de Bet-san.
11 Mas oyendo los de Jabes de Galaad esto que los Filisteos hicieron a Saúl,
12 Todos los hombres valientes se levantaron, y anduvieron toda aquella noche, y quitaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos del muro de Bet-san; y viniendo a Jabes, quemáronlos allí.
13 Y tomando sus huesos, sepultáronlos debajo de un árbol en Jabes, y ayunaron siete días.
Y CUANDO David y los suyos vinieron a Siclag el tercer día, los de Amalec habían invadido el sur y a Siclag, y habían desolado a Siclag, y puéstola a fuego.
2 Y habíanse llevado cautivas a las mujeres que estaban en ella, desde el menor hasta el mayor; mas a nadie habían muerto, sino llevado, e ídose su camino.
3 Vino pues David con los suyos a la ciudad, y he aquí que estaba quemada a fuego, y sus mujeres y sus hijos e hijas llevadas cautivas.
4 Entonces David y la gente que con él estaba, alzaron su voz y lloraron, hasta que les faltaron las fuerzas para llorar.
5 Las dos mujeres de David, Ahinoam Jezreelita y Abigail la que fue mujer de Nabal del Carmelo, también eran cautivas.
6 Y David fue muy angustiado, porque el pueblo hablaba de apedrearlo; porque todo el pueblo estaba con ánimo amargo, cada uno por sus hijos y por sus hijas: mas David se esforzó en el SEÑOR su Dios.
7 Y dijo David al sacerdote Abiatar hijo de Ahimelec: Yo te ruego que me acerques el efod. Y Abiatar acercó el efod a David.
8 Y David consultó al SEÑOR, diciendo: ¿Seguiré esta tropa? ¿podréla alcanzar? Y él le dijo: Síguela, que de cierto la alcanzarás, y sin falta librarás la presa.
9 Partióse pues David, él y los seiscientos hombres que con él estaban, y vinieron hasta el torrente de Besor, donde se quedaron algunos.
10 Y David siguió el alcance con cuatrocientos hombres; porque se quedaron atrás doscientos, que cansados no pudieron pasar el torrente de Besor.
11 Y hallaron en el campo un hombre Egipcio, el cual trajeron a David, y diéronle pan que comiese, y a beber agua;
12 Diéronle también un pedazo de masa de higos secos, y dos hilos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches.
13 Y díjole David: ¿De quién eres tú? ¿y de dónde eres? Y respondió el mozo Egipcio: Yo soy siervo de un Amalecita, y dejóme mi amo hoy ha tres días, porque estaba enfermo;
14 Pues hicimos una incursión a la parte del sur de los Cereteos, y a Judá, y al sur de Caleb; y pusimos fuego a Siclag.
15 Y díjole David: ¿Me llevarás tú a esa tropa? Y él dijo: Hazme juramento por Dios que no me matarás, ni me entregarás en las manos de mi amo, y yo te llevaré a esa tropa.
16 Llevólo pues: y he aquí que estaban derramados sobre la faz de toda aquella tierra, comiendo y bebiendo y haciendo fiesta, por toda aquella gran presa que habían tomado de la tierra de los Filisteos, y de la tierra de Judá.
17 E hiriólos David desde aquella mañana hasta la tarde del día siguiente: y no escapó de ellos ninguno, sino cuatrocientos mancebos, que habían subido en camellos y huyeron.
18 Y libró David todo lo que los Amalecitas habían tomado: y asimismo libertó David a sus dos mujeres.
19 Y no les faltó cosa chica ni grande, así de hijos como de hijas, del robo, y de todas las cosas que les habían tomado: todo lo recobró David.
20 Tomó también David todas las ovejas y ganados mayores; y trayéndolo todo delante, decían: Ésta es la presa de David.
21 Y vino David a los doscientos hombres que habían quedado cansados y no habían podido seguir a David, a los cuales habían hecho quedar en el torrente de Besor; y ellos salieron a recibir a David, y al pueblo que con él estaba. Y como David llegó a la gente, saludóles con paz.
22 Entonces todos los malos y hombres de Belial de entre los que habían ido con David, respondieron y dijeron: Pues que no fueron con nosotros, no les daremos de la presa que hemos quitado, sino a cada uno su mujer y sus hijos; los cuales tomen y se vayan.
23 Y David dijo: No hagáis eso, hermanos míos, de lo que nos ha dado el SEÑOR; el cual nos ha guardado, y ha entregado en nuestras manos la tropa que vino sobre nosotros.
24 ¿Y quién os escuchará en este caso? porque igual parte ha de ser la de los que vienen a la batalla, y la de los que quedan con el bagaje: que partan juntamente.
25 Y desde aquel día en adelante fue esto puesto por ley y ordenanza en Israel, hasta hoy.
26 Y como David llegó a Siclag, envió de la presa a los ancianos de Judá, sus amigos, diciendo: He aquí una bendición para vosotros, de la presa de los enemigos del SEÑOR.
27 A los que estaban en Betel, y en Ramot al sur, y a los que estaban en Jatir;
28 Y a los que estaban en Aroer, y en Sifmot, y a los que estaban en Estemoa;
29 Y a los que estaban en Racal, y a los que estaban en las ciudades de Jerameel, y a los que estaban en las ciudades del Cineo;
30 Y a los que estaban en Horma, y a los que estaban en Corasán, y a los que estaban en Atac;
31 Y a los que estaban en Hebrón, y en todos los lugares donde David había estado con los suyos.
Y LOS Filisteos juntaron todos sus campos en Afec; e Israel puso su campo junto a la fuente que está en Jezreel.
2 Y cuando los príncipes de los Filisteos pasaban revista a sus compañías de a ciento y de a mil hombres, David y sus hombres iban en la retaguardia con Aquís.
3 Y dijeron los príncipes de los Filisteos: ¿Qué hacen aquí estos Hebreos? Y Aquís respondió a los príncipes de los Filisteos: ¿No es éste David, el siervo de Saúl rey de Israel, que ha estado conmigo algunos días o algunos años, y no he hallado cosa en él desde el día que se pasó a mí hasta hoy?
4 Entonces los príncipes de los Filisteos se enojaron contra él, y los príncipes de los Filisteos le dijeron: Envía a este hombre, que se vuelva al lugar que le señalaste, y no venga con nosotros a la batalla, no sea que en la batalla se nos vuelva enemigo: porque ¿con qué cosa volvería mejor a la gracia de su señor que con las cabezas de estos hombres?
5 ¿No es este David de quien cantaban en los corros, diciendo: Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles?
6 Y Aquís llamó a David, y díjole: Vive el SEÑOR, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y entrada en el campo conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en tí desde el día que viniste a mí hasta hoy: mas en los ojos de los príncipes no agradas.
7 Vuélvete pues, y vete en paz; y no hagas lo malo en los ojos de los príncipes de los Filisteos.
8 Y David respondió a Aquís: ¿Qué he hecho? ¿qué has hallado en tu siervo desde el día que estoy contigo hasta hoy, para que yo no vaya y pelee contra los enemigos de mi señor el rey?
9 Y Aquís respondió a David, y dijo: Yo sé que tú eres bueno en mis ojos, como un ángel de Dios; mas los príncipes de los Filisteos han dicho: No venga con nosotros a la batalla.
10 Levántate pues de mañana, tú y los siervos de tu señor que han venido contigo; y levantándoos de mañana, luego al amanecer partíos.
11 Y levantóse David de mañana, él y los suyos, para irse y volverse a la tierra de los Filisteos; y los Filisteos fueron a Jezreel.
Y ACONTECIÓ que en aquellos días los Filisteos juntaron sus campos para pelear contra Israel. Y dijo Aquís a David: Sabe de cierto que has de salir conmigo a campaña, tú y los tuyos.
2 Y David respondió a Aquís: Sabrás pues lo que hará tu siervo. Y Aquís dijo a David: Por tanto te haré guarda de mi cabeza todos los días.
3 Ya Samuel era muerto, y todo Israel lo había lamentado, y habíanle sepultado en Ramá, en su ciudad. Y Saúl había echado de la tierra los encantadores y adivinos.
4 Pues como los Filisteos se juntaron, vinieron y asentaron campo en Sunam: y Saúl juntó a todo Israel, y asentaron campo en Gilboa.
5 Y cuando vio Saúl el campo de los Filisteos, temió, y turbóse su corazón en gran manera.
6 Y consultó Saúl al SEÑOR; pero el SEÑOR no le respondió, ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas.
7 Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de hechicería, para que yo vaya a ella, y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de hechicería.
8 Y disfrazóse Saúl, y púsose otros vestidos, y fuese con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de hechicería, y me hagas subir a quien yo te dijere.
9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha separado de la tierra los hechiceros y los adivinos: ¿por qué pues pones tropiezo a mi vida, para hacerme matar?
10 Entonces Saúl le juró por el SEÑOR, diciendo: Vive el SEÑOR, que ningún mal te vendrá por esto.
11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel.
12 Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo:
13 ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra.
14 Y él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.
15 Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy congojado; pues los Filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por mano de profetas, ni por sueños: por esto te he llamado, para que me declares qué tengo de hacer.
16 Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, habiéndose apartado de tí el SEÑOR, y es tu enemigo?
17 El SEÑOR pues ha hecho como habló por medio de mí; pues ha cortado el SEÑOR el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero David.
18 Como tú no obedeciste a la voz del SEÑOR, ni cumpliste el furor de su ira sobre Amalec, por eso el SEÑOR te ha hecho esto hoy.
19 Y el SEÑOR entregará a Israel también contigo en manos de los Filisteos: y mañana seréis conmigo, tú y tus hijos: y aun el campo de Israel entregará el SEÑOR en manos de los Filisteos.
20 En aquel punto cayó Saúl en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; que no quedó en él esfuerzo ninguno, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan.
21 Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndole en grande manera turbado, díjole: He aquí que tu criada ha obedecido a tu voz, y he puesto mi vida en mi mano, y he oído las palabras que tú me has dicho.
22 Ruégote pues, que tú también oigas la voz de tu sierva: pondré yo delante de tí un bocado de pan que comas, para que te corrobores, y vayas tu camino.
23 Y él lo rehusó, diciendo: No comeré. Mas sus criados juntamente con la mujer le constriñeron, y él los obedeció. Levantóse pues del suelo, y sentóse sobre una cama.
24 Y aquella mujer tenía en su casa un ternero grueso, el cual mató luego; y tomó harina y amasóla, y coció de ella panes sin levadura.
25 Y lo trajo delante de Saúl y de sus criados; y luego que hubieron comido, se levantaron, y partieron aquella noche.
Y DIJO David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl: nada por tanto me será mejor que fugarme a la tierra de los Filisteos, para que Saúl se deje de mí, y no me ande buscando más por todos los términos de Israel, y así me escaparé de sus manos.
2 Levantóse pues David, y con los seiscientos hombres que tenía consigo pasóse a Aquís hijo de Maoc, rey de Gat.
3 Y moró David con Aquís en Gat, él y los suyos, cada uno con su familia: David con sus dos mujeres, Ahinoam Jezreelita, y Abigail, la que fue mujer de Nabal el del Carmelo.
4 Y vino la nueva a Saúl que David se había huído a Gat, y no lo buscó más.
5 Y David dijo a Aquís: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, séame dado lugar en algunas de las ciudades de la tierra, donde habite: porque ¿ha de morar tu siervo contigo en la ciudad real?
6 Y Aquís le dio aquel día a Siclag. De aquí fue Siclag de los reyes de Judá hasta hoy.
7 Y fue el número de los días que David habitó en la tierra de los Filisteos, un año y cuatro meses.
8 Y subía David con los suyos, y hacían entradas en los Gesureos, y en los Gerzeos, y en los Amalecitas: porque estos habitaban de largo tiempo la tierra, desde como se va a Shur hasta la tierra de Egipto.
9 Y hería David el país, y no dejaba a vida hombre ni mujer: y llevábase las ovejas y las vacas y los asnos y los camellos y las ropas; y volvía, y veníase a Aquís.
10 Y decía Aquís: ¿Dónde habéis corrido hoy? Y David decía: Al sur de Judá, y al sur de Jerameel, o contra el sur de Ceni.
11 Ni hombre ni mujer dejaba a vida David, que viniese a Gat; diciendo: Porque no den aviso de nosotros, diciendo: Esto hizo David. Y esta era su costumbre todo el tiempo que moró en tierra de los Filisteos.
12 Y Aquís creía a David, diciendo así: Él se hace abominable en su pueblo de Israel, y será siempre mi siervo.
Y VINIERON los Zifeos a Saúl en Gabaa, diciendo: ¿No está David escondido en el collado de Haquila delante del desierto?
2 Saúl entonces se levantó, y descendió al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres escogidos de Israel, para buscar a David en el desierto de Zif.
3 Y asentó Saúl el campo en el collado de Haquila, que está delante del desierto junto al camino. Y estaba David en el desierto, y entendió que Saúl le seguía en el desierto.
4 David por tanto envió espías, y entendió por cierto que Saúl había venido.
5 Y levantóse David, y vino al sitio donde Saúl había asentado el campo; y miró David el lugar donde dormía Saúl, y Abner hijo de Ner, general de su ejército. Y estaba Saúl durmiendo en la trinchera, y el pueblo por el campo en derredor de él.
6 Entonces habló David, y requirió a Ahimelec Heteo, y a Abisai hijo de Sarvia, hermano de Joab, diciendo: ¿Quién descenderá conmigo a Saúl al campo? Y dijo Abisai: Yo descenderé contigo.
7 David pues y Abisai vinieron al pueblo de noche: y he aquí Saúl que estaba tendido durmiendo en la trinchera, y su lanza hincada en tierra a su cabecera; y Abner y el pueblo estaban alrededor de él tendidos.
8 Entonces dijo Abisai a David: Hoy ha Dios entregado a tu enemigo en tus manos: ahora pues, herirélo luego con la lanza, cosiéndole con la tierra de un golpe, y no segundaré.
9 Y David respondió a Abisai: No le mates: porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido del SEÑOR, y será inocente?
10 Dijo además David: Vive el SEÑOR, que si el SEÑOR no lo hiriere, o que su día llegue para que muera, o que descendiendo en batalla perezca,
11 Guárdeme el SEÑOR de extender mi mano contra el ungido del SEÑOR; empero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la botija del agua, y vámonos.
12 Llevóse pues David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Saúl, y fuéronse; que no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían: porque un profundo sueño enviado del SEÑOR había caído sobre ellos.
13 Y pasando David de la otra parte, púsose desviado en la cumbre del monte, habiendo grande distancia entre ellos;
14 Y dio voces David al pueblo, y a Abner hijo de Ner, diciendo: ¿No respondes, Abner? Entonces Abner respondió y dijo: ¿Quién eres tú que das voces al rey?
15 Y dijo David a Abner: ¿No eres varón tú? ¿y quién hay como tú en Israel? ¿por qué pues no has guardado al rey tu señor? que ha entrado uno del pueblo a matar a tu señor el rey.
16 Esto que has hecho, no está bien. Vive el SEÑOR, que sois dignos de muerte, que no habéis guardado a vuestro señor, al ungido del SEÑOR. Mira pues ahora dónde está la lanza del rey, y la botija del agua que estaba a su cabecera.
17 Y conociendo Saúl la voz de David, dijo: ¿No es esta tu voz, hijo mío David? Y David respondió: Mi voz es, rey señor mío.
18 Y dijo: ¿Por qué persigue así mi señor a su siervo? ¿qué he hecho? ¿qué mal hay en mi mano?
19 Ruego pues, que el rey mi señor oiga ahora las palabras de su siervo. Si el SEÑOR te incita contra mí, acepte un sacrificio: mas si fueren hijos de hombres, malditos ellos en presencia del SEÑOR, que me han echado hoy para que no me junte en la heredad del SEÑOR, diciendo: Ve y sirve a dioses ajenos.
20 No caiga pues ahora mi sangre en tierra delante del SEÑOR: porque ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien persigue una perdiz por los montes.
21 Entonces dijo Saúl: He pecado: vuélvete, hijo mío David, que ningún mal te haré más, pues que mi vida ha sido estimada hoy en tus ojos. He aquí, yo he hecho neciamente, y he errado en gran manera.
22 Y David respondió, y dijo: He aquí la lanza del rey; pase acá uno de los criados, y tómela.
23 Y el SEÑOR pague a cada uno su justicia y su lealtad: que el SEÑOR te había entregado hoy en mi mano, mas yo no quise extender mi mano sobre el ungido del SEÑOR.
24 Y he aquí, como tu vida ha sido estimada hoy en mis ojos, así sea mi vida estimada en los ojos del SEÑOR, y me libre de toda aflicción.
25 Y Saúl dijo a David: Bendito eres tú, hijo mío David; sin duda ejecutarás tú grandes empresas, y prevalecerás. Entonces David se fue su camino, y Saúl se volvió a su lugar.
Y MURIÓ Samuel, y juntóse todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en Ramá. Y levantóse David, y se fue al desierto de Parán.
2 Y en Maón había un hombre que tenía su hacienda en el Carmelo, el cual era muy rico, que tenía tres mil ovejas y mil cabras. Y aconteció hallarse esquilando sus ovejas en el Carmelo.
3 El nombre de aquel varón era Nabal, y el nombre de su mujer, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de buena gracia; mas el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Caleb.
4 Y oyó David en el desierto que Nabal esquilaba sus ovejas.
5 Entonces envió David diez criados, y díjoles: Subid al Carmelo, e id a Nabal, y saludadle en mi nombre,
6 Y decidle así: Que vivas y sea paz a tí, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes.
7 Ha poco supe que tienes esquiladores. Ahora, a los pastores tuyos que han estado con nosotros, nunca les hicimos fuerza, ni les faltó algo en todo el tiempo que han estado en el Carmelo.
8 Pregunta a tus criados, que ellos te lo dirán. Hallen por tanto estos criados gracia en tus ojos, pues que venimos en buen día: ruégote que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David.
9 Y como llegaron los criados de David, dijeron a Nabal todas estas palabras en nombre de David, y callaron.
10 Y Nabal respondió a los criados de David, y dijo: ¿Quién es David? ¿y quién es el hijo de Isaí? Muchos siervos hay hoy que se huyen de sus señores.
11 ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y mi víctima que he preparado para mis esquiladores, y la daré a hombres que no sé de dónde son?
12 Y tornándose los criados de David, volviéronse por su camino, y vinieron y dijeron a David todas estas palabras.
13 Entonces David dijo a sus hombres: Cíñase cada uno su espada. Y ciñóse cada uno su espada: también David ciñó su espada; y subieron tras David como cuatrocientos hombres, y dejaron doscientos con el bagaje.
14 Y uno de los criados dio aviso a Abigail mujer de Nabal, diciendo: He aquí David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido.
15 Mas aquellos hombres nos han sido muy buenos, y nunca nos han hecho fuerza, ni ninguna cosa nos ha faltado en todo el tiempo que hemos conversado con ellos, mientras hemos estado en el campo.
16 Hannos sido por muro de día y de noche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas.
17 Ahora pues, considera y ve lo que has de hacer; que ya se ha determinado el mal contra nuestro señor y contra toda su casa: pues él es tan hijo de Belial, que no hay quien que pueda hablarle.
18 Entonces Abigail tomó luego doscientos panes, y dos cueros de vino, y cinco ovejas guisadas, y cinco medidas de grano tostado, y cien hilos de uvas pasas, y doscientos panes de higos secos, y cargólo en asnos;
19 Y dijo a sus criados: Id delante de mí, que yo os seguiré luego. Y nada declaró a su marido Nabal.
20 Y sentándose sobre un asno, descendió por una parte secreta del monte, y he aquí David y los suyos que venían frente a ella, y ella les fue al encuentro.
21 Y David había dicho: Ciertamente en vano he guardado todo lo que éste tiene en el desierto, sin que nada le haya faltado de todo cuanto es suyo; y él me ha vuelto mal por bien.
22 Así haga Dios, y así añada a los enemigos de David, que de aquí a mañana no tengo de dejar de todo lo que fuere suyo ni a un meante a la pared.
23 Y como Abigail vio a David, apeóse prestamente del asno, y postrándose delante de David sobre su rostro, inclinóse a tierra;
24 Y echóse a sus pies, y dijo: Señor mío, sobre mí sea el pecado; mas ruégote hable tu sierva en tus oídos, y oye las palabras de tu sierva.
25 Ruégote que mi señor no haga caso a Nabal, aquel hombre de Belial; porque conforme a su nombre, así es. Él se llama Nabal, y la insensatez está con él: mas yo tu sierva no vi a los jóvenes de mi señor, los cuales tú enviaste.
26 Ahora pues, señor mío, vive el SEÑOR y vive tu alma, que el SEÑOR te ha estorbado que vinieses a derramar sangre, y vengarte por tu propia mano. Sean pues como Nabal tus enemigos, y todos los que procuran mal contra mi señor.
27 Y ahora esta bendición que tu sierva ha traído a mi señor, dése a los criados que siguen a mi señor.
28 Y yo te ruego que perdones a tu sierva esta ofensa; pues el SEÑOR de cierto hará casa firme a mi señor, por cuanto mi señor hace las guerras del SEÑOR, y mal no se ha hallado en tí en tus días.
29 Bien que alguien se haya levantado a perseguirte y atentar a tu vida, con todo, el alma de mi señor será ligada en el fajo de vida con el SEÑOR Dios tuyo, y él arrojará el alma de tus enemigos como de en medio de la palma de una honda.
30 Y acontecerá que cuando el SEÑOR hiciere con mi señor conforme a todo el bien que ha hablado de tí, y te mandare que seas caudillo sobre Israel,
31 Entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo y turbación de corazón, el que hayas derramado sangre sin causa, o que mi señor se haya vengado por sí mismo. Guárdese pues mi señor, y cuando el SEÑOR hiciere bien a mi señor, acuérdate de tu sierva.
32 Y dijo David a Abigail: Bendito sea el SEÑOR Dios de Israel, que te envió para que hoy me encontrases;
33 Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has estorbado hoy el ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano:
34 Porque, de cierto vive el SEÑOR Dios de Israel que me ha defendido de hacerte mal, que si no te hubieras dado priesa en venirme al encuentro, de aquí a mañana no le quedara a Nabal meante a la pared.
35 Y recibió David de su mano lo que le había traído, y díjole: Sube en paz a tu casa, y mira que he oído tu voz, y he aceptado tu persona.
36 Y Abigail se vino a Nabal, y he aquí que él tenía banquete en su casa como banquete de rey: y el corazón de Nabal estaba alegre en él, y estaba muy borracho; por lo que ella no le declaró poco ni mucho, hasta que vino el día siguiente.
37 Pero a la mañana, cuando el vino había salido de Nabal, refirióle su mujer aquestas cosas; y se le amorteció el corazón, y quedóse como piedra.
38 Y pasados diez días el SEÑOR hirió a Nabal, y murió.
39 Y luego que David oyó que Nabal era muerto, dijo: Bendito sea el SEÑOR que juzgó la causa de mi afrenta recibida de la mano de Nabal, y ha preservado del mal a su siervo; y el SEÑOR ha tornado la malicia de Nabal sobre su propia cabeza. Después envió David a hablar a Abigail, para tomarla por su mujer.
40 Y los criados de David vinieron a Abigail en el Carmelo, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a tí, para tomarte por su mujer.
41 Y ella se levantó, e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi señor.
42 Y levantándose luego Abigail con cinco mozas que la seguían, montóse en un asno, y siguió los mensajeros de David, y fue su mujer.
43 También tomó David a Ahinoam de Jezreel, y ambas a dos fueron sus mujeres.
44 Porque Saúl había dado su hija Mical mujer de David, a Palti hijo de Lais, que era de Gallim.
Y COMO Saúl volvió de los Filisteos, diéronle aviso diciendo: He aquí que David está en el desierto de Engadi.
2 Y tomando Saúl tres mil hombres escogidos de todo Israel, fue en busca de David y de los suyos, por las cumbres de los peñascos de las cabras monteses.
3 Y como llegó a una majada de ovejas en el camino, donde había una cueva, entró Saúl en ella a cubrir sus pies: y David y los suyos estaban a los lados de la cueva.
4 Entonces los de David le dijeron: He aquí el día que te ha dicho el SEÑOR: He aquí que entregó tu enemigo en tus manos, y harás con él como te pareciere. Y levantóse David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl.
5 Después de lo cual el corazón de David le golpeaba, porque había cortado la orilla del manto de Saúl.
6 Y dijo a los suyos: el SEÑOR me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido del SEÑOR, que yo extienda mi mano contra él; porque es el ungido del SEÑOR.
7 Así quebrantó David a los suyos con palabras, y no les permitió que se levantasen contra Saúl. Y Saúl, saliendo de la cueva, fuese su camino.
8 También David se levantó después, y saliendo de la cueva dio voces a las espaldas de Saúl, diciendo: ¡Mi señor el rey! Y como Saúl miró atrás, David inclinó su rostro a tierra, e hizo reverencia.
9 Y dijo David a Saúl: ¿Por qué oyes las palabras de los que dicen: Mira que David procura tu mal?
10 He aquí han visto hoy tus ojos como el SEÑOR te ha puesto hoy en mis manos en la cueva: y dijeron que te matase, mas te perdoné, porque dije: No extenderé mi mano contra mi señor, porque ungido es del SEÑOR.
11 Y mira, padre mío, mira aún la orilla de tu manto en mi mano: porque yo corté la orilla de tu manto, y no te maté. Conoce pues, y ve que no hay mal ni traición en mi mano, ni he pecado contra tí; con todo, tú andas a caza de mi vida para quitármela.
12 Juzgue el SEÑOR entre mí y tí, y véngueme de tí el SEÑOR: empero mi mano no será contra tí.
13 Como dice el proverbio de los antiguos: De los impíos saldrá la impiedad: así que mi mano no será contra tí.
14 ¿Tras quién ha salido el rey de Israel? ¿a quién persigues? ¿a un perro muerto? ¿a una pulga?
15 El SEÑOR pues será juez, y él juzgará entre mí y tí. El vea, y sustente mi causa, y me defienda de tu mano.
16 Y aconteció que, como David acabó de decir estas palabras a Saúl, Saúl dijo: ¿No es esta la voz tuya, hijo mío David? Y alzando Saúl su voz lloró.
17 Y dijo a David: Más justo eres tú que yo, que me has pagado con bien, habiéndote yo pagado con mal.
18 Tú has mostrado hoy que has hecho conmigo bien; pues no me has muerto, habiéndome el SEÑOR puesto en tus manos.
19 Porque ¿quién hallará a su enemigo, y lo dejará ir sano y salvo? el SEÑOR te pague con bien por lo que en este día has hecho conmigo.
20 Y ahora, ciertamente yo se que tú has de reinar, y que el reino de Israel ha de ser en tu mano firme y estable,
21 Júrame pues ahora por el SEÑOR, que no cortarás mi simiente después de mí, ni raerás mi nombre de la casa de mi padre.
22 Entonces David juró a Saúl. Y fuese Saúl a su casa, y David y los suyos se subieron al sitio fuerte.
Y YÉNDOSE David de allí, escapóse a la cueva de Adulam; lo cual como oyeron sus hermanos y toda la casa de su padre, vinieron allí a él.
2 Y juntáronse con él todos los afligidos, y todo el que estaba adeudado, y todos los que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho capitán de ellos: y tuvo consigo como cuatrocientos hombres.
3 Y fuese David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí.
4 Trájolos pues a la presencia del rey de Moab, y habitaron con él todo el tiempo que David estuvo en la fortaleza.
5 Y Gad profeta dijo a David: No te estés en esta fortaleza, pártete, y vete a tierra de Judá. Y David se partió, y vino al bosque de Haret.
6 Y oyó Saúl como había parecido David, y los que estaban con él. Estaba entonces Saúl en Gabaa debajo de un árbol en Ramá, y tenía su lanza en su mano, y todos sus criados estaban en derredor de él.
7 Y dijo Saúl a sus criados que estaban en derredor de él: Oid ahora, hijos de Benjamín: ¿Os dará también a todos vosotros el hijo de Isaí tierras y viñas, y os hará a todos tribunos y centuriones;
8 Que todos vosotros habéis conspirado contra mí, y no hay quien me descubra al oído como mi hijo ha hecho pacto con el hijo de Isaí, ni alguno de vosotros que se duela de mí, y me descubra como mi hijo ha levantado a mi siervo contra mí, para que me aceche, según hace hoy día?
9 Entonces Doeg Idumeo, que era superior entre los siervos de Saúl, respondió y dijo: Yo ví al hijo de Isaí que vino a Nob, a Ahimelec hijo de Ahitob;
10 El cual consultó por él al SEÑOR, y dióle provisión, y también le dio la espada de Goliat el Filisteo.
11 Y el rey envió por el sacerdote Ahimelec hijo de Ahitob, y por toda la casa de su padre, los sacerdotes que estaban en Nob: y todos vinieron al rey.
12 Y Saúl le dijo: Oye ahora, hijo de Ahitob. Y él dijo: Heme aquí, señor mío.
13 Y díjole Saúl: ¿Por qué habéis conspirado contra mí, tú y el hijo de Isaí, cuando tú le diste pan y espada, y consultaste por él a Dios, para que se levantase contra mí y me acechase, como lo hace hoy día?
14 Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo: ¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David, yerno además del rey, y que va por tu mandado, y es ilustre en tu casa?
15 ¿He comenzado yo desde hoy a consultar por él a Dios? lejos sea de mí: no impute el rey cosa alguna a su siervo, ni a toda la casa de mi padre; porque tu siervo ninguna cosa sabe de este negocio, grande ni chica.
16 Y el rey dijo: Sin duda morirás, Ahimelec, tú y toda la casa de tu padre.
17 Entonces dijo el rey a la gente de su guardia que estaba alrededor de él: Cercad y matad a los sacerdotes del SEÑOR; porque también la mano de ellos es con David, pues sabiendo ellos que huía, no me lo descubrieron. Mas los siervos del rey no quisieron extender sus manos para matar a los sacerdotes del SEÑOR.
18 Entonces dijo el rey a Doeg: Vuelve tú, y arremete contra los sacerdotes. Y revolviéndose Doeg Idumeo, arremetió contra los sacerdotes, y mató en aquel día ochenta y cinco varones que vestían efod de lino.
19 Y a Nob, ciudad de los sacerdotes, puso a espada: así a hombres como a mujeres, niños y mamantes, bueyes y asnos y ovejas, todo a espada.
20 Mas uno de los hijos de Ahimelec hijo de Ahitob, que se llamaba Abiatar, escapó, y huyóse a David.
21 Y Abiatar notició a David como Saúl había muerto los sacerdotes del SEÑOR.
22 Y dijo David a Abiatar: Yo sabía que estando allí aquel día Doeg el Idumeo, él lo había de hacer saber a Saúl. Yo he dado ocasión contra todas las personas de la casa de tu padre.
23 Quédate conmigo, no temas: quien buscare mi vida, buscará también la tuya: bien que tú estarás conmigo guardado.
Y DIERON aviso a David, diciendo: He aquí que los Filisteos combaten a Keila, y roban las eras.
2 Y David consultó al SEÑOR, diciendo: ¿Iré a herir a estos Filisteos? Y el SEÑOR respondió a David: Ve, hiere a los Filisteos, y libra a Keila.
3 Mas los que estaban con David le dijeron: He aquí que nosotros aquí en Judá estamos con miedo; ¿cuánto más si fuéremos a Keila contra el ejército de los Filisteos?
4 Entonces David volvió a consultar al SEÑOR. Y el SEÑOR le respondió, y dijo: Levántate, desciende a Keila, que yo entregaré en tus manos a los Filisteos.
5 Partióse pues David con sus hombres a Keila, y peleó contra los Filisteos, y trajo antecogidos sus ganados, e hiriólos con grande estrago: y libró David a los de Keila.
6 Y aconteció que, huyendo Abiatar hijo de Ahimelec a David a Keila, vino también con él el efod.
7 Y fue dicho a Saúl que David había venido a Keila. Entonces dijo Saúl: Dios lo ha traído a mis manos; porque él está encerrado, habiéndose metido en ciudad con puertas y cerraduras.
8 Y convocó Saúl todo el pueblo a la batalla, para descender a Keila, y poner cerco a David y a los suyos.
9 Mas entendiendo David que Saúl ideaba el mal contra él, dijo a Abiatar sacerdote: Trae el efod.
10 Y dijo David: Oh SEÑOR Dios de Israel, tu siervo tiene entendido que Saúl trata de venir contra Keila, a destruir la ciudad por causa mía.
11 ¿Me entregarán los vecinos de Keila en sus manos? ¿descenderá Saúl, como tu siervo tiene oído? Oh SEÑOR Dios de Israel, ruégote que lo declares a tu siervo. Y el SEÑOR dijo: Sí, descenderá.
12 Dijo luego David: ¿Me entregarán los vecinos de Keila a mí y a mis hombres en manos de Saúl? Y el SEÑOR respondió: Te entregarán.
13 David entonces se levantó con sus hombres, que eran como seiscientos, y saliéronse de Keila, y fuéronse de una parte a otra. Y vino la nueva a Saúl de como David se había escapado de Keila; y dejó de salir.
14 Y David se estaba en el desierto en peñas, y habitaba en un monte en el desierto de Zif; y buscábalo Saúl todos los días, mas Dios no lo entregó en sus manos.
15 Viendo pues David que Saúl había salido en busca de su alma, estábase él en el bosque en el desierto de Zif.
16 Entonces se levantó Jonatán hijo de Saúl, y vino a David en el bosque, y confortó su mano en Dios.
17 Y díjole: No temas, que no te hallará la mano de Saúl mi padre, y tú reinarás sobre Israel, y yo seré segundo después de tí; y aun Saúl mi padre así lo sabe.
18 Y entrambos hicieron pacto delante del SEÑOR: y David se quedó en el bosque, y Jonatán se volvió a su casa.
19 Y subieron los de Zif a decir a Saúl en Gabaa: ¿No está David escondido en nuestra tierra en las peñas del bosque, en el collado de Haquila que está a la mano derecha del desierto?
20 Por tanto, rey, desciende ahora presto, según todo el deseo de tu alma, y nosotros lo entregaremos en la mano del rey.
21 Y Saúl dijo: Benditos seáis vosotros del SEÑOR, que habéis tenido compasión de mí:
22 Id pues ahora, apercibid aun, considerad y ved su lugar donde tiene el pie, y quién lo haya visto allí; porque se me ha dicho que él es en gran manera astuto.
23 Considerad pues, y conoced todos los escondrijos donde se oculta, y volved a mí con la certidumbre, y yo iré con vosotros: que si él estuviere en la tierra, yo le buscaré entre todos los millares de Judá.
24 Y ellos se levantaron, y se fueron a Zif delante de Saúl. Mas David y su gente estaban en el desierto de Maón, en la llanura que está a la diestra del desierto.
25 Y partióse Saúl con su gente a buscarlo; pero fue dado aviso a David, y descendió a una roca, y quedóse en el desierto de Maón. Lo cual como Saúl oyó, siguió a David al desierto de Maón.
26 Y Saúl iba por el un lado del monte, y David con los suyos por el otro lado del monte: y dábase priesa David para ir delante de Saúl; mas Saúl y los suyos habían encerrado a David y a su gente para tomarlos.
27 Entonces vino un mensajero a Saúl, diciendo: Ven luego, porque los Filisteos han hecho una irrupción en el país.
28 Volvióse por tanto Saúl de perseguir a David, y partió contra los Filisteos. Por esta causa pusieron a aquel lugar por nombre Sela-hama-lecot.
29 Entonces David subió de allí, y habitó en los parajes fuertes en Engadi.
Y VINO David a Nob, a Ahimelec sacerdote: y sorprendióse Ahimelec de su encuentro, y díjole: ¿Cómo tú solo, y nadie contigo?
2 Y respondió David al sacerdote Ahimelec: El rey me encomendó un negocio, y me dijo: Nadie sepa cosa alguna de este negocio a que yo te envío, y que yo te he mandado; y yo señalé a los criados un cierto lugar.
3 Ahora pues, ¿qué tienes a mano? dame cinco panes, o lo que se hallare.
4 Y el sacerdote respondió a David, y dijo: No tengo pan común a la mano; solamente tengo pan sagrado: mas lo daré si los criados se han guardado mayormente de mujeres.
5 Y David respondió al sacerdote, y díjole: Cierto las mujeres nos han sido reservadas desde anteayer cuando salí, y los vasos de los mozos fueron santos, aunque el camino es profano: cuanto más que hoy habrá otro pan santificado en los vasos.
6 Así el sacerdote le dio el pan sagrado, porque allí no había otro pan que los panes de la proposición, los cuales habían sido quitados de delante del SEÑOR, para que se pusiesen panes calientes el día que los otros fueron quitados.
7 Aquel día estaba allí uno de los siervos de Saúl detenido delante del SEÑOR, el nombre del cual era Doeg, Idumeo, principal de los pastores de Saúl.
8 Y David dijo a Ahimelec: ¿No tienes aquí a mano lanza o espada? porque no tomé en mi mano mi espada ni mis armas, por cuanto el mandamiento del rey era apremiante.
9 Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el Filisteo, que tú venciste en el valle de Elah, está aquí envuelta en un velo detrás del efod: si tú quieres tomarla, tómala: porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella: dámela.
10 Y levantándose David aquel día, huyó de la presencia de Saúl, y vínose a Aquís rey de Gat.
11 Y los siervos de Aquís le dijeron: ¿No es éste David, el rey de la tierra? ¿no es éste a quien cantaban en corros, diciendo: Hirió Saúl sus miles, y David sus diez miles?
12 Y David puso en su corazón estas palabras, y tuvo gran temor de Aquís rey de Gat.
13 Y mudó su habla delante de ellos, y fingióse loco entre sus manos, y escribía en las portadas de las puertas, dejando correr su saliva por su barba.
14 Y dijo Aquís a sus siervos: He aquí estáis viendo un hombre demente; ¿por qué lo habéis traído a mí?
15 ¿Fáltanme a mí locos, para que hayáis traído éste que hiciese del loco delante de mí? ¿había de venir éste a mi casa?
Y DAVID huyó de Naiot que es en Ramá, y vínose delante de Jonatán, y dijo: ¿Qué he hecho yo? ¿cuál es mi maldad, o cuál mi pecado contra tu padre, que él busca mi vida?
2 Y él le dijo: no permita Dios; no morirás. He aquí que mi padre ninguna cosa hará, grande ni pequeña, que no me la descubra; ¿por qué pues me encubrirá mi padre este negocio? No será así.
3 Y David volvió a jurar, diciendo: Tu padre sabe claramente que yo he hallado gracia delante de tus ojos, y dirá: No sepa esto Jonatán, porque no tenga pesar: y ciertamente, vive el SEÑOR y vive tu alma, que apenas hay un paso entre mí y la muerte.
4 Y Jonatán dijo a David: ¿Qué discurre tu alma, y harélo por tí?
5 Y David respondió a Jonatán: He aquí que mañana será nueva luna, y yo acostumbro sentarme con el rey a comer: mas tú dejarás que me esconda en el campo hasta la tarde del tercer día.
6 Si tu padre hiciere mención de mí, dirás: Rogóme mucho que lo dejase ir presto a Belem su ciudad, porque todos los de su linaje tienen allá sacrificio aniversario.
7 Si él dijere, bien está, paz tendrá tu siervo; mas si se enojare, sabe que la malicia es en él consumada.
8 Harás pues misericordia con tu siervo, ya que has traído tu siervo a pacto del SEÑOR contigo: y si maldad hay en mí mátame tú, mas ¿Por qué has de llevarme a tu padre?
9 Y Jonatán le dijo: Nunca tal te suceda; antes bien, si yo entendiera ser consumada la malicia de mi padre, para venir sobre ti, ¿no había yo de descubrírtelo?
10 Dijo entonces David a Jonatán: ¿Quién me dará aviso? o ¿qué si tu padre te respondiere ásperamente?
11 Y Jonatán dijo a David: Ven, salgamos al campo. Y salieron ambos al campo.
12 Entonces dijo Jonatán a David: Oh SEÑOR Dios de Israel, cuando habré yo preguntado a mi padre mañana a esta hora, o después de mañana, y él apareciere bien para con David, si entonces no enviare a tí, y te lo descubriere;
13 El SEÑOR haga así a Jonatán, y esto añada. Mas si a mi padre pareciere bien hacerte mal, también te lo descubriré, y te enviaré, y te irás en paz: y sea el SEÑOR contigo, como fue con mi padre.
14 Y si yo viviere, harás conmigo misericordia del SEÑOR, para que no muera yo,
15 Y no quitarás por siempre tu misericordia de mi casa, ni aun cuando el SEÑOR haya cortado a los enemigos de David uno por uno de sobre la faz de la tierra.
16 Así hizo Jonatán pacto con la casa de David, diciendo: Requiéralo el SEÑOR de la mano de los enemigos de David.
17 Y tornó Jonatán a jurar a David, porque le amaba, porque le amaba como a su alma.
18 Díjole luego Jonatán: Mañana es nueva luna, y tú serás echado de menos, porque tu asiento estará vacío.
19 Estarás pues tres días, y luego descenderás, y vendrás al lugar donde estabas escondido el día de trabajo, y esperarás junto a la piedra de Ezel;
20 Y yo tiraré tres saetas hacia aquel lado, como ejercitándome al blanco.
21 Y luego enviaré el criado diciéndole: Ve, busca las saetas. Y si dijere al mozo: He allí las saetas más acá de tí, tómalas: tú vendrás, porque paz tienes, y nada hay de mal, vive el SEÑOR.
22 Mas si yo dijere al mozo así: He allí las saetas más allá de tí: vete, porque el SEÑOR te ha enviado.
23 Y cuanto a las palabras que yo y tú hemos hablado, sea el SEÑOR entre mí y tí para siempre.
24 David pues se escondió en el campo, y venida que fue la nueva luna, sentóse el rey a comer pan.
25 Y el rey se sentó en su silla, como solía, en el asiento junto a la pared, y Jonatán se levantó, y sentóse Abner al lado de Saúl, y el lugar de David estaba vacío.
26 Mas aquel día Saúl no dijo nada, porque se decía: Habrále acontecido algo, y no está limpio; no estará purificado.
27 El día siguiente, el segundo día de la nueva luna, aconteció también que el asiento de David estaba vacío. Y Saúl dijo a Jonatán su hijo: ¿Por qué no ha venido a comer el hijo de Isaí hoy ni ayer?
28 Y Jonatán respondió a Saúl: David me pidió encarecidamente le dejase ir hasta Belem.
29 Y dijo: Ruégote que me dejes ir, porque tenemos sacrificio los de nuestro linaje en la ciudad, y mi hermano mismo me lo ha mandado; por tanto, si he hallado gracia en tus ojos, haré una escapada ahora, y visitaré a mis hermanos. Por esto pues no ha venido a la mesa del rey.
30 Entonces Saúl se enardeció contra Jonatán, y díjole: Hijo de la perversa y rebelde, ¿no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre?
31 Porque todo el tiempo que el hijo de Isaí viviere sobre la tierra, ni tú serás firme, ni tu reino. Envía pues ahora, y traémelo, porque ha de morir.
32 Y Jonatán respondió a su padre Saúl, y díjole: ¿Por qué morirá? ¿qué ha hecho?
33 Entonces Saúl le arrojó una lanza por herirlo: de donde entendió Jonatán que su padre estaba determinado a matar a David.
34 Y levantóse Jonatán de la mesa con exaltada ira, y no comió pan el segundo día de la nueva luna: porque tenía dolor a causa de David, porque su padre le había afrentado.
35 Al otro día de mañana, salió Jonatán al campo, al tiempo aplazado con David, y un mozo pequeño con él.
36 Y dijo a su mozo: Corre y busca las saetas que yo tirare. Y como el muchacho iba corriendo, él tiraba la saeta que pasara más allá de él.
37 Y llegando el muchacho adonde estaba la saeta que Jonatán había tirado, Jonatán dio voces tras el muchacho, diciendo: ¿No está la saeta más allá de tí?
38 Y tornó a gritar Jonatán tras el muchacho: Date priesa, aligera, no te pares. Y el muchacho de Jonatán cogió las saetas, y vínose a su señor.
39 Empero ninguna cosa entendió el muchacho: solamente Jonatán y David entendían el negocio.
40 Luego dio Jonatán sus armas a su muchacho, y díjole: Vete y llévalas a la ciudad.
41 Y luego que el muchacho se hubo ido, se levantó David de la parte del sur, e inclinóse tres veces postrándose hasta la tierra: y besándose el uno al otro, lloraron el uno con el otro, aunque David lloró más.
42 Y Jonatán dijo a David: Vete en paz, que ambos hemos jurado por el nombre del SEÑOR, diciendo: el SEÑOR sea entre mí y tí, entre mi simiente y la simiente tuya, para siempre. Y él se levantó y fuese: y Jonatán se entró en la ciudad.
Y HABLÓ Saúl a Jonatán su hijo, y a todos sus criados, para que matasen a David; mas Jonatán hijo de Saúl amaba a David en gran manera.
2 Y dio aviso a David, diciendo: Saúl mi padre procura matarte; por tanto mira ahora por tí hasta la mañana, y estáte en paraje oculto, y escóndete:
3 Y yo saldré y estaré junto a mi padre en el campo donde estuvieres: y hablaré de tí a mi padre, y te haré saber lo que notare.
4 Y Jonatán habló bien de David a Saúl su padre, y díjole: No peque el rey contra su siervo David, pues que ninguna cosa ha cometido contra tí: antes sus obras te han sido muy buenas;
5 Porque él puso su alma en su palma, e hirió al Filisteo, y el SEÑOR hizo una gran salvación a todo Israel. Tú lo viste, y te holgaste: ¿por qué pues pecarás contra la sangre inocente, matando a David sin causa?
6 Y oyendo Saúl la voz de Jonatán, juró: Vive el SEÑOR, que no morirá.
7 Llamando entonces Jonatán a David, declaróle todas estas palabras; y él mismo presentó a David a Saúl, y estuvo delante de él como antes.
8 Y tornó a hacerse guerra: y salió David y peleó contra los Filisteos, e hiriólos con grande estrago, y huyeron delante de él.
9 Y el espíritu malo de parte del SEÑOR fue sobre Saúl: y estando sentado en su casa tenía una lanza a mano, mientras David estaba tañendo con su mano.
10 Y Saúl procuró enclavar a David con la lanza en la pared; mas él se apartó de delante de Saúl, el cual hirió con la lanza en la pared; y David huyó, y escapóse aquella noche.
11 Saúl envió luego mensajeros a casa de David para que lo guardasen, y lo matasen a la mañana. Mas Mical su mujer lo descubrió a David, diciendo: Si no salvares tu vida esta noche, mañana serás muerto.
12 Y descolgó Mical a David por una ventana; y él se fue, y huyó, y escapóse.
13 Tomó luego Mical una estatua, y púsola sobre la cama, y acomodóle por cabecera una almohada de pelos de cabra, y cubrióla con una ropa.
14 Y cuando Saúl envió mensajeros que tomasen a David, ella respondió: Está enfermo.
15 Y tornó Saúl a enviar mensajeros para que viesen a David, diciendo: Traédmelo en la cama para que lo mate.
16 Y como los mensajeros entraron, he aquí la estatua estaba en la cama, y una almohada de pelos de cabra por cabecera.
17 Entonces Saúl dijo a Mical: ¿Por qué me has así engañado, y has dejado escapar a mi enemigo? Y Mical respondió a Saúl: Porque él me dijo: Déjame ir: ¿Por qué he de matarte?.
18 Huyó pues David, y escapóse, y vino a Samuel en Ramá, y díjole todo lo que Saúl había hecho con él. Y fuéronse él y Samuel, y moraron en Naiot.
19 Y fue dado aviso a Saúl, diciendo: He aquí que David está en Naiot en Ramá.
20 Y envió Saúl mensajeros que trajesen a David, los cuales vieron una compañía de profetas que profetizaban, y a Samuel que estaba allí, y los presidía. Y fue el Espíritu de Dios sobre los mensajeros de Saúl, y ellos también profetizaron.
21 Y hecho que fue saber a Saúl, él envió otros mensajeros, los cuales también profetizaron. Y Saúl volvió a enviar por tercera vez mensajeros, y ellos también profetizaron.
22 Entonces él mismo vino a Ramá; y llegando al pozo grande que está en Soco, preguntó diciendo: ¿Dónde están Samuel y David? Y fuéle respondido: He aquí están en Naiot en Ramá.
23 Y fue allá a Naiot en Ramá; y también vino sobre él el Espíritu de Dios, e iba profetizando, hasta que llegó a Naiot en Ramá.
24 Y él también se desnudó sus vestidos, y profetizó igualmente delante de Samuel, y cayó desnudo todo aquel día y toda aquella noche. De aquí se dijo: ¿También Saúl entre los profetas?
Y ASÍ que él hubo acabado de hablar con Saúl, el alma de Jonatán fue ligada con el alma de David, y amólo Jonatán como a su alma.
2 Y Saúl le tomó aquel día, y no le dejó volver a casa de su padre.
3 E hicieron pacto Jonatán y David, porque él le amaba como a su alma.
4 Y Jonatán se desnudó la ropa que tenía sobre sí, y dióla a David, y otras ropas suyas, hasta su espada, y su arco, y su talabarte.
5 Y salía David a donde quiera que Saúl le enviaba, y portábase prudentemente. Hízolo por tanto Saúl capitán de gente de guerra, y era acepto en los ojos de todo el pueblo, y en los ojos de los criados de Saúl.
6 Y aconteció que como volvían ellos, cuando David tornó de matar al Filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de Israel cantando, y con danzas, con tamboriles, y con alegrías y sonajas, a recibir al rey Saúl.
7 Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió sus miles, y David sus diez miles.
8 Y enojóse Saúl en gran manera, y desagradó esta palabra en sus ojos, y dijo: A David dieron diez miles, y a mí miles; no le falta más que el reino.
9 Y desde aquel día Saúl miró de través a David.
10 Otro día aconteció que el espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y mostrábase en su casa con trasportes de profeta: y David tañía con su mano como los otros días; y estaba una lanza a mano de Saúl.
11 Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David en la pared. Y dos veces se apartó de él David.
12 Mas Saúl se temía de David, por cuanto el SEÑOR era con él, y se había apartado de Saúl.
13 Apartólo pues Saúl de sí, e hízole capitán de mil; y salía y entraba delante del pueblo.
14 Y David se conducía prudentemente en todos sus negocios, y el SEÑOR era con él.
15 Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, temíase de él.
16 Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía y entraba delante de ellos.
17 Y dijo Saúl a David: He aquí yo te daré a Merab mi hija mayor por mujer: solamente que me seas hombre valiente, y hagas las guerras del SEÑOR. Mas Saúl decía: No será mi mano contra él, mas la mano de los Filisteos será contra él.
18 Y David respondió a Saúl: ¿Quién soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel, para ser yerno del rey?
19 Y venido el tiempo en que Merab, hija de Saúl, se había de dar a David, fue dada por mujer a Adriel Meholatita.
20 Mas Mical la otra hija de Saúl amaba a David; y fue dicho a Saúl, lo cual plugo en sus ojos.
21 Y Saúl dijo: Yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que la mano de los Filisteos sea contra él. Dijo pues Saúl a David: Con la otra serás mi yerno hoy.
22 Y mandó Saúl a sus criados: Hablad en secreto a David, diciéndole: He aquí, el rey te ama, y todos sus criados te quieren bien; sé pues yerno del rey.
23 Y los criados de Saúl hablaron estas palabras a los oídos de David. Y David dijo: ¿Os parece a vosotros que es poco ser yerno del rey, siendo yo un hombre pobre y de ninguna estima?
24 Y los criados de Saúl le dieron la respuesta diciendo: Tales palabras ha dicho David.
25 Y Saúl dijo: Decid así a David: No está el contentamiento del rey en el dote, sino en cien prepucios de Filisteos, para que sea tomada venganza de los enemigos del rey. Mas Saúl pensaba echar a David en manos de los Filisteos.
26 Y como sus criados declararon a David estas palabras, plugo la cosa en los ojos de David, para ser yerno del rey. Y como el plazo no era aún cumplido,
27 Levantóse David, y partióse con su gente, e hirió doscientos hombres de los Filisteos; y trajo David los prepucios de ellos, y entregáronlos todos al rey, para que él fuese hecho yerno del rey. Y Saúl le dio a su hija Mical por mujer.
28 Pero Saúl, viendo y considerando que el SEÑOR era con David, y que su hija Mical lo amaba,
29 Temióse más de David; y fue Saúl enemigo de David todos los días.
30 Y salían los príncipes de los Filisteos; y como ellos salían, portábase David más prudentemente que todos los siervos de Saúl: y era su nombre muy ilustre.
Y LOS Filisteos juntaron sus ejércitos para la guerra, y congregáronse en Soco, que es de Judá, y asentaron el campo entre Soco y Azeca, en Efesdamim.
2 Y también Saúl y los hombres de Israel se juntaron, y asentaron el campo en el valle de Elah, y ordenaron la batalla contra los Filisteos.
3 Y los Filisteos estaban sobre el un monte de la una parte, e Israel estaba sobre el otro monte de la otra parte, y el valle entre ellos:
4 Salió entonces un campeón del campo de los Filisteos que se puso entre los dos campos, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenía de altura seis codos y un palmo.
5 Y traía un almete de latón en su cabeza, e iba vestido con corazas de planchas: y era el peso de la coraza cinco mil siclos de latón:
6 Y sobre sus piernas traía grebas de latón, y escudo de latón a sus hombros.
7 El asta de su lanza era como un enjullo de telar, y tenía el hierro de su lanza seiscientos siclos de hierro: e iba su escudero delante de él.
8 Y paróse, y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué salís a dar batalla? ¿no soy yo el Filisteo, y vosotros los siervos de Saúl? Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí:
9 Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos vuestros siervos: y si yo pudiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.
10 Y añadió el Filisteo: Hoy yo he desafiado el campo de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.
11 Y oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del Filisteo, conturbáronse, y tuvieron gran miedo.
12 Y David era hijo de aquel hombre Efrateo de Belem de Judá, cuyo nombre era Isaí, el cual tenía ocho hijos; y era este hombre en el tiempo de Saúl, viejo, y de grande edad entre los hombres.
13 Y los tres hijos mayores de Isaí habían ido a seguir a Saúl en la guerra. Y los nombres de sus tres hijos que habían ido a la guerra, eran, Eliab el primogénito, el segundo Abinadab, y el tercero Sama.
14 Y David era el menor. Siguieron pues los tres mayores a Saúl.
15 Empero David había ido y vuelto de con Saúl, para apacentar las ovejas de su padre en Belem.
16 Venía pues aquel Filisteo por la mañana y a la tarde, y presentóse por cuarenta días.
17 Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo presto al campamento a tus hermanos.
18 Llevarás asimismo estos diez quesos de leche al capitán, y cuida de ver si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos.
19 Y Saúl y ellos y todos los de Israel, estaban en el valle de Elah, peleando con los Filisteos.
20 Levantóse pues David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, fuese con su carga, como Isaí le había mandado; y llegó al atrincheramiento del ejército, el cual había salido en ordenanza, y tocaba alarma para la pelea.
21 Porque así los Israelitas como los Filisteos estaban en ordenanza, escuadrón contra escuadrón.
22 Y David dejó de sobre sí la carga en mano del que guardaba el bagaje, y corrió al escuadrón; y llegado que hubo, preguntaba por sus hermanos, si estaban buenos.
23 Y estando él hablando con ellos, he aquí aquel campeón que se ponía en medio de los dos campos, que se llamaba Goliat, el Filisteo de Gat, salió de los escuadrones de los Filisteos, y habló las mismas palabras; las cuales oyó David.
24 Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre, huían de su presencia, y tenían gran temor.
25 Y cada uno de los de Israel decía: ¿No habéis visto aquel hombre que ha salido? él se adelanta para provocar a Israel. Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y hará franca la casa de su padre en Israel.
26 Entonces habló David a los que junto a él estaban, diciendo: ¿Qué harán al hombre que venciere a este Filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este Filisteo incircunciso, para que provoque a los escuadrones del Dios viviente?
27 Y el pueblo le respondió las mismas palabras, diciendo: Así se hará al hombre que lo venciere.
28 Y oyéndole hablar Eliab su hermano mayor con aquellos hombres, Eliab se encendió en ira contra David, y dijo: ¿Para qué has descendido acá? ¿y a quién has dejado aquellas pocas ovejas en el desierto? Yo conozco tu soberbia y la malicia de tu corazón, que para ver la batalla has venido.
29 Y David respondió: ¿Qué he hecho yo ahora? ¿No hay una causa?
30 Y apartándose de él hacia otros, habló lo mismo; y respondiéronle los del pueblo como primero.
31 Y fueron oídas las palabras que David había dicho, las cuales como refiriesen delante de Saúl, él lo hizo venir.
32 Y dijo David a Saúl: No desmaye ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará con este Filisteo.
33 Y dijo Saúl a David: No podrás tú ir contra aquel Filisteo, para pelear con él; porque tú eres mozo, y él un hombre de guerra desde su juventud.
34 Y David dijo a Saúl: Tu siervo guardaba las ovejas de su padre, y vino un león, y un oso, y tomó algún cordero de la manada:
35 Y salí yo tras él, y lo herí, y lo libré de su boca: y cuando se levantó contra mí, yo le eché mano de la quijada, y lo herí, y lo maté.
36 Tu siervo mató ambos el león y el oso; pues este Filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejército del Dios viviente.
37 Y añadió David: El SEÑOR que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este Filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y el SEÑOR sea contigo.
38 Y Saúl vistió a David de sus ropas, y puso sobre su cabeza un almete de latón, y armóle de coraza.
39 Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probó a andar, porque nunca había probado. Y dijo David a Saúl: Yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué. Y echando de sí David aquellas cosas,
40 Tomó su cayado en su mano, y escogióse cinco piedras lisas del arroyo, y púsolas en el saco pastoril y en el zurrón que traía, y con su honda en su mano vase hacia el Filisteo.
41 Y el Filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él.
42 Y como el Filisteo miró y vio a David, túvole en poco; porque era mancebo, y rubio, y de hermoso parecer.
43 Y dijo el Filisteo a David: ¿Soy yo perro para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.
44 Dijo luego el Filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo, y a las bestias del campo.
45 Entonces dijo David al Filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y escudo; mas yo vengo a tí en el nombre del SEÑOR de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, que tú has provocado.
46 El SEÑOR te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y quitaré tu cabeza de tí: y daré hoy los cuerpos de los Filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra: y sabrá la tierra toda que hay Dios en Israel.
47 Y sabrá toda esta congregación que el SEÑOR no salva con espada y lanza; porque del SEÑOR es la guerra, y él os entregará en nuestras manos.
48 Y aconteció que, como el Filisteo se levantó para ir y llegarse contra David, David se dio priesa, y corrió al combate contra el Filisteo.
49 Y metiendo David su mano en el saco, tomó de allí una piedra, y tirósela con la honda, e hirió al Filisteo en la frente: y la piedra quedó hincada en la frente, y cayó en tierra sobre su rostro.
50 Así venció David al Filisteo con honda y piedra; e hirió al Filisteo y matólo, sin tener David espada en su mano.
51 Mas corrió David y púsose sobre el Filisteo, y tomando la espada de él, sacándola de su vaina, matólo, y cortóle con ella la cabeza. Y como los Filisteos vieron su gigante muerto, huyeron.
52 Y levantándose los de Israel y de Judá, dieron grita, y siguieron a los Filisteos hasta llegar al valle, y hasta las puertas de Ecrón. Y cayeron heridos de los Filisteos por el camino de Saraim, hasta Gat y Ecrón.
53 Tornando luego los hijos de Israel de seguir los Filisteos, despojaron su campamento.
54 Y David tomó la cabeza del Filisteo, y trájola a Jerusalem, mas puso sus armas en su tienda.
55 Y cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el Filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es hijo aquel mancebo? Y Abner respondió:
56 Vive tu alma, oh rey, que no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta pues de quién es hijo aquel mancebo.
57 Y cuando David volvía de matar al Filisteo, Abner lo tomó, y llevólo delante de Saúl, teniendo la cabeza del Filisteo en su mano.
58 Y díjole Saúl: Mancebo, ¿de quién eres hijo? Y David respondió: Yo soy hijo de tu siervo Isaí de Belem.
Y DIJO el SEÑOR a Samuel: ¿Hasta cuándo has tú de llorar a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Hinche tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belem: porque de sus hijos me he provisto de rey.
2 Y dijo Samuel: ¿Cómo iré? Si Saúl lo entendiere, me matará. El SEÑOR respondió: Toma contigo una becerra de la vacada, y dí: A sacrificar al SEÑOR he venido.
3 Y llama a Isaí al sacrificio, y yo te enseñaré lo que has de hacer; y ungirme has al que yo te dijere.
4 Hizo pues Samuel como le dijo el SEÑOR: y luego que él llegó a Belem, los ancianos de la ciudad le salieron a recibir con miedo, y dijeron: ¿Es pacífica tu venida?
5 Y él respondió: En paz vengo a sacrificar al SEÑOR; santificaos, y venid conmigo al sacrificio. Y santificando él a Isaí y a sus hijos, llamólos al sacrificio.
6 Y aconteció que como ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante del SEÑOR está su ungido.
7 Y el SEÑOR respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el SEÑOR mira no lo que el hombre mira; pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas el SEÑOR mira el corazón.
8 Entonces llamó Isaí a Abinadab, e hizole pasar delante de Samuel, el cual dijo: Ni a éste ha elegido el SEÑOR.
9 Hizo luego pasar Isaí a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha elegido el SEÑOR.
10 E hizo pasar Isaí sus siete hijos delante de Samuel; mas Samuel dijo a Isaí: el SEÑOR no ha elegido a éstos.
11 Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Hanse acabado los mozos? Y él respondió: Aun queda el menor, y he aquí, apacienta él las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos asentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.
12 Envió pues por él, e introdújolo; el cual era rubio, de hermoso parecer y de bello aspecto. Entonces el SEÑOR dijo: Levántate y úngelo, que éste es.
13 Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y ungiólo de entre sus hermanos: y desde aquel día en adelante el Espíritu del SEÑOR tomó a David. Levantóse luego Samuel, y volvióse a Ramá.
14 Y el Espíritu del SEÑOR se apartó de Saúl, y atormentábale el espíritu malo de parte del SEÑOR.
15 Y los criados de Saúl le dijeron: He aquí ahora, que el espíritu malo de parte de Dios te atormenta.
16 Diga pues nuestro señor a tus siervos que están delante de tí, que busquen alguno que sepa tocar el arpa; para que cuando fuere sobre tí el espíritu malo de parte de Dios, él taña con su mano, y tengas alivio.
17 Y Saúl respondió a sus criados: Buscadme pues ahora alguno que taña bien, y traédmelo.
18 Entonces uno de los criados respondió, diciendo: He aquí yo he visto a un hijo de Isaí de Belem, que sabe tocar, y es valiente y vigoroso, y hombre de guerra, prudente en sus palabras, y hermoso, y el SEÑOR es con él.
19 Y Saúl envió mensajeros a Isaí, diciendo: Envíame a David tu hijo, el que está con las ovejas.
20 Y tomó Isaí un asno cargado de pan, y una vasija de vino y un cabrito, y enviólo a Saúl por mano de David su hijo.
21 Y viniendo David a Saúl, estuvo delante de él: y amólo él mucho, y fue hecho su escudero.
22 Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo; porque ha hallado gracia en mis ojos.
23 Y cuando el espíritu malo de parte de Dios era sobre Saúl, David tomaba el arpa, y tañía con su mano; y Saúl tenía refrigerio, y estaba mejor, y el espíritu malo se apartaba de él.
Y SAMUEL dijo a Saúl: el SEÑOR me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel: oye pues la voz de las palabras del SEÑOR.
2 Así ha dicho el SEÑOR de los ejércitos: Acuérdome de lo que hizo Amalec a Israel; que se le opuso en el camino, cuando subía de Egipto.
3 Ve pues, y hiere a Amalec, y destruiréis en él todo lo que tuviere: y no te apiades de él: mata hombres y mujeres, niños y mamantes, vacas y ovejas, camellos y asnos.
4 Saúl pues juntó el pueblo, y reconociólos en Telaim, doscientos mil de a pie, y diez mil hombres de Judá.
5 Y viniendo Saúl a la ciudad de Amalec, puso emboscada en el valle.
6 Y dijo Saúl al Cineo: Idos, apartaos, y salid de entre los de Amalec, para que no te destruya juntamente con él: pues que tú hiciste misericordia con todos los hijos de Israel, cuando subían de Egipto. Apartóse pues el Cineo de entre los de Amalec.
7 Y Saúl hirió a Amalec, desde Havila hasta llegar a Shur, que está a la frontera de Egipto.
8 Y tomó vivo a Agag rey de Amalec, mas a todo el pueblo mató a filo de espada.
9 Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas, y al ganado mayor, a los gruesos y a los carneros, y a todo lo bueno: que no lo quisieron destruir: mas todo lo que era vil y flaco destruyeron.
10 Y vino la palabra del SEÑOR a Samuel, diciendo:
11 Pésame de haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto de en pos de mí, y no ha cumplido mis palabras. Y apesadumbróse Samuel, y clamó al SEÑOR toda aquella noche.
12 Madrugó luego Samuel para ir a encontrar a Saúl por la mañana; y fue dado aviso a Samuel, diciendo: Saúl ha venido al Carmel, y he aquí él se ha levantado un trofeo, y después volviendo, ha pasado y descendido a Gilgal.
13 Vino pues Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú del SEÑOR; yo he cumplido la palabra del SEÑOR.
14 Samuel entonces dijo: ¿Pues qué balido de ganados y bramido de bueyes es este que yo oigo con mis oídos?
15 Y Saúl respondió: De Amalec los han traído; porque el pueblo perdonó a lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas al SEÑOR tu Dios; pero lo demás lo destruimos.
16 Entonces dijo Samuel a Saúl: Déjame declararte lo que el SEÑOR me ha dicho esta noche. Y él le respondió: Dí.
17 Y dijo Samuel: Siendo tú pequeño en tus ojos ¿no has sido hecho cabeza a las tribus de Israel, y el SEÑOR te ha ungido por rey sobre Israel?
18 Y envióte el SEÑOR en jornada, y dijo: Ve, y destruye los pecadores de Amalec, y hazles guerra hasta que los acabes.
19 ¿Por qué pues no has obedecido la voz del SEÑOR, sino que vuelto al despojo, has hecho lo malo en los ojos del SEÑOR?
20 Y Saúl respondió a Samuel: Antes he oído la voz del SEÑOR, y fui a la jornada que el SEÑOR me envió, y he traído a Agag rey de Amalec, y he destruído a los Amalecitas:
21 Mas el pueblo tomó del despojo ovejas y vacas, las primicias del anatema, para sacrificarlas al SEÑOR tu Dios en Gilgal.
22 Y Samuel dijo: ¿Tiene el SEÑOR tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras del SEÑOR? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros:
23 Porque la rebelión es como el pecado de hechicería, y como iniquidad la idolatría y la obstinación. Por cuanto tú has rechazado la palabra del SEÑOR, él también te rechazó para que no seas rey.
24 Entonces Saúl dijo a Samuel: Yo he pecado; que he quebrantado el dicho del SEÑOR y tus palabras: porque temí al pueblo, y consentí a la voz de ellos. Perdona pues ahora mi pecado,
25 Y vuelve conmigo para que adore al SEÑOR.
26 Y Samuel respondió a Saúl: No volveré contigo; porque desechaste la palabra del SEÑOR, y el SEÑOR te ha desechado para que no seas rey sobre Israel.
27 Y volviéndose Samuel para irse, él echó mano de la orla de su capa, y desgarróse.
28 Entonces Samuel le dijo: el SEÑOR ha desgarrado hoy de tí el reino de Israel, y lo ha dado a tu prójimo mejor que tú.
29 Y también el Vencedor de Israel no mentirá, ni se arrepentirá: porque no es hombre para que se arrepienta.
30 Y él dijo: Yo he pecado: mas ruégote que me honres delante de los ancianos de mi pueblo, y delante de Israel; y vuelve conmigo para que adore al SEÑOR tu Dios.
31 Y volvió Samuel tras Saúl, y adoró Saúl al SEÑOR.
32 Después dijo Samuel: Traedme a Agag rey de Amalec. Y Agag vino a él delicadamente. Y dijo Agag: Ciertamente se pasó la amargura de la muerte.
33 Y Samuel dijo: Como tu espada dejó las mujeres sin hijos, así tu madre será sin hijo entre las mujeres. Entonces Samuel cortó en pedazos a Agag delante del SEÑOR en Gilgal.
34 Fuese luego Samuel a Ramá, y Saúl subió a su casa en Gabaa de Saúl.
35 Y nunca después vio Samuel a Saúl en toda su vida: y Samuel lloraba a Saúl: mas el SEÑOR se había arrepentido de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel.
Y SUBIÓ Naas Amonita, y asentó campo contra Jabes de Galaad. Y todos los de Jabes dijeron a Naas: Haz pacto con nosotros, y te serviremos.
2 Y Naas Amonita les respondió: Con esta condición haré pacto con vosotros, que a cada uno de todos vosotros saque el ojo derecho, y ponga esta afrenta sobre todo Israel.
3 Entonces los ancianos de Jabes le dijeron: Danos siete días de plazo, para que enviemos mensajeros a todos los términos de Israel; y si nadie hubiere que nos defienda, saldremos a tí.
4 Y llegando los mensajeros a Gabaa de Saúl, dijeron estas palabras en oídos del pueblo; y todo el pueblo lloró a voz en grito.
5 Y he aquí Saúl que venía del campo, tras los bueyes; y dijo Saúl: ¿Qué tiene el pueblo, que lloran? Y contáronle las palabras de los hombres de Jabes.
6 Y el Espíritu de Dios arrebató a Saúl en oyendo estas palabras, y encendióse en ira en gran manera.
7 Y tomando un par de bueyes, cortólos en piezas, y enviólas por todos los términos de Israel por mano de mensajeros, diciendo: Cualquiera que no saliere en pos de Saúl y en pos de Samuel, así será hecho a sus bueyes. Y cayó temor del SEÑOR sobre el pueblo, y salieron como un solo hombre.
8 Y contólos en Bezec; y fueron los hijos de Israel trescientos mil, y treinta mil los hombres de Judá.
9 Y respondieron a los mensajeros que habían venido: Así diréis a los de Jabes de Galaad: Mañana en calentando el sol, tendréis salvamento. Y vinieron los mensajeros, y declaráronlo a los de Jabes, los cuales se holgaron.
10 Y los de Jabes dijeron: Mañana saldremos a vosotros, para que hagáis con nosotros todo lo que bien os pareciere.
11 Y el día siguiente dispuso Saúl el pueblo en tres escuadrones, y entraron en medio del real a la vela de la mañana, e hirieron a los Amonitas hasta que el día calentaba: y los que quedaron fueron dispersos, tal que no quedaron dos de ellos juntos.
12 El pueblo entonces dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que decían: Reinará Saúl sobre nosotros? Dadnos esos hombres, y los mataremos.
13 Y Saúl dijo: No morirá hoy ninguno, porque hoy ha obrado el SEÑOR salvación en Israel.
14 Mas Samuel dijo al pueblo: Venid, vamos a Gilgal para que renovemos allí el reino.
15 Y fue todo el pueblo a Gilgal, e invistieron allí a Saúl por rey delante del SEÑOR en Gilgal. Y sacrificaron allí víctimas pacíficas delante del SEÑOR; y alegráronse mucho allí Saúl y todos los de Israel.
Y UN día aconteció, que Jonatán hijo de Saúl dijo a su criado que le traía las armas: Ven, y pasemos a la guarnición de los Filisteos, que está a aquel lado. Y no lo hizo saber a su padre.
2 Y Saúl estaba en el término de Gabaa, debajo de un granado que hay en Migrón, y el pueblo que estaba con él era como seiscientos hombres.
3 Y Ahías hijo de Ahitob, hermano de Icabod, hijo de Finees, hijo de Elí, sacerdote del SEÑOR en Silo, llevaba el efod; y no sabía el pueblo que Jonatán se hubiese ido.
4 Y entre los pasos por donde Jonatán procuraba pasar a la guarnición de los Filisteos, había una roca aguda de la una parte, y una roca aguda de la otra parte; el uno se llamaba Boses y el otro Sene:
5 El un peñasco situado al norte hacia Michmas, y el otro al sur hacia Gabaa.
6 Dijo pues Jonatán a su criado que le traía las armas: Ven, pasemos a la guarnición de estos incircuncisos: quizá hará el SEÑOR por nosotros; que no es difícil al SEÑOR salvar con multitud o con poco número.
7 Y su paje de armas le respondió: Haz todo lo que tienes en tu corazón: ve, que aquí estoy contigo a tu voluntad.
8 Y Jonatán dijo: He aquí, nosotros pasaremos a los hombres, y nos mostraremos a ellos.
9 Si nos dijeren así: Esperad hasta que lleguemos a vosotros; entonces nos estaremos en nuestro lugar, y no subiremos a ellos.
10 Mas si nos dijeren así: Subid a nosotros: entonces subiremos, porque el SEÑOR los ha entregado en nuestras manos: y esto nos será por señal.
11 Mostráronse pues ambos a la guarnición de los Filisteos, y los Filisteos dijeron: He aquí los Hebreos, que salen de las cavernas en que se habían escondido.
12 Y los hombres de la guarnición respondieron a Jonatán y a su paje de armas, y dijeron: Subid a nosotros, y os haremos saber una cosa. Entonces Jonatán dijo a su paje de armas: Sube tras mí, que el SEÑOR los ha entregado en la mano de Israel.
13 Y subió Jonatán trepando con sus manos y sus pies, y tras él su paje de armas; y los que caían delante de Jonatán, su paje de armas que iba tras él, los mataba.
14 Ésta fue la primera rota, en la cual Jonatán con su paje de armas, mataron como unos veinte hombres en el espacio de una media yugada.
15 Y hubo temblor en el real y por el campo, y entre toda la gente de la guarnición; y los que habían ido a hacer correrías, también ellos temblaron, y alborotóse la tierra: hubo pues gran consternación.
16 Y los centinelas de Saúl vieron desde Gabaa de Benjamín cómo la multitud estaba turbada, e iba de una parte a otra, y era deshecha.
17 Entonces Saúl dijo al pueblo que tenía consigo: Reconoced luego, y mirad quién haya ido de los nuestros. Y reconocido que hubieron, hallaron que faltaban Jonatán y su paje de armas.
18 Y Saúl dijo a Ahías: Trae el arca de Dios. Porque el arca de Dios estaba entonces con los hijos de Israel.
19 Y aconteció que estando aún hablando Saúl con el sacerdote, el alboroto que había en el campo de los Filisteos se aumentaba, e iba creciendo en gran manera. Entonces dijo Saúl al sacerdote: Detén tu mano.
20 Y juntando Saúl todo el pueblo que con él estaba, vinieron hasta el lugar de la batalla: y he aquí que la espada de cada uno era vuelta contra su compañero, y la mortandad era grande.
21 Y los Hebreos que habían estado con los Filisteos de tiempo antes, y habían venido con ellos de los alrededores al campo, también éstos se volvieron para ser con los Israelitas que estaban con Saúl y con Jonatán.
22 Asimismo todos los Israelitas que se habían escondido en el monte de Efraím, oyendo que los Filisteos huían, ellos también los persiguieron en aquella batalla.
23 Así salvó el SEÑOR a Israel aquel día. Y llegó el alcance hasta Bet-aven.
24 Pero los hombres de Israel fueron puestos en apuro aquel día; porque Saúl había conjurado al pueblo, diciendo: Cualquiera que comiere pan hasta la tarde, hasta que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había gustado pan.
25 Y todo el pueblo del país llegó a un bosque, donde había miel en la superficie del campo.
26 Entró pues el pueblo en el bosque, y he aquí que la miel corría; mas ninguno hubo que llegase la mano a su boca: porque el pueblo temía el juramento.
27 Empero Jonatán no había oído cuando su padre conjuró al pueblo, y alargó la punta de una vara que traía en su mano, y mojóla en un panal de miel, y llegó su mano a su boca; y sus ojos fueron aclarados.
28 Entonces habló uno del pueblo, diciendo: Tu padre ha conjurado expresamente al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre que comiere hoy manjar. Y el pueblo desfallecía.
29 Y respondió Jonatán: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel:
30 ¿Cuánto más si el pueblo hubiera hoy comido del despojo de sus enemigos que halló? ¿no se habría hecho ahora mayor estrago en los Filisteos?
31 E hirieron aquel día a los Filisteos desde Michmas hasta Ajalón: mas el pueblo se cansó mucho.
32 Tornóse por tanto el pueblo al despojo, y tomaron ovejas y vacas y becerros, y matáronlos en tierra, y el pueblo comió con sangre.
33 Y dándole de ello aviso a Saúl, dijéronle: El pueblo peca contra el SEÑOR comiendo con sangre. Y él dijo: Vosotros habéis prevaricado; rodadme ahora acá una grande piedra.
34 Y Saúl tornó a decir: Esparcíos por el pueblo, y decidles que me traigan cada uno su vaca, y cada cual su oveja, y degolladlos aquí, y comed; y no pecaréis contra el SEÑOR comiendo con sangre. Y trajo todo el pueblo cada cual por su mano su vaca aquella noche, y degollaron allí.
35 Y edificó Saúl altar al SEÑOR, el cual altar fue el primero que edificó al SEÑOR.
36 Y dijo Saúl: Descendamos de noche contra los Filisteos, y los saquearemos hasta la mañana, y no dejaremos de ellos ninguno. Y ellos dijeron: Haz lo que bien te pareciere. Dijo luego el sacerdote: Lleguémonos aquí a Dios.
37 Y Saúl consultó a Dios: ¿Descenderé tras los Filisteos? ¿los entregarás en mano de Israel? Mas él no le dio respuesta aquel día.
38 Entonces dijo Saúl: Llegaos acá todos los principales del pueblo; y sabed y mirad por quién ha sido hoy este pecado;
39 Porque vive el SEÑOR, que salva a Israel, que si fuere en mi hijo Jonatán, el morirá de cierto. Y no hubo en todo el pueblo quien le respondiese.
40 Dijo luego a todo Israel: Vosotros estaréis a un lado, y yo y Jonatán mi hijo estaremos a otro lado. Y el pueblo respondió a Saúl: Haz lo que bien te pareciere.
41 Entonces dijo Saúl al SEÑOR Dios de Israel: Da perfección. Y fueron tomados Jonatán y Saúl, y el pueblo salió libre.
42 Y Saúl dijo: Echad suerte entre mí y Jonatán mi hijo. Y fue tomado Jonatán.
43 Entonces Saúl dijo a Jonatán: Declárame qué has hecho. Y Jonatán se lo declaró, y dijo: Cierto que gusté con la punta de la vara que traía en mi mano, un poco de miel: ¿y he aquí he de morir?
44 Y Saúl respondió: Así me haga Dios y así me añada, que sin duda morirás, Jonatán.
45 Mas el pueblo dijo a Saúl: ¿Ha pues de morir Jonatán, el que ha hecho esta salvación grande en Israel? No lo permita Dios: como el SEÑOR vive, que no ha de caer un cabello de su cabeza en tierra, pues que ha obrado hoy con Dios. Así libró el pueblo a Jonatán, para que no muriese.
46 Y Saúl dejó de seguir a los Filisteos; y los Filisteos se fueron a su lugar.
47 Y ocupando Saúl el reino sobre Israel, hizo guerra a todos sus enemigos alrededor: contra Moab, contra los hijos de Amón, contra Edom, contra los reyes de Soba, y contra los Filisteos: y a donde quiera que se tornaba era vencedor.
48 Y reunió un ejército, e hirió a Amalec, y libró a Israel de mano de los que le robaban.
49 Y los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isui, y Melchi-sua. Y los nombres de sus dos hijas eran, el nombre de la mayor, Merab, y el de la menor, Mical.
50 Y el nombre de la mujer de Saúl era Ahinoam, hija de Aimaas. Y el nombre del general de su ejército era Abner, hijo de Ner tío de Saúl.
51 Porque Cis padre de Saúl, y Ner padre de Abner, fueron hijos de Abiel.
52 Y la guerra fue fuerte contra los Filisteos todo el tiempo de Saúl; y a cualquiera que Saúl veía hombre valiente y hombre de esfuerzo, juntábale consigo.
HABÍA ya Saúl reinado un año; y reinado que hubo dos años sobre Israel,
2 Escogióse luego tres mil de Israel: los dos mil estuvieron con Saúl en Michmas y en el monte de Betel, y los mil estuvieron con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió a todo el otro pueblo cada uno a sus tiendas.
3 Y Jonatán hirió la guarnición de los Filisteos que había en el collado, y oyéronlo los Filisteos. E hizo Saúl tocar trompetas por toda la tierra, diciendo: Oigan los Hebreos.
4 Y todo Israel oyó que se decía: Saúl ha herido la guarnición de los Filisteos; y también que Israel olía mal a los Filisteos. Y juntóse el pueblo en pos de Saúl en Gilgal.
5 Entonces los Filisteos se juntaron para pelear con Israel, treinta mil carros, y seis mil jinetes, y pueblo como la arena que está a la orilla del mar en multitud; y subieron, y asentaron campo en Michmas, al oriente de Betaven.
6 Mas los hombres de Israel, viéndose puestos en estrecho, (porque el pueblo estaba en aprieto), escondióse el pueblo en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas.
7 Y algunos de los Hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad: y Saúl se estaba aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando.
8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba.
9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y sacrificios pacíficos. Y ofreció el holocausto.
10 Y como él acababa de hacer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl le salió a recibir para saludarle.
11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque ví que el pueblo se me iba, y que tú no venías al plazo de los días, y que los Filisteos estaban juntos en Michmas,
12 Me dije: Los Filisteos descenderán ahora contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor del SEÑOR. Esforcéme pues, y ofrecí holocausto.
13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento del SEÑOR tu Dios, que él te había intimado; porque ahora el SEÑOR hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.
14 Mas ahora tu reino no será durable: el SEÑOR se ha buscado varón según su corazón, al cual el SEÑOR ha mandado que sea capitán sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que el SEÑOR te mandó.
15 Y levantándose Samuel, subió de Gilgal a Gabaa de Benjamín. Y Saúl contó la gente que se hallaba con él, como seiscientos hombres.
16 Saúl pues y Jonatán su hijo, y el pueblo que con ellos se hallaba, quedáronse en Gabaa de benjamín: mas los Filisteos habían puesto su campo en Michmas.
17 Y salieron del campo de los Filisteos en correría tres escuadrones. El un escuadrón tiró por el camino de Ofra hacia la tierra de Sual.
18 El otro escuadrón marchó hacia Bet-horón, y el tercer escuadrón marchó hacia la región que mira al valle de Seboim hacia el desierto.
19 Y en toda la tierra de Israel no se hallaba herrero; porque los Filisteos habían dicho: Para que los Hebreos no hagan espada o lanza.
20 Y todos los de Israel descendían a los Filisteos cada cual a amolar su reja, su azadón, su hacha, o su sacho,
21 Pero aún tenían una lima para las rejas, y los azadones, y las horquillas, y las hachas, y para afilar las ahijadas.
22 Así aconteció que el día de la batalla no se halló espada ni lanza en mano de alguno de todo el pueblo que estaba con Saúl y con Jonatán, excepto Saúl y Jonatán su hijo, que las tenían.
23 Y la guarnición de los Filisteos salió al paso de Michmas.
Y DIJO Samuel a todo Israel: He aquí, yo he oído vuestra voz en todas las cosas que me habéis dicho, y os he puesto rey.
2 Ahora pues, he aquí vuestro rey va delante de vosotros. Yo soy ya viejo y cano: mas mis hijos están con vosotros, y yo he andado delante de vosotros desde mi mocedad hasta este día.
3 Aquí estoy; atestiguad contra mí delante del SEÑOR y delante de su ungido, si he tomado el buey de alguno, o si he tomado el asno de alguno, o si he calumniado a alguien, o si he agraviado a alguno, o si de alguien he tomado cohecho por el cual haya cubierto mis ojos: y os satisfaré.
4 Entonces dijeron: Nunca nos has calumniado, ni agraviado, ni has tomado algo de mano de ningún hombre.
5 Y él les dijo: el SEÑOR es testigo contra vosotros, y su ungido también es testigo en este día, que no habéis hallado en mi mano cosa ninguna. Y ellos respondieron: Así es.
6 Entonces Samuel dijo al pueblo: el SEÑOR es quien hizo a Moisés y a Aarón, y que sacó a vuestros padres de la tierra de Egipto.
7 Ahora pues, aguardad, y yo os haré cargo delante del SEÑOR de todas las justicias del SEÑOR, que ha hecho con vosotros y con vuestros padres.
8 Después que Jacob hubo entrado en Egipto y vuestros padres clamaron al SEÑOR, el SEÑOR envió a Moisés y a Aarón, los cuales sacaron a vuestros padres de Egipto, y los hicieron habitar en este lugar.
9 Y olvidaron al SEÑOR su Dios, y él los vendió en la mano de Sísara capitán del ejército de Hasor, y en la mano de los Filisteos, y en la mano del rey de Moab, los cuales les hicieron guerra.
10 Y ellos clamaron al SEÑOR, y dijeron: Pecamos, que hemos dejado al SEÑOR, y hemos servido a los Baales y a Astarot: líbranos pues ahora de la mano de nuestros enemigos, y te serviremos.
11 Entonces el SEÑOR envió a Jerobaal, y a Bedán, y a Jefté, y a Samuel, y os libró de mano de vuestros enemigos alrededor, y habitasteis seguros.
12 Y habiendo visto que Naas rey de los hijos de Amón venía contra vosotros, me dijisteis: No, sino rey reinará sobre nosotros; siendo vuestro rey el SEÑOR vuestro Dios.
13 Ahora pues, ved aquí vuestro rey que habéis elegido, el cual pedisteis; ya veis que el SEÑOR ha puesto sobre vosotros rey.
14 Si temiereis al SEÑOR y le sirviereis, y obedeciereis su voz, y no fuereis rebeldes a la palabra del SEÑOR, así vosotros como el rey que reina sobre vosotros, seréis en pos del SEÑOR vuestro Dios.
15 Mas si no oyereis la voz del SEÑOR, y si fuereis rebeldes a las palabras del SEÑOR, la mano del SEÑOR será contra vosotros como contra vuestros padres.
16 Esperad aún ahora, y mirad esta gran cosa que el SEÑOR hará delante de vuestros ojos.
17 ¿No es ahora la siega de los trigos? Yo clamaré al SEÑOR, y él dará truenos y aguas; para que conozcáis y veáis que es grande vuestra maldad que habéis hecho en los ojos del SENOR, pidiéndoos rey.
18 Y Samuel clamó al SEÑOR; y el SEÑOR dio truenos y aguas en aquel día; y todo el pueblo temió en gran manera al SEÑOR y a Samuel.
19 Entonces dijo todo el pueblo a Samuel: Ruega por tus siervos al SEÑOR tu Dios, que no muramos: porque a todos nuestros pecados hemos añadido este mal de pedir rey para nosotros.
20 Y Samuel respondió al pueblo, No temáis: vosotros habéis cometido todo este mal; mas con todo eso no os apartéis de en pos del SEÑOR, sino servid al SEÑOR con todo vuestro corazón:
21 No os apartéis en pos de las vanidades, que no aprovechan ni libran, porque son vanidades.
22 Pues el SEÑOR no desamparará a su pueblo por su grande nombre: porque el SEÑOR ha querido haceros pueblo suyo.
23 Así que, no permita Dios que peque yo contra el SEÑOR cesando de rogar por vosotros; antes yo os enseñaré por el camino bueno y derecho.
24 Solamente temed al SEÑOR, y servidle de verdad con todo vuestro corazón, porque considerad cuán grandes cosas ha hecho por vosotros.
25 Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.
TOMANDO entonces Samuel una ampolla de aceite, derramóla sobre su cabeza, y besólo, y díjole: ¿No te ha ungido el SEÑOR por capitán sobre su heredad?
2 Hoy, después que te hayas apartado de mí, hallarás dos hombres junto al sepulcro de Raquel, en el término de Benjamín, en Selsah, los cuales te dirán: Las asnas que habías ido a buscar, se han hallado; tu padre pues ha dejado ya el negocio de las asnas, si bien está angustioso por vosotros, diciendo: ¿Qué haré acerca de mi hijo?
3 Y como de allí te fueres más adelante, y llegares a la llanura de Tabor, te saldrán al encuentro tres hombres que suben a Dios en Betel, llevando el uno tres cabritos, y el otro tres tortas de pan, y el tercero una vasija de vino:
4 Los cuales, luego que te hayan saludado, te darán dos panes, los que tomarás de manos de ellos.
5 De allí vendrás al collado de Dios donde está la guarnición de los Filisteos; y cuando entrares allá en la ciudad encontrarás una compañía de profetas que descienden del alto, y delante de ellos salterio, y adufe, y flauta, y arpa, y ellos profetizando:
6 Y el Espíritu del SEÑOR te arrebatará, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.
7 Y cuando te hubieren sobrevenido estas señales, haz lo que te viniere a la mano, porque Dios es contigo.
8 Y bajarás delante de mí a Gilgal; y luego descenderé yo a tí para sacrificar holocaustos, e inmolar víctimas pacíficas. Espera siete días, hasta que yo venga a tí, y te enseñe lo que has de hacer.
9 Y fue que así como tornó él su hombro para partirse de Samuel, mudóle Dios su corazón; y todas estas señales acaecieron en aquel día.
10 Y cuando llegaron allá al collado, he aquí la compañía de los profetas que venía a encontrarse con él, y el Espíritu de Dios lo arrebató, y profetizó entre ellos.
11 Y aconteció que, cuando todos los que le conocían de ayer y de antes, vieron que, he aquí, él profetizaba con los profetas, el pueblo decía el uno al otro: ¿Qué ha sucedido al hijo de Cis? ¿Saúl también entre los profetas?
12 Y alguno de allí respondió, y dijo: ¿Y quién es el padre de ellos? Por esta causa se tornó en proverbio: ¿También Saúl entre los profetas?
13 Y cesó de profetizar, y llegó al alto.
14 Y un tío de Saúl dijo a él y a su criado: ¿Dónde fuisteis? Y él respondió: A buscar las asnas; y como vimos que no parecían, fuimos a Samuel.
15 Y dijo el tío de Saúl: Yo te ruego me declares qué os dijo Samuel.
16 Y Saúl respondió a su tío: Declarónos expresamente que las asnas habían parecido. Mas del negocio del reino, de que Samuel le había hablado, no le descubrió nada.
17 Y Samuel convocó el pueblo al SEÑOR en Mizpa;
18 Y dijo a los hijos de Israel: Así ha dicho el SEÑOR el Dios de Israel: Yo saqué a Israel de Egipto, y os libré de mano de los Egipcios, y de mano de todos los reinos que os afligieron:
19 Mas vosotros habéis desechado hoy a vuestro Dios, que os guarda de todas vuestras aflicciones y angustias, y dijisteis: No, sino pon rey sobre nosotros. Ahora pues, poneos delante del SEÑOR por vuestras tribus y por vuestros millares.
20 Y haciendo allegar Samuel todas las tribus de Israel, fue tomada la tribu de Benjamín.
21 E hizo llegar la tribu de Benjamín por sus linajes, y fue tomada la familia de Matri; y de ella fue tomado Saúl hijo de Cis. Y le buscaron, mas no fue hallado.
22 Preguntaron pues otra vez al SEÑOR, si había aún de venir allí aquel varón. Y respondió el SEÑOR: He aquí que él está escondido entre el bagaje.
23 Entonces corrieron, y tomáronlo de allí, y puesto en medio del pueblo, desde el hombro arriba era más alto que todo el pueblo.
24 Y Samuel dijo a todo el pueblo: ¿Habéis visto al que ha elegido el SEÑOR, que no hay semejante a él en todo el pueblo? Entonces el pueblo clamó con alegría, diciendo: Viva el rey.
25 Samuel recitó luego al pueblo el derecho del reino, y escribiólo en un libro, el cual guardó delante del SEÑOR.
26 Y envió Samuel a todo el pueblo cada uno a su casa. Y Saúl también se fue a su casa en Gabaa, y fueron con él el ejército, el corazón de los cuales Dios había tocado.
27 Pero los hijos de Belial dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar éste? Y tuviéronle en poco, y no le trajeron presente: mas él disimuló.
Y HABÍA un varón de Benjamín, hombre valeroso, el cual se llamaba Cis, hijo de Abiel, hijo de Seor, hijo de Becora, hijo de Afia, hijo de un hombre de Benjamín.
2 Y tenía él un hijo que se llamaba Saúl, mancebo y hermoso, que entre los hijos de Israel no había otro más hermoso que él; del hombro arriba sobrepujaba a cualquiera del pueblo.
3 Y habíanse perdido las asnas de Cis, padre de Saúl; por lo que dijo Cis a Saúl su hijo: Toma ahora contigo alguno de los criados, y levántate, y ve a buscar las asnas.
4 Y él pasó al monte de Efraím, y de allí a la tierra de Salisa, y no las hallaron. Pasaron luego por la tierra de Saalim, y tampoco. Después pasaron por la tierra de Benjamín, y no las encontraron.
5 Y cuando vinieron a la tierra de Zuf, Saúl dijo a su criado que tenía consigo: Ven, volvámonos; porque quizá mi padre, dejado el cuidado de las asnas, estará congojado por nosotros.
6 Y él le respondió: He aquí ahora hay en esta ciudad un hombre de Dios, que es varón insigne: todas las cosas que él dijere, sin duda vendrán. Vamos pues allá: quizá nos enseñará nuestro camino por donde hayamos de ir.
7 Y Saúl respondió a su criado: Vamos ahora: ¿mas qué llevaremos al varón? Porque el pan de nuestras alforjas se ha acabado, y no tenemos qué presentar al varón de Dios: ¿qué tenemos?
8 Entonces tornó el criado a responder a Saúl, diciendo: He aquí se halla en mi mano la cuarta parte de un siclo de plata: esto daré al varón de Dios, porque nos declare nuestro camino.
9 (Antiguamente en Israel cuando un hombre iba a consultar a Dios, decía así: Venid y vamos al vidente: porque el que ahora se llama profeta, antiguamente era llamado vidente).
10 Dijo entonces Saúl a su criado: Bien dices; ea pues, vamos. Y fueron a la ciudad donde estaba el varón de Dios.
11 Y cuando subían por la cuesta de la ciudad, hallaron unas mozas que salían para sacar agua, a las cuales dijeron: ¿Está en este lugar el vidente?
12 Y ellas respondiéndoles, dijeron: Sí; helo aquí delante de tí: date pues priesa, porque hoy ha venido a la ciudad en atención a que el pueblo tiene hoy sacrificio en el alto.
13 Y cuando entrareis en la ciudad, le encontraréis luego, antes que suba al alto a comer; pues el pueblo no comerá hasta que él haya venido, por cuanto él haya de bendecir el sacrificio, y después comerán los convidados. Subid pues ahora, porque ahora le hallaréis.
14 Ellos entonces subieron a la ciudad; y cuando en medio de la ciudad estuvieron, he aquí Samuel que delante de ellos salía para subir al alto.
15 Y un día antes que Saúl viniese, el SEÑOR había revelado al oído de Samuel, diciendo:
16 Mañana a esta misma hora yo enviaré a tí un varón de la tierra de Benjamín, al cual ungirás por príncipe sobre mi pueblo Israel, y salvará mi pueblo de mano de los Filisteos: pues yo he mirado a mi pueblo, porque su clamor ha llegado hasta mí.
17 Y luego que Samuel vio a Saúl, el SEÑOR le dijo: He aquí éste es el varón del cual te hablé; éste regirá a mi pueblo.
18 Y llegando Saúl a Samuel en medio de la puerta, díjole: Ruégote que me enseñes dónde está la casa del vidente.
19 Y Samuel respondió a Saúl, y dijo: Yo soy el vidente: sube delante de mí al alto, y comed hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón.
20 Y de las asnas que se te perdieron hoy ha tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado. Mas ¿por quién es todo el deseo de Israel, sino por tí y por toda la casa de tu padre?
21 Y Saúl respondió, y dijo: ¿No soy yo hijo de Benjamín, de las más pequeñas tribus de Israel? Y mi familia ¿no es la más pequeña de todas las familias de la tribu de Benjamín? ¿por qué pues me has dicho cosa semejante?
22 Y trabando Samuel de Saúl y de su criado, metiólos en la sala, y dióles lugar a la cabecera de los convidados, que eran como unos treinta hombres.
23 Y dijo Samuel al cocinero: Trae acá la porción que te dí, la cual te dije que guardases aparte.
24 Entonces alzó el cocinero una espaldilla, con lo que estaba sobre ella, y púsola delante de Saúl. Y Samuel dijo: He aquí lo que estaba reservado: ponlo delante de tí, y come; porque de industria se guardó para tí, cuando dije: Yo he convidado al pueblo. Y Saúl comió aquel día con Samuel.
25 Y cuando hubieron descendido del alto a la ciudad, él habló con Saúl en el terrado.
26 Y al otro día madrugaron: y como al apuntar del alba, Samuel llamó a Saúl, que estaba en el terrado; y dijo: Levántate, para que te despache. Levantóse luego Saúl, y salieron fuera ambos, él y Samuel.
27 Y descendiendo ellos al cabo de la ciudad, dijo Samuel a Saúl: Dí al mozo que vaya delante, (y adelantóse él); mas espera tú un poco para que te declare palabra de Dios.
Y ACONTECIÓ que habiendo Samuel envejecido, puso sus hijos por jueces sobre Israel.
2 Y el nombre de su hijo primogénito fue Joel, y el nombre del segundo, Abia: fueron jueces en Beer-sebah.
3 Mas no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se ladearon tras la avaricia, recibiendo cohecho y pervirtiendo el derecho.
4 Entonces todos los ancianos de Israel se juntaron, y vinieron a Samuel en Ramá,
5 Y dijéronle: He aquí tú has envejecido, y tus hijos no van por tus caminos: por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como todas las gentes.
6 Y descontentó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos rey que nos juzgue. Y Samuel oró al SEÑOR.
7 Y dijo el SEÑOR a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te dijeren: porque no te han desechado a tí, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.
8 Conforme a todas las obras que han hecho desde el día que los saqué de Egipto hasta hoy, que me han dejado y han servido a dioses ajenos, así hacen también contigo.
9 Ahora pues, oye su voz: mas protesta contra ellos declarándoles el derecho del rey que ha de reinar sobre ellos.
10 Y dijo Samuel todas las palabras del SEÑOR al pueblo que le había pedido rey.
11 Dijo pues: Éste será el derecho del rey que hubiere de reinar sobre vosotros: tomará vuestros hijos, y pondrálos en sus carros, y en su gente de a caballo, para que corran delante de su carro:
12 Y se elegirá capitanes de mil, y capitanes de cincuenta: pondrálos asimismo a que aren sus campos, y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra, y los pertrechos de sus carros:
13 Tomará también vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras, y amasadoras.
14 Asimismo tomará vuestras tierras, vuestras viñas, y vuestros buenos olivares, y los dará a sus siervos.
15 Él diezmará vuestras simientes y vuestras viñas, para dar a sus eunucos y a sus siervos.
16 Él tomará vuestros siervos, y vuestras siervas, y vuestros buenos mancebos, y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras.
17 Diezmará también vuestro rebaño, y seréis sus siervos.
18 Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas el SEÑOR no os oirá en aquel día.
19 Empero el pueblo rechazó obedecer la voz de Samuel; antes dijeron: No, sino que habrá rey sobre nosotros:
20 Y nosotros seremos también como todas las gentes, y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros, y hará nuestras guerras.
21 Y oyó Samuel todas las palabras del pueblo, y refiriólas en oídos del SEÑOR.
22 Y el SEÑOR dijo a Samuel: Oye su voz, y pon rey sobre ellos. Entonces dijo Samuel a los varones de Israel: Idos cada uno a su ciudad.
Y LOS Filisteos, tomada el arca de Dios, trajéronla desde Eben-ezer a Asdod.
2 Y tomaron los Filisteos el arca de Dios, y metiéronla en la casa de Dagón, y pusiéronla junto a Dagón.
3 Y el siguiente día los de Asdod se levantaron de mañana, y he aquí Dagón postrado en tierra delante del arca del SEÑOR: y tomaron a Dagón, y volviéronlo a su lugar.
4 Y tornándose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca del SEÑOR; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente.
5 Por esta causa los sacerdotes de Dagón, y todos los que en el templo de Dagón entran, no pisan el umbral de Dagón en Asdod, hasta hoy.
6 Empero agravóse la mano del SEÑOR sobre los de Asdod, y destruyólos, e hiriólos con hemorroides en Asdod y en todos sus términos.
7 Y viendo esto los de Asdod, dijeron: No quede con nosotros el arca del Dios de Israel, porque su mano es dura sobre nosotros, y sobre nuestro dios Dagón.
8 Enviaron pues a juntar a sí todos los príncipes de los Filisteos, y dijeron: ¿Qué haremos del arca del Dios de Israel? Y ellos respondieron: Pásese el arca del Dios de Israel a Gat. Y pasaron allá el arca del Dios de Israel.
9 Y aconteció que como la hubieron pasado, la mano del SEÑOR fue contra la ciudad con grande quebrantamiento; e hirió los hombres de aquella ciudad desde el chico hasta el grande, que se llenaron de hemorroides en sus partes íntimas.
10 Entonces enviaron el arca de Dios a Ecrón. Y como el arca de Dios vino a Ecrón, los Ecronitas dieron voces diciendo: Han pasado a mí el arca del Dios de Israel por matarme a mí y a mi pueblo.
11 Y enviaron a juntar todos los príncipes de los Filisteos, diciendo: Despachad el arca del Dios de Israel, y tórnese a su lugar, y no mate a mí ni a mi pueblo: porque había quebrantamiento de muerte en toda la ciudad, y la mano de Dios se había allí agravado.
12 Y los que no morían, eran heridos de hemorroides; y el clamor de la ciudad subía al cielo.
Y VINIERON los de Quiriat-jearim, y llevaron el arca del SEÑOR, y metiéronla en casa de Abinadab, situada en el collado; y santificaron a Eleazar su hijo, para que guardase el arca del SEÑOR.
2 Y aconteció que desde el día que llegó el arca a Quiriat-jearim pasaron muchos días, veinte años; y toda la casa de Israel lamentaba en pos del SEÑOR.
3 Y habló Samuel a toda la casa de Israel, diciendo: Si de todo vuestro corazón os volvéis al SEÑOR, quitad los dioses ajenos y a Astarot de entre vosotros, y preparad vuestro corazón al SEÑOR, y a sólo él servid, y os librará de mano de los Filisteos.
4 Entonces los hijos de Israel quitaron a los Baales y a Astarot, y sirvieron a solo el SEÑOR.
5 Y Samuel dijo: Juntad a todo Israel en Mizpa, y yo oraré por vosotros al SEÑOR.
6 Y juntándose en Mizpa, sacaron agua, y derramáronla delante del SEÑOR, y ayunaron aquel día, y dijeron allí: Contra el SEÑOR hemos pecado. Y juzgó Samuel a los hijos de Israel en Mizpa.
7 Y oyendo los Filisteos que los hijos de Israel estaban reunidos en Mizpa, subieron los príncipes de los Filisteos contra Israel: lo cual como hubieron oído los hijos de Israel, tuvieron temor de los Filisteos.
8 Y dijeron los hijos de Israel a Samuel: No ceses de clamar por nosotros al SEÑOR nuestro Dios, que nos guarde de mano de los Filisteos.
9 Y Samuel tomó un cordero de leche, y sacrificólo entero al SEÑOR en holocausto: y clamó Samuel al SEÑOR por Israel, y el SEÑOR le oyó.
10 Y aconteció que estando Samuel sacrificando el holocausto, los Filisteos llegaron para pelear con los hijos de Israel. Mas el SEÑOR tronó aquel día con grande estruendo sobre los Filisteos, y desbaratólos, y fueron vencidos delante de Israel.
11 Y saliendo los hijos de Israel de Mizpa, siguieron a los Filisteos, hiriéndolos hasta abajo de Bet-car.
12 Tomó luego Samuel una piedra, y púsola entre Mizpa y Sen, y púsole por nombre Eben-ezer, diciendo: Hasta aquí nos ayudó el SEÑOR.
13 Fueron pues los Filisteos humillados, que no vinieron más al término de Israel; y la mano del SEÑOR fue contra los Filisteos todo el tiempo de Samuel.
14 Y fueron restituídas a los hijos de Israel las ciudades que los Filisteos habían tomado a los Israelitas, desde Ecrón hasta Gat, con sus términos: e Israel las libró de mano de los Filisteos. Y hubo paz entre Israel y el Amorreo.
15 Y juzgó Samuel a Israel todo el tiempo que vivió.
16 Y todos los años iba y daba vuelta a Betel, y a Gilgal, y a Mizpa, y juzgaba a Israel en todos estos lugares.
17 Volvíase después a Ramá, porque allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel; y edificó allí altar al SEÑOR.
Y ESTUVO el arca del SEÑOR en la tierra de los Filisteos siete meses.
2 Entonces los Filisteos, llamando los sacerdotes y adivinos, preguntaron: ¿Qué haremos del arca del SEÑOR? Declaradnos cómo la hemos de tornar a enviar a su lugar.
3 Y ellos dijeron: Si enviáis el arca del Dios de Israel, no la enviéis vacía; mas le pagaréis la expiación: y entonces seréis sanos, y conoceréis por qué no se apartó de vosotros su mano.
4 Y ellos dijeron: ¿Y qué será la expiación que le pagaremos? Y ellos respondieron: Conforme al número de los príncipes de los Filisteos, cinco hemorroides de oro, y cinco ratones de oro, porque la misma plaga que todos tienen, tienen también vuestros príncipes.
5 Haréis pues las formas de vuestras hemorroides, y las formas de vuestros ratones que destruyen la tierra, y daréis gloria al Dios de Israel: quizá aliviará su mano de sobre vosotros, y de sobre vuestros dioses, y de sobre vuestra tierra.
6 Mas ¿por qué endurecéis vuestro corazón, como los Egipcios y Faraón endurecieron sus corazones? Después que los hubo así tratado, ¿no los dejaron que se fuesen, y se fueron?
7 Haced pues ahora un carro nuevo, y tomad luego dos vacas que críen, a las cuales no haya sido puesto yugo, y uncid las vacas al carro, y haced tornar de detrás de ellas sus becerros a casa.
8 Tomaréis luego el arca del SEÑOR, y la pondréis sobre el carro; y poned en una caja al lado de ella las alhajas de oro que le pagáis en expiación: y la dejaréis que se vaya.
9 Y mirad: si sube por el camino de su término a Bet-semes, él nos ha hecho este mal tan grande; y si no, seremos ciertos que su mano no nos hirió, nos ha sido accidente.
10 Y aquellos hombres lo hicieron así; pues tomando dos vacas que criaban, unciéronlas al carro, y encerraron en casa sus becerros.
11 Luego pusieron el arca del SEÑOR sobre el carro, y la caja con los ratones de oro y con las formas de sus hemorroides.
12 Y las vacas se encaminaron por el camino de Bet-semes, e iban por un mismo camino andando y bramando, sin apartarse ni a diestra ni a siniestra: y los príncipes de los Filisteos fueron tras ellas hasta el término de Bet-semes.
13 Y los de Bet-semes segaban el trigo en el valle; y alzando sus ojos vieron el arca, y holgáronse cuando la vieron.
14 Y el carro vino al campo de Josué Bet-semita, y paró allí: porque allí había una gran piedra: y ellos cortaron la madera del carro, y ofrecieron las vacas en holocausto al SEÑOR.
15 Y los Levitas bajaron el arca del SEÑOR, y la caja que estaba junto a ella, en la cual estaban las alhajas de oro, y pusiéronlas sobre aquella gran piedra: y los hombres de Bet-semes, ofrecieron sacrificios y sacrificaron al SEÑOR en aquel día.
16 Lo cual viendo los cinco príncipes de los Filisteos, volviéronse a Ecrón el mismo día.
17 Éstas pues son las hemorroides de oro que pagaron los Filisteos al SEÑOR en expiación: por Asdod una, por Gaza una, por Ascalón una, por Gat una, por Ecrón una;
18 Y ratones de oro conforme al número de todas las ciudades de los Filisteos pertenecientes a los cinco príncipes, desde las ciudades fuertes hasta las aldeas sin muro; y hasta la gran piedra sobre la cual pusieron el arca del SEÑOR, piedra que está en el campo de Josué Bet-semita hasta hoy.
19 Entonces hirió Dios a los de Bet-semes, porque habían mirado en el arca del SEÑOR; hirió en el pueblo cincuenta mil y setenta hombres. Y el pueblo puso luto, porque el SEÑOR al pueblo había herido de tan gran plaga.
20 Y dijeron los de Bet-semes: ¿Quién podrá estar delante del SEÑOR el Dios santo? ¿y a quién subirá desde nosotros?
21 Y enviaron mensajeros a los de Quiriat-jearim, diciendo: Los Filisteos han vuelto el arca del SEÑOR: descended pues, y llevadla a vosotros.
Y LLEGÓ la palabra de Samuel a todo Israel. Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los Filisteos, y asentó campo junto a Eben-ezer, y los Filisteos asentaron el suyo en Afec.
2 Y los Filisteos presentaron la batalla a Israel; y trabándose el combate, Israel fue vencido delante de los Filisteos, los cuales hirieron en la batalla por el campo como cuatro mil hombres.
3 Y vuelto que hubo el pueblo al campamento, los ancianos de Israel dijeron: ¿Por qué nos ha herido hoy el SEÑOR delante de los Filisteos? Traigamos a nosotros de Silo el arca del pacto del SEÑOR, para que viniendo entre nosotros nos salve de la mano de nuestros enemigos.
4 Y envió el pueblo a Silo, y trajeron de allá el arca del pacto del SEÑOR de los ejércitos, que estaba asentado entre los querubines; y los dos hijos de Elí, Ofni y Finees, estaban allí con el arca del pacto de Dios.
5 Y aconteció que, como el arca del pacto del SEÑOR vino al campo, todo Israel dio grita con tan grande júbilo, que la tierra tembló.
6 Y cuando los Filisteos oyeron la voz de júbilo, dijeron: ¿Qué voz de gran júbilo es esta en el campo de los Hebreos? Y supieron que el arca del SEÑOR había venido al campo.
7 Y los Filisteos tuvieron miedo, porque decían: Ha venido Dios al campo. Y dijeron: ¡Ay de nosotros! pues antes de ahora no fue así.
8 ¡Ay de nosotros! ¿Quién nos librará de las manos de estos dioses fuertes? Éstos son los dioses que hirieron a Egipto con toda plaga en el desierto.
9 Esforzaos, oh Filisteos, y sed hombres, porque no sirváis a los Hebreos, como ellos os han servido a vosotros: sed hombres, y pelead.
10 Pelearon pues los Filisteos, e Israel fue vencido, y huyeron cada cual a sus tiendas; y fue hecha muy grande mortandad, pues cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie.
11 Y el arca de Dios fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees.
12 Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, vino aquel día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza:
13 Y cuando llegó, he aquí Elí que estaba sentado en una silla atalayando junto al camino; porque su corazón estaba temblando por causa del arca de Dios. Llegado pues aquel hombre a la ciudad, y dadas las nuevas, toda la ciudad gritó.
14 Y como Elí oyó el estruendo de la gritería, dijo: ¿Qué estruendo de alboroto es éste? Y aquel hombre vino apriesa, y dio las nuevas a Elí.
15 Era ya Elí de edad de noventa y ocho años, y sus ojos se habían entenebrecido, de modo que no podía ver.
16 Dijo pues aquel hombre a Elí: Yo vengo de la batalla, yo he escapado hoy del combate. Y él dijo: ¿Qué ha acontecido, hijo mío?
17 Y el mensajero respondió, y dijo: Israel huyó delante de los Filisteos, y también fue hecha gran mortandad en el pueblo; y también tus dos hijos, Ofni y Finees, son muertos, y el arca de Dios fue tomada.
18 Y aconteció que como él hizo mención del arca de Dios, Elí cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y quebrósele la cerviz, y murió: porque era hombre viejo y pesado. Y había juzgado a Israel cuarenta años.
19 Y su nuera, la mujer de Finees, que estaba preñada, cercana al parto, oyendo el rumor que el arca de Dios era tomada, y muertos su suegro y su marido, encorvóse y parió; porque sus dolores se habían ya derramado por ella.
20 Y al tiempo que se moría, decíanle las que estaban junto a ella: No tengas temor, porque has parido un hijo. Mas ella no respondió, ni paró mientes.
21 Y llamó al niño Icabod, diciendo: ¡Traspasada es la gloria de Israel! por el arca de Dios que fue tomada, y porque era muerto su suegro, y su marido.
22 Dijo pues: Traspasada es la gloria de Israel: porque el arca de Dios fue tomada.
Y EL joven Samuel ministraba al SEÑOR delante de Elí: y la palabra del SEÑOR escaseaba en aquellos días; no había visión manifiesta.
2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse, que no podía ver,
3 Samuel estaba durmiendo en el templo del SEÑOR, donde el arca de Dios estaba: y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,
4 El SEÑOR llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.
5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuélvete a acostar. Y él se volvió, y acostóse.
6 Y el SEÑOR volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve, y acuéstate.
7 Y Samuel no había conocido aún al SEÑOR, ni la palabra del SEÑOR le había sido revelada.
8 El SEÑOR pues llamó la tercera vez a Samuel. Y él levantándose vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que el SEÑOR llamaba al joven.
9 Y dijo Elí a Samuel: Ve, y acuéstate: y si te llamare, dirás: Habla, SEÑOR, que tu siervo oye. Así se fue Samuel, y acostóse en su lugar.
10 Y vino el SEÑOR, y paróse, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, que tu siervo oye.
11 Y el SEÑOR dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos.
12 Aquel día yo despertaré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa. En comenzando, acabaré también.
13 Y mostraréle que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos se han envilecido, y él no los ha estorbado.
14 Y por tanto yo he jurado a la casa de Elí, que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas.
15 Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa del SEÑOR. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí.
16 Llamando pues Elí a Samuel, díjole: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí.
17 Y dijo: ¿Qué es la palabra que te habló el SEÑOR?; ruégote que no me la encubras: así te haga Dios y así te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo.
18 Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: El SEÑOR es; haga lo que bien le pareciere.
19 Y Samuel creció, y el SEÑOR fue con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.
20 Y conoció todo Israel desde Dan hasta Beer-sebah, que Samuel era fiel profeta del SEÑOR.
21 Así tornó el SEÑOR a aparecer en Silo: porque el SEÑOR se manifestó a Samuel en Silo con palabra del SEÑOR.
Y Ana oró y dijo: Mi corazón se regocija en el SEÑOR, mi cuerno es ensalzado en el SEÑOR; mi boca se ensanchó sobre mis enemigos, por cuanto me alegré en tu salvación.
2 No hay santo como el SEÑOR: Porque no hay ninguno fuera de tí; Y no hay roca como el Dios nuestro.
3 No multipliquéis hablando grandezas, altanerías; cesen las palabras arrogantes de vuestra boca; porque el SEÑOR es un Dios de conocimiento, y a él toca el pesar las acciones.
4 Los arcos de los fuertes fueron quebrados, y los flacos se ciñeron de fortaleza.
5 Los hartos se alquilaron por pan: y cesaron los hambrientos: hasta parir siete la estéril, y la que tenía muchos hijos enfermó.
6 El SEÑOR mata, y él da vida: él hace descender al sepulcro, y hace subir.
7 El SEÑOR empobrece, y él enriquece: abate, y ensalza.
8 El levanta del polvo al pobre, y al menesteroso ensalza del estiércol, para asentarlo con los príncipes; y hace que tengan por heredad asiento de honra: porque del SEÑOR son las columnas de la tierra, y él asentó sobre ellas el mundo.
9 El guarda los pies de sus santos, mas los impíos perecen en tinieblas; Porque nadie será fuerte por su fuerza.
10 Delante del SEÑOR serán quebrantados sus adversarios, y sobre ellos tronará desde el cielo: el SEÑOR juzgará los términos de la tierra, y dará fortaleza a su Rey, y ensalzará el cuerno de su Mesías.
11 Y Elcana se volvió a su casa en Ramá; y el niño ministraba al SEÑOR delante del sacerdote Elí.
12 Mas los hijos de Elí eran hijos de Belial, y no conocían al SEÑOR.
13 Y la costumbre de los sacerdotes con el pueblo era que, cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras la carne estaba a cocer, trayendo en su mano un garfio de tres ganchos;
14 Y hería con él en la caldera, o en la olla, o en el caldero, o en el pote; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían a todo Israelita que venía a Silo.
15 Asimismo, antes de quemar el sebo, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que ase para el sacerdote; porque no tomará de tí carne cocida, sino cruda.
16 Y si le respondía el varón, quemen luego el sebo hoy, y después toma para tí tanta como desee tu alma; él respondía: No, sino que ahora mismo me la darás: y que si no, yo la tomaré por fuerza.
17 Era pues el pecado de los mozos muy grande delante del SEÑOR; porque los hombres menospreciaban los sacrificios del SEÑOR.
18 Y el joven Samuel ministraba delante del SEÑOR, vestido de un efod de lino.
19 Y hacíale su madre una túnica pequeña, y traíasela cada año, cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio acostumbrado.
20 Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: El SEÑOR te dé simiente de esta mujer en lugar de este préstamo que hizo al SEÑOR. Y volviéronse a su casa.
21 Y visitó el SEÑOR a Ana, y concibió, y parió tres hijos, y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante del SEÑOR.
22 Elí empero era muy viejo, y oía todo lo que sus hijos hacían a todo Israel, y como se acostaban con las mujeres que se juntaban por tropas a la puerta del tabernáculo de la congregación.
23 Y díjoles: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes.
24 No, hijos míos; porque no es buena fama la que yo oigo: que hacéis pecar al pueblo del SEÑOR.
25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra el SEÑOR, ¿quién rogará por él? Mas ellos no oyeron la voz de su padre, porque el SEÑOR los quería matar.
26 Y el joven Samuel iba creciendo, y adelantando delante del SEÑOR y delante de los hombres.
27 Y vino un varón de Dios a Elí, y díjole: Así ha dicho el SEÑOR: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón?
28 ¿Y le escogí yo por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase perfume, y trajese efod delante de mí? ¿y dí yo a la casa de tu padre todas las ofrendas hechas por fuego de los hijos de Israel?
29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel?
30 Por tanto, el SEÑOR el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho el SEÑOR: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me tuvieren en poco, serán viles.
31 He aquí vienen días, en que cortaré tu brazo, y el brazo de la casa de tu padre, que no haya viejo en tu casa.
32 Y verás adversario en mi habitación en todas las cosas en que Dios hiciere bien a Israel; y en ningún tiempo habrá viejo en tu casa.
33 Y no te cortaré del todo varón de mi altar, para hacerte marchitar tus ojos, y henchir tu ánimo de dolor; mas toda la cría de tu casa morirá en la edad varonil.
34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día.
35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días.
36 Y será que el que hubiere quedado en tu casa, vendrá a postrársele por un dinero de plata y un bocado de pan, diciéndole: Ruégote que me constituyas en algún ministerio, para que coma un bocado de pan.
HUBO un varón de Ramataim de Sofim, del monte de Efraím, que se llamaba Elcana, hijo de Jeroham, hijo de Eliú, hijo de Tohu, hijo de Zuf, Efrateo.
2 Y tenía él dos mujeres; el nombre de la una era Ana, y el nombre de la otra Penina. Y Penina tenía hijos, mas Ana no los tenía.
3 Y subía aquel varón todos los años de su ciudad, a adorar y sacrificar al SEÑOR de los ejércitos en Silo, donde estaban dos hijos de Elí, Ofni y Finees, sacerdotes del SEÑOR.
4 Y cuando venía el día, Elcana sacrificaba, y daba a Penina su mujer, y a todos sus hijos y a todas sus hijas, a cada uno su parte.
5 Mas a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque el SEÑOR había cerrado su matriz.
6 Y su competidora la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque el SEÑOR había cerrado su matriz.
7 Y así hacia él cada año: cuando subía a la casa del SEÑOR, enojaba así a la otra; por lo cual ella lloraba, y no comía.
8 Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿y por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?
9 Y levantóse Ana después que hubo comido y bebido en Silo; y mientras el sacerdote Elí estaba sentado en una silla junto a un pilar del templo del SEÑOR,
10 Ella con amargura de alma oró al SEÑOR, y lloró abundantemente.
11 E hizo voto, diciendo: Oh SEÑOR de los ejércitos, si te dignares mirar la aflicción de tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de tu sierva, mas dieres a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré al SEÑOR todos los días de su vida, y no subirá navaja sobre su cabeza.
12 Y sucedió que como ella orase largamente delante del SEÑOR, Elí estaba observando la boca de ella.
13 Mas Ana hablaba en su corazón, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía; y túvola Elí por borracha.
14 Entonces le dijo Elí: ¿Hasta cuándo estarás borracha?; aparta de tí tu vino.
15 Y Ana le respondió, diciendo: No, señor mío: mas yo soy una mujer trabajada de espíritu: no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante del SEÑOR.
16 No tengas a tu sierva por una hija de Belial: porque por la magnitud de mis congojas y de mi aflicción he hablado hasta ahora.
17 Y Elí respondió, y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has hecho.
18 Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y fuese la mujer su camino, y comió, y su cara no estuvo más triste.
19 Y levantándose muy de mañana, adoraron delante del SEÑOR, y volviéronse, y vinieron a su casa en Ramá. Y Elcana conoció a Ana su mujer, y el SEÑOR se acordó de ella.
20 Y sucedió que corrido el tiempo, después de haber concebido Ana, parió un hijo, y púsole por nombre Samuel, diciendo: Por cuanto lo demandé al SEÑOR.
21 Después subió el varón Elcana, con toda su familia, a sacrificar al SEÑOR el sacrificio acostumbrado, y su voto.
22 Mas Ana no subió, sino dijo a su marido: Yo no subiré hasta que el niño sea destetado; para que lo lleve y sea presentado delante del SEÑOR, y se quede allá para siempre.
23 Y Elcana su marido le respondió: Haz lo que bien te pareciere; quédate hasta que lo destetes; solamente el SEÑOR cumpla su palabra. Y quedóse la mujer, y crió su hijo hasta que lo destetó.
24 Y después que lo hubo destetado, llevólo consigo, con tres becerros, y un efa de harina, y una vasija de vino, y trájolo a la casa del SEÑOR en Silo: y el niño era pequeño.
25 Y matando el becerro, trajeron el niño a Elí.
26 Y ella dijo: ¡Oh, señor mío! vive tu alma, señor mío, yo soy aquella mujer que estuvo aquí junto a tí orando al SEÑOR.
27 Por este niño oraba, y el SEÑOR me dio lo que le pedí.
28 Yo pues le vuelvo también al SEÑOR: todos los días que viviere, será del SEÑOR. Y adoró allí al SEÑOR.