ESTA es la tercera vez que vengo a vosotros: en la boca de dos o de tres testigos toda palabra será establecida.
2 Yo os he dicho antes, y os digo de antemano como si yo estuviera presente la segunda vez; y ahora estando ausente lo escribo a los que han pecado antes, y a todos los demás, que si vengo otra vez, no perdonaré.
3 Pues que buscáis una prueba de Cristo que habla en mí, el cual no es débil para con vosotros, antes es poderoso en vosotros.
4 Porque aunque fue crucificado por flaqueza, vive empero por el poder de Dios; porque nosotros también somos débiles en él, empero viviremos con él por el poder de Dios para con nosotros.
5 Examinaos a vosotros mismos si sois en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿No conocéis vosotros mismos, como que Jesu Cristo es en vosotros, si no sois reprobados?
6 Mas espero que conoceréis que nosotros no somos reprobados.
7 Empero yo oro a Dios que ninguna cosa mala hagáis: no para que nosotros aparezcamos aprobados, mas para que vosotros hagáis lo que es bueno, aunque nosotros seamos como reprobados.
8 Porque nosotros no podemos hacer nada contra la verdad, sino por la verdad.
9 Por lo cual nos gozamos cuando nosotros somos débiles, y vosotros sois fuertes; y aun deseamos esto, a saber, vuestra perfección.
10 Por tanto os escribo estas cosas estando ausente, para que estando presente no use de severidad, conforme a la potestad que el Señor me ha dado para edificación, y no para destrucción.
11 En fin, hermanos, hayáis gozo, seáis perfectos, consolaos, seáis de una misma mente, vivid en paz, y el Dios de amor y de paz será con vosotros.
12 Saludaos los unos a los otros con beso santo.
13 Todos los santos os saludan.
14 La gracia del Señor Jesu Cristo, y el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sea con vosotros todos. Amén
La segunda epístola a los Corintios fue enviada de Filipos, ciudad de Macedonia con Tito y Lucas.
ASIMISMO, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios, que ha sido dada a las iglesias de Macedonia:
2 Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron para las riquezas de su liberalidad.
3 Porque conforme a sus fuerzas, (yo soy testigo,) y aun sobre sus fuerzas han sido voluntarios;
4 Rogándonos con muchos ruegos, que recibiésemos el don, y nos encargásemos de la comunión del ministerio que se hace para los santos.
5 Y esto hicieron, no como lo esperábamos, mas a sí mismos dieron primeramente al Señor, y a nosotros por la voluntad de Dios.
6 De tal manera que exhortamos a Tito, que como había comenzado ya, así también acabase en vosotros la misma gracia también.
7 Por tanto como en todo abundáis, en fe, y en palabra, y en conocimiento, y en toda diligencia, y amor para con nosotros, mirad que abundéis en esta gracia también.
8 No hablo como por mandamiento; sino por motivo de la prontitud de los otros, y para probar la sinceridad de vuestro amor.
9 Porque vosotros conocéis la gracia de nuestro Señor Jesu Cristo, que, siendo rico, por amor de vosotros se hizo pobre; para que vosotros por su pobreza fueseis ricos.
10 Y en esto doy mi consejo; porque esto os conviene a vosotros, que comenzasteis antes, no sólo a hacerlo, sino también a quererlo desde el año pasado:
11 Ahora pues acabad de hacerlo; para que como fue pronto el ánimo en el querer, así también lo sea en el cumplirlo de lo que tenéis.
12 Porque si primero hay voluntad pronta, será acepta según lo que alguno tiene, y no según lo que no tiene.
13 No para que otros tengan alivio, y vosotros apretura:
14 Sino por igualdad, para que en este tiempo, vuestra abundancia supla la falta de ellos; para que también la abundancia de ellos supla vuestra falta, para que haya igualdad:
15 Como está escrito: Al que recogió mucho, no le sobró; y al que recogió poco, no le faltó nada.
16 Empero gracias a Dios que puso la misma solicitud por vosotros en el corazón de Tito.
17 Porque en verdad aceptó la exhortación; mas estando él muy solícito, de su propia voluntad se partió para vosotros.
18 Y enviamos con él al hermano, cuya alabanza en el evangelio es por todas las iglesias.
19 Y no sólo esto, sino que también fue elegido por las iglesias para acompañarnos en nuestro viaje con este beneficio, que es administrado por nosotros para gloria del mismo Señor, y declaración de vuestra voluntad pronta:
20 Evitando esto, que nadie nos vitupere en esta abundancia que ministramos:
21 Procurando las cosas honestas, no sólo delante del Señor, sino también delante de los hombres.
22 Y enviamos con ellos a nuestro hermano, al cual muchas veces hemos probado diligente en muchas cosas; mas ahora mucho más diligente por la mucha confianza que tengo en vosotros.
23 Tocante a Tito, si alguno preguntare, él es mi compañero y coadjutor para con vosotros; o en cuanto a nuestros hermanos, son los mensajeros de las iglesias, y la gloria de Cristo.
24 Mostrad pues para con ellos, y a la faz de las iglesias, la prueba de vuestro amor, y de nuestra gloria de vosotros.
CIERTO que no me es conveniente gloriarme; mas vendré a las visiones y a las revelaciones del Señor.
2 Yo conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, no lo sé, si fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe.) fue arrebatado hasta el tercer cielo.
3 Y conozco al tal hombre, (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé: Dios lo sabe.)
4 Que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que al hombre no le es lícito decir.
5 De este tal me gloriaré; mas de mí mismo no me gloriaré, sino en mis flaquezas.
6 Por lo cual si quisiere gloriarme, no seré insensato, porque diré verdad: empero ahora lo dejo, porque nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí.
7 Y porque no me ensalzase desmedidamente por la abundancia de las revelaciones, me fue dado un aguijón en mi carne, el mensajero de Satanás, que me abofetee, para que no me enaltezca sobremanera.
8 Por lo cual tres veces rogué al Señor que se quitase de mí.
9 Y él me dijo: Bástate mi gracia; porque mi poder en la flaqueza se perfecciona. Por tanto de buena gana me gloriaré en mis flaquezas, para que habite en mí el poder de Cristo.
10 Por lo cual tomo contentamiento en flaquezas, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias por Cristo; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.
11 Me he hecho insensato en gloriarme; vosotros me constreñisteis; porque yo debía ser alabado de vosotros; porque en nada soy menos que los más eminentes apóstoles, aunque soy nada.
12 Verdaderamente las señales de apóstol han sido hechas en medio de vosotros, en toda paciencia, en señales, en prodigios, y en milagros.
13 Porque ¿qué hay en que hayáis sido menos que las otras iglesias, sino en que yo mismo no os he sido carga? perdonadme este agravio.
14 He aquí, estoy preparado para ir a vosotros la tercera vez, y no os será una carga, porque no busco a lo vuestro, sino a vosotros; porque no han de atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos.
15 Yo empero de buena gana gastaré y seré gastado por vuestras almas; aunque amándoos yo más, sea amado menos.
16 Mas sea así, yo no os fui carga; sino que, como soy astuto, os he tomado con engaño.
17 ¿Os he defraudado quizá por alguno de los que he enviado a vosotros?
18 Yo rogué a Tito, y con él envié un hermano. ¿Os engañó Tito? ¿no anduvimos en el mismo espíritu? ¿no anduvimos en las mismas pisadas?
19 ¿Pensáis otra vez que nosotros nos excusamos para con vosotros? Delante de Dios, en Cristo hablamos; mas lo hacemos todo, o amadísimos, por vuestra edificación.
20 Porque temo que cuando viniere, no os halle tales como quiero; y que vosotros me halléis cual no querríais; porque no haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, disensiones, detracciones, murmuraciones, soberbias, sediciones;
21 No sea que cuando yo volviere, me humille Dios entre vosotros, y haya yo de llorar por muchos de los que antes han pecado, y no se han arrepentido de la inmundicia, y fornicación, y lascivia que han cometido.
PLUGUIESE a Dios que vosotros sufrieseis un poco mi locura. Mas, en verdad, sufridme.
2 Porque yo soy celoso de vosotros con celo de Dios; porque os he desposado a un marido, para presentaros como a una virgen pura a Cristo.
3 Mas tengo miedo de que, en alguna manera, como la serpiente engañó a Eva por su astucia, así sean corrompidas vuestras mentes, de la simplicidad que es en Cristo:
4 Porque si el que viene predica otro Jesús que nosotros no hemos predicado, o si vosotros recibís otro espíritu del que habéis recibido, u otro evangelio del que habéis aceptado, le sufrierais bien.
5 Empero yo pienso, que en nada he sido inferior a los más grandes apóstoles.
6 Porque aunque soy rudo en la palabra, no empero en el conocimiento; mas en todas las cosas hemos sido enteramente manifiestos a vosotros.
7 ¿Acaso cometí un pecado en haberme humillado a mí mismo, para que vosotros fueseis ensalzados, porque os he predicado el evangelio de Dios gratuitamente?
8 Despojé las otras iglesias, recibiendo salario de ellos para servir a vosotros.
9 Y estando con vosotros, y teniendo necesidad, a ninguno fui carga; porque lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia; y en todas cosas me guardé de seros gravoso, y me guardaré.
10 Como la verdad de Cristo es en mí, nadie me impedirá esta jactancia en las regiones de Acaya.
11 ¿Por qué? ¿por qué no os amo? Dios lo sabe.
12 Mas lo que hago, haré aún; para cortar ocasión de aquellos que desean ocasión, para que en aquello que se glorían, sean hallados como también nosotros.
13 Porque los tales son falsos apóstoles, obreros fraudulentos que se transfiguran en apóstoles de Cristo.
14 Y no es maravilla; porque Satanás mismo se transfigura en ángel de luz.
15 Así que no es gran cosa si también sus ministros se transfiguren como ministros de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras.
16 Otra vez digo: Que nadie me tenga por insensato; de otra manera, recibidme aun como a insensato, para que me jacte yo un poco.
17 Lo que hablo, no lo hablo según el Señor, sino como con insensatez, en este atrevimiento de jactancia.
18 Puesto que muchos se glorían según la carne: también yo me gloriaré.
19 Porque de buena gana sufrís a los insensatos, siendo vosotros sabios;
20 Porque sufrís si alguien os pone en servidumbre, si alguien os devora, si alguien toma lo vuestro, si alguien se ensalza, si alguien os hiere en la cara.
21 Hablo en cuanto a la afrenta, como si nosotros hubiésemos sido débiles. Mas en lo que otro tuviere osadía (hablo con insensatez) también yo tengo osadía.
22 ¿Son ellos Hebreos? yo también soy. ¿Son Israelitas? yo también. ¿Son simiente de Abraham? también yo.
23 ¿Son ministros de Cristo? (hablo como insensato) yo soy más: en trabajos más abundante, en azotes sobre medida, en cárceles más frecuentemente, en muertes, muchas veces.
24 De los Judíos cinco veces recibí cuarenta azotes menos uno.
25 Tres veces fui azotado con varas, una vez apedreado, tres veces he padecido naufragio, una noche y un día he estado en el profundo del mar.
26 En viajes muchas veces: en peligros de ríos, en peligros de ladrones, en peligros de los de mi nación, en peligros entre los Gentiles, en peligros en la ciudad, en peligros en el desierto, en peligros en el mar, en peligros entre falsos hermanos:
27 En trabajo y fatiga, en muchas vigilias, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez:
28 Además las cosas de fuera, lo que me sobreviene cada día, el cuidado de todas las iglesias.
29 ¿Quién es débil, y no soy débil yo? ¿Quién se escandaliza, y yo no me abraso?
30 Si es menester gloriarme, me gloriaré yo de las cosas que son de mis flaquezas.
31 El Dios y Padre de nuestro Señor Jesu Cristo, que es bendito por siempre, sabe que no miento.
32 En Damasco, el gobernador por el rey Aretas guardaba la ciudad de los Damascenos queriendo prenderme;
33 Y fui abajado del muro en un canasto por una ventana, y escapé de sus manos.
EMPERO yo, Pablo mismo, os ruego por la mansedumbre y dulzura de Cristo, (yo que en presencia soy despreciable entre vosotros, pero que estando ausente soy osado para con vosotros,)
2 Ruégoos, pues, que cuando estuviere presente, no tenga que ser osado con la confianza con que pienso ser osado contra algunos, que nos tienen como si anduviésemos según la carne:
3 Porque aunque andamos en la carne, no militamos según la carne:
4 (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas por Dios para derribar fortalezas;)
5 Derribando imaginaciones, y toda cosa alta que se levanta contra el conocimiento de Dios; y poniendo bajo cautiverio todo pensamiento a la obediencia de Cristo,
6 Y estando prestos para vengar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia fuere cumplida.
7 ¿Miráis las cosas según la apariencia exterior? Si alguno está confiado en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo.
8 Porque aunque yo me gloríe algún tanto más de nuestra autoridad, (la cual el Señor nos ha dado para edificación, y no para vuestra destrucción,) no me avergonzaré.
9 A fin de que no parezca como que os quiero espantar por cartas.
10 Porque dicen ellos, sus cartas son graves y fuertes; mas su presencia corporal débil, y su palabra despreciable.
11 Esto piense el tal, que cuales somos en la palabra por cartas estando ausentes, tales seremos también de hecho estando presentes.
12 Porque no osamos ni a contarnos, ni a compararnos con algunos que se alaban a sí mismos; mas ellos midiéndose a sí mismos por sí mismos, y comparándose a sí mismos consigo mismos, no entienden.
13 Nosotros empero no nos jactaremos de cosas fuera de nuestra medida; sino conforme a la medida de la regla que Dios nos ha repartido, medida que llega también hasta vosotros,
14 Porque no nos extendemos más allá de nuestra medida, como si no llegásemos hasta vosotros; porque también hasta vosotros hemos llegado en el evangelio de Cristo:
15 No gloriándonos fuera de medida, en trabajos ajenos; mas teniendo esperanza de que en creciendo vuestra fe, seremos abundantemente engrandecidos entre vosotros conforme a nuestra regla;
16 Para predicar el evangelio en las regiones que están más allá de vosotros, no en la medida de otro, para gloriarnos de lo que ya estaba aparejado.
17 Mas el que se gloría, gloríese en el Señor.
18 Porque no el que se alaba a sí mismo, el tal es aprobado; mas aquel a quien el Señor alaba.
PORQUE en cuanto al ministerio para los santos, por demás me es escribiros;
2 Porque conozco la prontitud de vuestro ánimo, por cuyo motivo me glorío de vosotros entre los de Macedonia, que Acaya está apercibida desde el año pasado; y vuestro celo ha provocado a muchos.
3 Sin embargo he enviado a los hermanos, porque nuestra gloria de vosotros no sea vana en esta parte; para que, como lo he dicho, estéis apercibidos;
4 Porque no sea que si vinieren conmigo los de Macedonia, y os hallaren desapercibidos, y nos avergoncemos nosotros, (por no decir vosotros,) de esta confianza de gloria.
5 Por tanto tuve por cosa necesaria exhortar a los hermanos que fuesen primero a vosotros, y aparejasen primero vuestra bendición antes prometida, para que esté aparejada como bendición, y no como avaricia.
6 Esto empero digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra abundantemente, segará también abundantemente.
7 Cada uno como propuso en su corazón, así dé, no con tristeza, o por necesidad; porque Dios ama el dador alegre.
8 Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, para que teniendo toda suficiencia en todas cosas, abundéis para toda buena obra.
9 Como está escrito: Esparció; dio a los pobres; su justicia permanece por siempre.
10 Y el que da la simiente al que siembra, también dará pan para comer; y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia;
11 Para que enriquecidos en todo, abundéis en toda liberalidad, la cual obra por nosotros acción de gracias a Dios.
12 Porque la administración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, mas también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;
13 Que por la experiencia de esta administración, glorifican a Dios por vuestra sujeción que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra distribución para con ellos, y para con todos;
14 Y por la oración de ellos por vosotros, los cuales os anhelan de corazón a causa de la abundantísima gracia de Dios en vosotros.
15 Gracias a Dios por su inefable don.
TENIENDO pues nosotros estas promesas, amados míos, pues que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de la carne y del espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2 Admitidnos: a nadie hemos injuriado, a nadie hemos corrompido, a nadie hemos defraudado.
3 No para condenaros lo digo; que ya he dicho antes, que estáis en nuestros corazones para morir, y para vivir con vosotros.
4 Mucho denuedo tengo para con vosotros, mucha gloria tengo de vosotros: lleno estoy de consolación: sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones.
5 Porque cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestra carne; antes por todos lados fuimos atribulados: de fuera había combates, de dentro temores.
6 Mas Dios, que consuela a los que están abatidos, nos consoló con la venida de Tito.
7 Y no sólo con su venida, mas también con la consolación con que él fue consolado de vosotros, haciéndonos saber vuestro deseo grande, vuestro lloro, vuestro celo por mí, así que me regocijé tanto más.
8 Porque aunque os entristecí por la carta, no me arrepiento: aunque me arrepentí, porque veo que aquella carta, aunque por poco tiempo, os entristeció.
9 Ahora me gozo: no porque hayáis sido entristecidos, mas porque hayáis sido entristecidos para arrepentimiento; porque habéis sido entristecidos según Dios, de manera que ninguna pérdida hayáis padecido por nosotros.
10 Porque la tristeza que es según Dios, obra arrepentimiento para la salvación, de la cual nadie se arrepiente; mas la tristeza del mundo obra la muerte.
11 Porque he aquí esto mismo, que según Dios fuisteis entristecidos, qué solicitud ha obrado en vosotros, más aun defensa, más aun indignación, más aun temor, más aun vehemente deseo, más aun celo, más aun venganza. En todo os habéis mostrado puros en este negocio.
12 Así que aunque os escribí, no fue por causa del que hizo la injuria, ni por causa del que padeció la injuria, sino para que os fuese manifiesta nuestra
solicitud que tenemos por vosotros delante de Dios.
13 Por tanto fuimos consolados por vuestra consolación: empero mucho más nos gozamos por el gozo de Tito, porque fue recreado su espíritu por todos vosotros.
14 Que si en algo me he gloriado con él de vosotros, no he sido avergonzado; antes como todo lo que habíamos dicho a vosotros en verdad, así también nuestra gloria con Tito fue hallada ser verdad.
15 Y su entrañable afecto es más abundante para con vosotros, cuando se acuerda de la obediencia de todos vosotros; y de cómo le recibisteis con temor y temblor.
16 Así que me regocijo de que en todo tengo confianza de vosotros.
POR lo cual nosotros, como colaboradores juntamente con él, os exhortamos también que no hayáis recibido en vano la gracia de Dios;
2 Porque él dice: En tiempo acepto te he oído, y en día de salvación te he socorrido: he aquí, ahora es el tiempo acepto, he aquí, ahora es el día de la salvación:
3 No dando ofensa alguna en ninguna cosa, porque el ministerio no sea vituperado:
4 Pero mostrándonos aprobados en todas cosas como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias,
5 En azotes, en cárceles, en alborotos, en trabajos, en vigilias, en ayunos,
6 Por pureza, por conocimiento, por longanimidad, por bondad, por el Espíritu Santo, por amor no fingido,
7 Por la palabra de verdad, por el poder de Dios, por la armadura de justicia a diestra y a siniestra:
8 Por honra y deshonra: por infamia, y buena fama: como engañadores, y sin embargo veraces:
9 Como desconocidos, y sin embargo bien conocidos: como muriendo, y, he aquí, vivimos: como castigados, mas no muertos:
10 Como entristecidos, mas siempre gozosos: como pobres, mas enriqueciendo a muchos: como los que no tienen nada, y sin embargo lo poseen todo.
11 Nuestra boca está abierta para vosotros, oh Corintios, nuestro corazón es ensanchado.
12 No estáis estrechados en nosotros; mas estáis estrechados en vuestras propias entrañas:
13 Pues por recompensa de lo mismo, (como a mis hijos hablo,) ensanchaos también vosotros.
14 No os juntéis en yugo desigual con los incrédulos: porque ¿qué compañía tiene la justicia con la injusticia? ¿y qué comunión la luz con las tinieblas?
15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿o qué parte el que cree con el incrédulo?
16 ¿Y qué avenencia el templo de Dios con ídolos? porque vosotros sois el templo del Dios vivo, como Dios ha dicho: Yo moraré en ellos, y andaré en ellos; y yo seré el Dios de ellos, y ellos serán mi pueblo.
17 Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor; y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré.
18 Y seré a vosotros Padre, y vosotros me seréis a mí hijos e hijas: dice el Señor Todopoderoso.
¿COMENZAMOS otra vez a alabarnos a nosotros mismos? ¿O tenemos necesidad, como algunos, de cartas de recomendación para vosotros, o de recomendación de vosotros?
2 Nuestra carta sois vosotros, escrita en nuestros corazones, conocida y leída de todos los hombres;
3 Por cuanto es manifiesto que vosotros sois la carta de Cristo ministrada por nosotros, y escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo: no en tablas de piedra, sino en las tablas de carne del corazón.
4 Y tal confianza tenemos por Cristo para con Dios.
5 No que seamos suficientes de nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos; sino que nuestra suficiencia es de Dios:
6 El cual también nos ha hecho ministros suficientes del nuevo testamento: no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.
7 Empero si el ministerio de muerte, escrito y grabado en piedras, fue para gloria, tanto que los hijos de Israel no pudiesen fijar los ojos en la cara de Moisés, a causa de la gloria de su rostro, la cual se había de acabar:
8 ¿Cuánto más no será para gloria el ministerio del espíritu?
9 Porque si el ministerio de condenación fue gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justicia.
10 Porque lo que fue hecho glorioso, ni aun fue glorioso en este respecto, por razón de la gloria que sobresale.
11 Porque si lo que se acaba fue para gloria, mucho más es para gloria lo que permanece.
12 Así que teniendo tal esperanza, hablamos con mucha franqueza.
13 Y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no pudiesen fijar los ojos en el fin de aquello que se había de ser abolido:
14 Mas las mentes de ellos fueron cegadas; porque hasta el día de hoy queda el mismo velo sin ser quitado en la lectura del antiguo testamento, el cual velo es quitado en Cristo.
15 Y aun hasta el día de hoy, cuando Moisés es leído, el velo está sobre el corazón de ellos.
16 Empero cuando se convirtieren al Señor, el velo será quitado.
17 Porque el Señor es aquel Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.
18 Empero nosotros todos, con cara descubierta, mirando como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Espíritu del Señor.
PORQUE sabemos que si nuestra casa terrestre de este tabernáculo se deshiciere, tenemos de Dios edificio, una casa no hecha de manos, eterna en los cielos.
2 Y por esto también gemimos, deseando ardientemente ser revestidos de aquella nuestra habitación que es del cielo:
3 Si es que fuéremos hallados vestidos y no desnudos.
4 Porque verdaderamente los que estamos en este tabernáculo, gemimos estando sobrecargados; porque no querríamos ser desnudados, antes revestidos, para que lo que es mortal sea tragado por la vida.
5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, el cual también nos ha dado las arras del Espíritu.
6 Por tanto estamos confiados siempre, sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, ausentes estamos del Señor:
7 (Porque por fe andamos, no por vista:)
8 Estamos confiados, digo, y quisiéramos más bien ausentarnos del cuerpo, y estar presentes con el Señor.
9 Por tanto procuramos, que o ausentes, o presentes, le seamos aceptos.
10 Porque es menester que todos nosotros comparezcamos delante del tribunal de Cristo; para que cada uno reciba las cosas hechas en su cuerpo, según lo que hubiere hecho, sea bueno, o sea malo.
11 Sabiendo pues el terror del Señor, persuadimos a los hombres, mas a Dios somos hechos manifiestos; y espero que también en vuestras conciencias somos hechos manifiestos.
12 Porque no nos encomendamos otra vez a vosotros; antes os damos ocasión de gloriaros de nosotros, para que tengáis que responder a los que se glorían en las apariencias, y no en el corazón.
13 Porque si loqueamos, es para Dios, y si estamos en sano juicio, es por vuestra causa.
14 Porque el amor de Cristo nos constriñe: juzgando esto: Que si uno murió por todos, luego todos eran muertos:
15 Y que murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquél que por ellos murió y resucitó.
16 Por lo que nosotros de aquí adelante a nadie conocemos según la carne; y si aun a Cristo conocimos según la carne, ahora empero ya no le conocemos más.
17 De manera que si alguno es en Cristo, nueva criatura es: las cosas viejas son pasadas; he aquí, todas las cosas son hechas nuevas.
18 Y todas las cosas son de Dios, el cual nos ha reconciliado consigo mismo por Jesu Cristo, y nos ha dado el ministerio de la reconciliación.
19 Es a saber, Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo mismo, no imputándoles sus pecados, y ha entregado a nosotros la palabra de la reconciliación.
20 Así que embajadores somos de Cristo, como si Dios os rogase por nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
21 Porque a él que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
POR lo cual teniendo nosotros este ministerio, según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos;
2 Antes hemos renunciado a las cosas encubiertas de vergüenza, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios; mas por manifestación de la verdad encomendándonos a nosotros mismos a la conciencia de todo hombre delante de Dios.
3 Que si nuestro evangelio es encubierto, para los que se pierden es encubierto:
4 En los cuales el dios de este mundo ha cegado la mente de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio glorioso de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
5 Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús, el Señor; y nosotros vuestros siervos por Jesús.
6 Porque Dios que mandó resplandecer la luz de las tinieblas, es el que ha resplandecido en nuestros corazones, para dar la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesu Cristo.
7 Pero tenemos este tesoro en vasos de tierra, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros.
8 Por todos lados somos atribulados, mas no estrechados: perplejos, mas no desesperados:
9 Perseguidos, mas no desamparados: abatidos, mas no destruidos:
10 Llevando siempre por todas partes en el cuerpo la muerte del Señor Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestro cuerpo.
11 Porque siempre nosotros que vivimos, somos entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús sea manifestada en nuestra carne mortal.
12 De manera que la muerte obra en nosotros, mas en vosotros la vida.
13 Pero teniendo nosotros el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, y por lo tanto he hablado: nosotros también creemos, y por lo tanto hablamos:
14 Estando ciertos que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará por Jesús; y nos presentará con vosotros.
15 Porque todas las cosas son por vuestra causa, para que la abundante gracia por la acción de gracias de muchos, redunde a gloria de Dios.
16 Por tanto no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se desgasta, el interior empero se renueva de día en día.
17 Porque nuestra leve tribulación, que no es sino por un momento, obra por nosotros un peso de gloria inconmensurablemente grande y eterno:
18 No mirando nosotros a las cosas que se ven, sino a las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales; mas las que no se ven son eternas.
EMPERO esto he determinado en mi mismo, de no venir otra vez a vosotros con tristeza.
2 Porque si yo os entristezco, ¿quién será pues el que me alegrará, sino el mismo a quien yo entristeciera?
3 Y esto mismo os escribí, porque cuando viniere no tuviese tristeza de aquellos de los cuales me debería alegrar; teniendo confianza en todos vosotros que mi gozo es el de todos vosotros.
4 Porque en medio de mucha tribulación y angustia de corazón os escribí con muchas lágrimas: no para que fueseis entristecidos, sino para que conocieseis cuán abundante amor tengo para con vosotros.
5 Que si alguno ha causado tristeza, no me entristeció a mí sino en parte, por no sobrecargaros a todos vosotros.
6 Bástale al tal este castigo que fue hecho por muchos:
7 De manera que, al contrario, vosotros debéis más bien perdonarle, y consolarle, porque no sea el tal consumido de demasiada tristeza.
8 Por lo cual os ruego que confirméis vuestro amor para con él.
9 Porque también por este fin os escribí a vosotros, para conocer la prueba de vosotros, si sois obedientes en todas las cosas.
10 Al que vosotros perdonareis cualquiera cosa, yo también; porque si yo he perdonado alguna cosa, a quien lo he perdonado, por vuestra causa lo he hecho en la persona de Cristo;
11 Para que Satanás no nos gane alguna ventaja; porque no ignoramos sus maquinaciones.
12 Mas cuando yo vine a Troas para predicar el evangelio de Cristo, y me fue abierta puerta en el Señor,
13 No tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a Tito mi hermano; y así despidiéndome de ellos, me partí desde allí para Macedonia.
14 Mas gracias a Dios, el cual hace que siempre triunfemos en Cristo; y manifiesta el olor de su conocimiento por nosotros en todo lugar;
15 Porque somos para Dios suave olor de Cristo en los que son salvos, y en los que perecen:
16 A éstos olor de muerte para muerte; y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién es suficiente?
17 Porque no somos como muchos, mercaderes falsos que corrompen la palabra de Dios: antes como de sinceridad, como de Dios, delante de Dios, hablamos en Cristo.
PABLO, apóstol de Jesu Cristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a la iglesia de Dios que está en Corinto, con todos los santos que están por toda la Acaya.
2 Gracia a vosotros, y paz de Dios nuestro Padre, y del Señor Jesu Cristo.
3 Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesu Cristo, el Padre de misericordias, y el Dios de toda consolación;
4 El cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones; para que podamos nosotros consolar a los que están en cualquiera angustia, con la consolación con que nosotros mismos somos consolados de Dios.
5 Porque de la manera que abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, así abunda también por Cristo nuestra consolación.
6 Mas ahora sea que seamos atribulados, es por vuestra consolación y salvación, la cual es eficiente en el sufrir de las mismas aflicciones que nosotros también padecemos; o si somos consolados, es por vuestra consolación y salvación.
7 Y nuestra esperanza de vosotros es firme, estando ciertos que como sois participantes de los sufrimientos, así también lo seréis de la consolación.
8 Porque, hermanos, no queremos que ignoréis de nuestra tribulación que nos fue hecha en Asia, que sobre manera fuimos cargados sobre nuestras fuerzas, de tal manera que aun dudábamos de la vida:
9 Mas nosotros tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios, que levanta los muertos:
10 El cual nos libró de tan grande muerte, y nos libra: en el cual esperamos que aún nos librará;
11 Ayudándonos también vosotros con oración por nosotros, para que por el don concedido para nosotros por medio de muchas personas, por muchas sean dadas gracias por nosotros.
12 Porque nuestra gloria es esta, el testimonio de nuestra conciencia, que en simplicidad y sinceridad de Dios, no en sabiduría carnal, mas por la gracia de Dios, hemos conversado en el mundo, y más abundantemente con vosotros.
13 Porque no os escribimos otras cosas de las que leéis, o también reconocéis; y espero que aun hasta el fin las reconoceréis:
14 Como también en parte nos habéis reconocido que somos vuestra gloria, como también vosotros sois la nuestra, en el día del Señor Jesús.
15 Y en esta confianza quise primero venir a vosotros, para que tuvieseis otro segundo beneficio:
16 Y pasar por vosotros a Macedonia; y de Macedonia venir otra vez a vosotros, y ser llevados por vosotros a Judea.
17 Pues cuando propuse esto, ¿usé quizá de liviandad? ¿o lo que me propongo, lo propongo según la carne, para que haya en mí sí, sí, y no, no?
18 Antes como Dios es fiel, nuestra palabra para con vosotros no ha sido sí y no.
19 Porque el Hijo de Dios, Jesu Cristo, que por nosotros ha sido entre vosotros predicado, por mí, y Silvano, y Timoteo, no ha sido sí y no; mas en él ha sido sí.
20 Porque todas las promesas de Dios son en él sí, y en él Amén para gloria de Dios por nosotros.
21 Y el que nos confirma con vosotros en Cristo, y el que nos ungió, es Dios:
22 El cual también nos selló, y nos dio las arras del Espíritu en nuestros corazones.
23 Mas yo llamo a Dios por testigo sobre mi alma, que por perdonaros, no he venido hasta ahora a Corinto:
24 No que nosotros tengamos señorío sobre vuestra fe; antes somos ayudadores de vuestro gozo, porque por la fe estáis firmes.