HERMANOS, si algún hombre fuere tomado en alguna falta, vosotros los espirituales, restauradle al tal en espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, porque tú no seas también tentado.
2 Llevad los unos las cargas de los otros; y cumplid así la ley de Cristo.
3 Porque si alguno piensa de sí que es algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña.
4 Así que cada uno examine su propia obra, y entonces en sí mismo solamente tendrá de que gloriarse, y no en otro.
5 Porque cada cual llevará su propia carga.
6 Y el que es instruido en la palabra, comunique todos los bienes al que le instruye.
7 No os engañéis: Dios no puede ser burlado; porque lo que el hombre sembrare, eso también segará.
8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna.
9 Mas no nos cansemos de hacer bien, que a su tiempo segaremos, si no nos desmayamos.
10 Así pues, según que tenemos oportunidad, hagamos bien a todos; mayormente a los que son de la familia de la fe.
11 Mirad en cuan grandes letras os he escrito de mi mano.
12 Todos los que quieren agradar en la carne, éstos os constriñen a circuncidaros; solamente por no padecer la persecución por la cruz de Cristo.
13 Porque ni aun los mismos que se circuncidan, guardan la ley; mas quieren que os circuncidéis vosotros, por gloriarse en vuestra carne.
14 En cuanto a mí, ¡No lo permita Dios! que yo me gloríe sino en la cruz de nuestro Señor Jesu Cristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.
15 Porque en Cristo Jesús, ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino la nueva criatura.
16 Y todos los que anduvieren conforme a esta regla, paz sea sobre ellos, y misericordia, y sobre el Israel de Dios.
17 De aquí adelante nadie me moleste; porque yo traigo en mi cuerpo las marcas del Señor Jesús.
18 La gracia de nuestro Señor Jesu Cristo sea, hermanos, con vuestro espíritu. Amén.
Escrita de Roma a los Gálatas.
ESTAD, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos libertó; y no volváis otra vez a sujetaros bajo el yugo de servidumbre.
2 He aquí, yo Pablo os digo: Que si os circuncidareis, Cristo no os aprovechará nada.
3 Y otra vez vuelvo a protestar a todo hombre que se circuncidare, que está obligado a hacer toda la ley.
4 Vacíos sois de Cristo los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.
5 Mas nosotros, por el Espíritu, aguardamos la esperanza de justicia por la fe.
6 Porque en Jesu Cristo ni la circuncisión vale algo, ni la incircuncisión; sino la fe que obra por el amor.
7 Corríais bien: ¿quién os impidió para no obedecer a la verdad?
8 Esta persuasión no es de aquel que os llama.
9 Un poco de levadura leuda toda la masa.
10 Yo confío de vosotros en el Señor, que ninguna otra cosa pensaréis; mas el que os perturba, llevará el juicio, quienquiera que él sea.
11 Mas yo, hermanos, si aún predico la circuncisión, ¿por qué padezco todavía persecución? Luego cesado ha el escandalo de la cruz.
12 Quisiera Dios que fuesen aun cortados los que os inquietan.
13 Porque vosotros, hermanos, habéis sido llamados a libertad; solamente que no uséis la libertad por ocasión a la carne, sino que os sirváis por amor los unos a los otros.
14 Porque toda la ley en una palabra se cumple, en ésta: Amarás a tu prójimo, como a ti mismo.
15 Mas si os mordéis, y os devoráis los unos a los otros, mirad que no seáis consumidos los unos por los otros.
16 Digo, pues: Andad en el Espíritu; y no cumpliréis las concupiscencias de la carne.
17 Porque la carne codicia contra el Espíritu, y el Espíritu contra la carne; y estas cosas, se oponen la una a la otra, de manera que no podáis hacer lo que quisiereis.
18 Mas si sois guiados del Espíritu, no estáis debajo de la ley.
19 Manifiestas son empero las obras de la carne, que son: Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia,
20 Idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías,
21 Envidias, homicidios, embriagueces, banqueterías, y cosas semejantes a éstas: de las cuales os denuncio, como también os he denunciado ya, que los que hacen tales cosas, no heredarán el reino de Dios.
22 Mas el fruto del Espíritu es: Amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe,
23 Mansedumbre, templanza: contra tales cosas, no hay ley.
24 Y los que son de Cristo, han crucificado la carne con sus afectos y concupiscencias.
25 Si vivimos en el Espíritu, andemos también en el Espíritu.
26 No seamos codiciosos de vana gloria, provocándonos los unos a los otros, envidiosos los unos de los otros.
MAS digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del siervo, aunque es señor de todo;
2 Antes está debajo de tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
3 Así también nosotros, cuando éramos niños, estábamos sujetos a servidumbre debajo de los elementos del mundo:
4 Mas cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, hecho de mujer, hecho debajo de la ley,
5 Para que redimiese los que estaban debajo de la ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
6 Y por cuanto sois hijos, envió Dios el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones, el cual clama: Abba, Padre.
7 Así que ya no eres más siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por Cristo.
8 Empero entonces, cuando no conocíais a Dios, servíais a los que por naturaleza no son dioses.
9 Mas ahora habiendo conocido a Dios, o más bien, siendo conocidos de Dios, ¿cómo os volvéis de nuevo a los débiles y pobres elementos, a los cuales queréis volver a servir?
10 Guardáis días, y meses, y tiempos, y años.
11 Me temo de vosotros, de que no haya yo trabajado en vano con vosotros.
12 Os ruego, hermanos, que seáis como yo; porque yo soy como vosotros: ningún agravio me habéis hecho.
13 Vosotros sabéis, que en flaqueza de la carne os prediqué el evangelio al principio
14 Empero mi tentación que fue en mi carne no desechasteis ni menospreciasteis; antes me recibisteis como a un ángel de Dios, como a Cristo Jesús.
15 ¿Dónde está, pues, vuestra bienaventuranza? porque yo os doy testimonio, que si hubiera sido posible, vuestros mismos ojos hubierais sacado para dármelos.
16 ¿Me he hecho pues vuestro enemigo, diciéndoos la verdad?
17 Ellos tienen celo por vosotros, no bien; antes os quieren encerrar afuera para que vosotros tengáis celo por ellos.
18 Bueno es ser celosos en bien siempre; y no solamente cuando estoy presente con vosotros.
19 Hijitos míos, por quienes vuelvo otra vez a estar en dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros,
20 Querría estar presente con vosotros ahora, y mudar mi voz; porque estoy perplejo acerca de vosotros.
21 Decidme, los que queréis estar debajo de la ley, ¿no oís la ley?
22 Porque está escrito: Que Abraham tuvo dos hijos: uno de la sierva, y uno de la libre.
23 Mas el que era de la sierva, nació según la carne; el que era de la libre, nació por la promesa.
24 Las cuales cosas son una alegoría; porque éstos son los dos pactos. El uno ciertamente del monte de Sinaí, que engendra para servidumbre, el cual es Agar.
25 Porque Agar es Sinaí, monte de Arabia, el cual corresponde a la Jerusalem que ahora es, la cual está en servidumbre con sus hijos.
26 Mas aquella Jerusalem que está arriba, libre es; la cual es la madre de todos nosotros.
27 Porque está escrito: Alégrate estéril, que no pares; prorrumpe y clama, tú que no estás de parto; porque más son los hijos de la desamparada, que de la que tiene marido.
28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.
29 Empero como entonces el que nació según la carne, perseguía al que nació según el Espíritu; así también ahora.
30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la sierva y a su hijo; porque no será heredero el hijo de la sierva con el hijo de la libre.
31 De manera que, hermanos, no somos hijos de la sierva, sino de la libre.
¡OH Gálatas insensatos! ¿quién os hechizó para no obedecer a la verdad; delante de cuyos ojos Jesu Cristo fue claramente representado, crucificado entre vosotros?
2 Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír de la fe?
3 ¿Tan insensatos sois, habiendo comenzado en el Espíritu, ahora os perfeccionéis por la carne?
4 ¿Tantas cosas habéis padecido en vano? si empero en vano.
5 El, pues, que os suministra el Espíritu, y obra milagros entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír de la fe?
6 Así como Abraham creyó a Dios, y le fue imputado a justicia.
7 Sabed, pues, que los que son de la fe, los tales son hijos de Abraham.
8 Y viendo antes la Escritura, que Dios por la fe había de justificar a los Gentiles, predicó antes el evangelio a Abraham, diciendo: Todas las naciones serán bendecidas en ti.
9 Así pues los que son de la fe, son benditos con el fiel Abraham.
10 Porque todos los que son de las obras de la ley, debajo de maldición están; porque escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas que están escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
11 Mas que por la ley ninguno se justifica delante de Dios, es manifiesto; porque: El justo por la fe vivirá.
12 Y la ley no es de la fe; antes: El hombre que las hiciere, vivirá en ellas.
13 Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición; (porque escrito está: Maldito todo aquel que es colgado en madero:)
14 A fin de que la bendición de Abraham viniese sobre los Gentiles por Jesu Cristo; para que por la fe recibamos la promesa del Espíritu.
15 Hermanos, hablo como hombre: Aunque un pacto sea de hombre, si fuere confirmado, nadie le abroga ni le añade.
16 Ahora bien, a Abraham, fueron hechas las promesas, y a su simiente. No dice: Y a las simientes, como de muchos; sino como de uno: Y a tu simiente, la cual es Cristo.
17 Por lo que esto digo: Que el pacto confirmado antes por Dios en Cristo, la ley que fue dada cuatrocientos y treinta años después, no le puede abrogar, para invalidar la promesa.
18 Porque si la herencia es por la ley, ya no será por la promesa: Mas Dios la dio a Abraham por la promesa.
19 ¿De qué, pues, sirve la ley? fue añadida por causa de las transgresiones, (hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa,) ordenada por ángeles, en mano de un mediador.
20 Y un mediador no es de uno; mas Dios es uno.
21 ¿Es pues la ley contra las promesas de Dios? ¡No lo permita Dios!; porque si se hubiese dado una ley que pudiera vivificar, la justicia verdaderamente habría sido por la ley.
22 Mas la Escritura encerró todo debajo de pecado, para que la promesa, por la fe de Jesu Cristo, fuese dada a los que creen.
23 Empero antes que viniese la fe estábamos guardados debajo de la ley, encerrados para aquella fe, que había de ser revelada.
24 De manera que la ley fue nuestro ayo para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe.
25 Mas venida la fe, ya no estamos debajo del ayo.
26 Porque vosotros todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
27 Porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.
28 No hay Judío, ni Griego; no hay siervo, ni libre; no hay varón, ni hembra; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
29 Y si vosotros sois de Cristo, entonces la simiente de Abraham sois, y herederos según a la promesa.
DESPUÉS, pasados catorce años, subí otra vez a Jerusalem con Bernabé, tomando también conmigo a Tito.
2 Subí empero por revelación, y comuniqué con ellos el evangelio que predico entre los Gentiles; mas particularmente con los que parecían ser algo, por no correr, o haber corrido en vano.
3 Mas ni aun Tito, que estaba conmigo, siendo Griego, fue compelido a circuncidarse:
4 Y esto por causa de los falsos hermanos entremetidos secretamente, los cuales entraban encubiertamente para espiar nuestra libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a servidumbre;
5 A los cuales ni aun por una hora cedimos en sujeción, para que la verdad del evangelio permaneciese con vosotros.
6 Empero de aquellos que parecían ser algo (lo que hayan sido, no tengo que ver; Dios no acepta la apariencia del hombre), a mí ciertamente los que parecían ser algo, nada me comunicaron:
7 Antes por el contrario, como vieron que el evangelio de la incircuncisión me había sido dado, como a Pedro el de la circuncisión;
8 (Porque el que obró eficazmente en Pedro para el apostolado de la circuncisión, obró también en mí para con los Gentiles;)
9 Y cuando Jacobo, y Cefas, y Juan, que parecían ser las columnas, conocieron la gracia que me era dada, nos dieron las diestras de compañía a mí y a Bernabé, para que nosotros fuésemos a los Gentiles, y ellos a la circuncisión.
10 Solamente querían que nos acordásemos de los pobres; lo cual también yo hacía con solicitud.
11 Mas cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí en su cara, porque era de condenar.
12 Porque antes que viniesen ciertos de parte de Jacobo, comía con los Gentiles; mas cuando vinieron, se retrajo, y se apartó de ellos, teniendo miedo de los que eran de la circuncisión.
13 Y los otros Judíos disimulaban también con él, de tal manera que aun Bernabé fue llevado con su simulación.
14 Mas cuando yo vi que no andaban derechamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo Judío, vives como los Gentiles, y no como los Judíos, ¿por qué constriñes a los Gentiles a judaizar?
15 Nosotros que somos Judíos por naturaleza, y no pecadores de los Gentiles,
16 Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesu Cristo, nosotros también hemos creído en Jesu Cristo, para que fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada.
17 Y si buscando nosotros de ser justificados en Cristo, también nosotros somos hallados pecadores, ¿es por eso Cristo ministro de pecado? ¡No lo permita Dios!
18 Porque si las cosas que destruí, las mismas vuelvo a edificar, transgresor me hago.
19 Porque yo por la ley soy muerto a la ley, a fin de que viva para Dios.
20 Soy crucificado con Cristo; mas vivo, no ya yo, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo por la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí.
21 No desecho la gracia de Dios; por que si por la ley es la justicia, entonces Cristo murió en vano.
PABLO apóstol, (no de los hombres, ni por hombre, sino por Jesu Cristo, y por Dios el Padre, que lo resucitó de entre los muertos),
2 Y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia:
3 Gracia a vosotros, y paz de Dios el Padre y nuestro Señor Jesu Cristo,
4 El cual se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente mundo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro:
5 Al cual sea gloria por siempre jamás. Amén.
6 Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado de aquel que os llamó a la gracia de Cristo, a otro evangelio:
7 El cual no es otro, sino que hay algunos que os perturban, y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8 Mas si nosotros, o un ángel del cielo os predicare otro evangelio del que os hemos predicado, sea maldito.
9 Como antes hemos dicho, también ahora decimos otra vez: Si alguien os predicare otro evangelio del que habéis recibido, sea maldito.
10 Porque ¿persuado yo ahora a los hombres, o a Dios? ¿o procuro de agradar a hombres? Porque si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.
11 Empero os hago saber, hermanos, que el evangelio que os ha sido predicado por mí, no es según hombre.
12 Porque ni yo lo recibí de hombre, ni tampoco me fue enseñado, sino por revelación de Jesu Cristo.
13 Porque ya habéis oído cual fue mi conducta en otro tiempo en el Judaísmo como sobre manera perseguía la iglesia de Dios, y la asolaba;
14 Y que aprovechaba en el Judaísmo sobre muchos de mis iguales en mi nación, siendo más vehementemente celoso de las tradiciones de mis padres.
15 Mas cuando plugo a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia,
16 Revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los Gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre;
17 Ni subí a Jerusalem a los que eran apóstoles antes que yo; sino que me fui a Arabia; y volví de nuevo a Damasco.
18 Después, pasados tres años, subí a Jerusalem a ver a Pedro, y estuve con él quince días.
19 Mas a ningún otro de los apóstoles vi, sino a Jacobo el hermano del Señor.
20 Y en esto, que os escribo, he aquí, delante de Dios, que no miento.
21 Después vine a las regiones de Siria y de Cilicia;
22 Y no era conocido de vista a las iglesias de Judea, que eran en Cristo:
23 Mas solamente habían oído: Que el que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo destruía:
24 Y glorificaban a Dios en mí.