EA ya ahora, vosotros ricos, llorad aullando por vuestras miserias que vendrán sobre vosotros.
2 Vuestras riquezas están podridas; y vuestras ropas están comidas de la polilla.
3 Vuestro oro y plata están gangrenados de orín, y el orín de ellos será testimonio contra vosotros, y comerá del todo vuestras carnes como fuego: Os habéis allegado tesoro para en los postreros días.
4 He aquí, el jornal de los obreros que han segado vuestras tierras, el cual por fraude no les ha sido pagado de vosotros, clama; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de Sabaot.
5 Habéis vivido en concupiscencias sobre la tierra, y sido disolutos, y habéis cebado vuestros corazones como en un día de matanza.
6 Habéis condenado y muerto al justo, y él no os resiste.
7 Por tanto, hermanos, sed pacientes hasta la venida del Señor. He aquí, el labrador espera el precioso fruto de la tierra, esperando pacientemente, hasta que reciba la lluvia temprana y tardía,
8 Sed pues también vosotros pacientes, y confirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca.
9 Hermanos, no gimáis unos contra otros, porque no seáis condenados: He aquí, el juez está de pie delante de la puerta.
10 Hermanos míos, tomad por ejemplo de sufrir aflicción, y de paciencia a los profetas que han hablado en el nombre del Señor.
11 He aquí, tenemos por bienaventurados a los que sufren. Vosotros habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y piadoso.
12 Empero, hermanos míos, ante todas cosas no juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por otro cualquier juramento; mas vuestro sí, sea sí; y vuestro no, no; porque no caigáis en condenación.
13 ¿Está alguno entre vosotros afligido? haga oración. ¿Está alguno alegre entre vosotros? cante salmos.
14 ¿Está alguno enfermo entre vosotros? llame a los ancianos de la iglesia, y oren sobre él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor;
15 Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados.
16 Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos. La oración ferviente y eficaz del justo puede mucho.
17 Elías era hombre sujeto a semejantes pasiones que nosotros, y rogó fervientemente que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años, y seis meses.
18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto.
19 Hermanos, si alguno de entre vosotros errare de la verdad, y alguno le convirtiere,
20 Sepa que el que hubiere hecho convertir al pecador del error de su camino, salvará un alma de muerte, y cubrirá multitud de pecados.
HERMANOS míos, no os hagáis muchos maestros, sabiendo que recibiremos mayor condenación.
2 Porque todos ofendemos en muchas cosas. Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, que también puede con freno gobernar todo el cuerpo.
3 He aquí, nosotros ponemos frenos en las bocas de los caballos para que nos obedezcan, y gobernamos todo su cuerpo.
4 He aquí también las naves, siendo tan grandes, y siendo llevadas de impetuosos vientos, son sin embargo gobernadas con un muy pequeño gobernalle por donde quiera que quisiere la gana del que gobierna.
5 Semejantemente también la lengua es un pequeñito miembro, mas se gloría de grandes cosas. He aquí, un pequeño fuego, ¡cuán grande bosque enciende!
6 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Así la lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, e inflama el curso de la naturaleza; y es inflamada del infierno.
7 Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de los del mar, se doma, y es domada por la naturaleza humana;
8 Pero ningún hombre puede domar la lengua: es un mal desfrenado, llena de veneno mortal.
9 Con ella bendecimos a Dios, y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, los cuales son hechos a la semejanza de Dios.
10 De una misma boca procede bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas.
11 ¿Echa alguna fuente por un mismo manantial agua dulce y amarga?
12 Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas; o la vid, higos? Así ninguna fuente puede dar agua salada y dulce.
13 ¿Quién es sabio, y entendido entre vosotros? muestre por buena conducta sus obras en mansedumbre de sabiduría.
14 Empero si tenéis envidia amarga, y contención en vuestros corazones, no os gloriéis, ni seáis mentirosos contra la verdad;
15 Esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino que es terrena, sensual, y diabólica.
16 Porque donde hay envidia y contención, allí hay confusión, y toda obra perversa.
17 Mas la sabiduría que es de lo alto, primeramente es pura, después pacífica, modesta, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin parcialidad y sin hipocresía.
18 Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen paz.
¿DE dónde vienen las guerras, y los pleitos entre vosotros? ¿no vienen de esto, a saber, de vuestras concupiscencias, las cuales combaten en vuestros miembros?
2 Codiciáis, y no tenéis: matáis y apetecéis tener, y no podéis alcanzar: combatís y guerreáis, empero no tenéis, porque no pedís.
3 Pedís, y no recibís; porque pedís mal, para gastarlo en vuestras concupiscencias.
4 Adúlteros y adúlteras, ¿no sabéis que la amistad del mundo es enemistad con Dios? Cualquiera, pues, que quisiere ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
5 ¿Pensáis que la Escritura dice en vano: El espíritu que mora en nosotros, codicia para envidia?
6 Mas él da mayor gracia. Por esto él dice: Dios resiste a los soberbios, empero da gracia a los humildes.
7 Sed pues sujetos a Dios: resistid al diablo, y huirá de vosotros.
8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad vuestras manos; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa conviértase en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
10 Humillaos delante de la presencia del Señor, y él os ensalzará.
11 Hermanos, no digáis mal los unos de los otros: el que dice mal de su hermano, y juzga a su hermano, este tal dice mal de la ley, y juzga a la ley; mas si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.
12 Uno es el dador de la ley, que puede salvar, y destruir: ¿Quién eres tú que juzgas a otro?
13 Ea ahora, vosotros los que decís: Hoy o mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y compraremos y venderemos, y ganaremos:
14 Por cuanto vosotros no sabéis lo que será mañana. Porque, ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es un vapor que se aparece por un poco de tiempo, y después se desvanece.
15 En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor quisiere, y si viviéremos, haremos esto o aquello.
16 Mas ahora os jactáis en vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es maligna.
17 Así que, el que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado.
HERMANOS míos, no tengáis la fe de nuestro Señor Jesu Cristo de gloria en acepción de personas.
2 Porque si en vuestra congregación entra algún varón, que trae anillo de oro, vestido de preciosa ropa, y también entra un pobre vestido de vestidura vil,
3 Y tuviereis respeto al que trae la vestidura preciosa, y le dijereis: Tú siéntate aquí en buen lugar; y dijereis al pobre: Estáte tú allí en pie; o, siéntate aquí debajo del estrado de mis pies:
4 ¿No os mostráis parciales, dentro de vosotros mismos, y sois hechos jueces de pensamientos malos?
5 Hermanos míos amados, oid: ¿No ha escogido Dios los pobres de este mundo, ricos en fe, y herederos del reino que ha prometido a los que le aman?
6 Mas vosotros habéis despreciado al pobre. ¿Los ricos no os oprimen, y ellos mismos os arrastran a los juzgados?
7 ¿No blasfeman ellos el buen nombre por el cual sois llamados?
8 Si ciertamente vosotros cumplís la ley real conforme a la Escritura: Amarás a tu prójimo como a ti mismo; bien hacéis;
9 Mas si hacéis acepción de personas, cometéis pecado, y sois redargüidos por la ley como transgresores.
10 Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y sin embargo ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos.
11 Porque el que dijo: No cometas adulterio, también dijo: No matarás. Ahora bien, si no hubieres cometido adulterio, empero hubieres matado, ya eres hecho transgresor de la ley.
12 Así hablad, y así obrad como los que habéis de ser juzgados por la ley de libertad.
13 Porque juicio sin misericordia será hecho a aquel que no hiciere misericordia; y la misericordia se gloría contra el juicio.
14 Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá tal fe salvarle?
15 Si el hermano, o la hermana están desnudos, o necesitados del mantenimiento de cada día,
16 Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos, y hartaos, empero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿qué les aprovechará?
17 Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta por sí misma.
18 Mas alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras; muéstrame tu fe sin tus obras; y yo te mostraré mi fe por mis obras.
19 Tú crees que hay un Dios: haces bien: también los demonios creen, y tiemblan.
20 ¿Mas, oh hombre vano, quieres saber, que la fe sin las obras es muerta?
21 Abraham, nuestro padre, ¿no fue justificado por las obras, cuando hubo ofrecido a su hijo Isaac sobre el altar?
22 ¿No ves que la fe obró con sus obras, y que por las obras la fe fue hecha perfecta?
23 Y la Escritura fue cumplida, que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue imputado a justicia, y fue llamado el Amigo de Dios.
24 Vosotros, pues, veis, que por las obras es justificado el hombre, y no solamente por la fe.
25 Semejantemente también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió los mensajeros, y los echó fuera por otro camino?
26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras es muerta.
JACOBO, siervo de Dios y del Señor Jesu Cristo, a las doce tribus que están esparcidas, saludos.
2 Hermanos míos, tened por todo gozo cuando cayereis en diversas tentaciones:
3 Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia.
4 Mas tenga la paciencia su obra perfecta, para que seáis perfectos y enteros, sin faltar en alguna cosa.
5 Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y no reprende, y le será dada.
6 Empero pida en fe, no dudando nada; porque el que duda, es semejante a la onda del mar, que es movida del viento, y es echada de una parte a otra.
7 No piense pues el tal hombre que recibirá cosa alguna del Señor.
8 El hombre de doblado ánimo, es inconstante en todos sus caminos.
9 El hermano que es de baja suerte, gloríese en su ensalzamiento;
10 Mas el que es rico, en su bajeza; porque él se pasará como la flor de la hierba:
11 Porque así como luego sale el sol con calor abrasador, y la hierba se seca, y su flor se cae, y perece la hermosura de su apariencia: así también se marchitará el rico en todos sus caminos.
12 Bienaventurado el varón que sufre tentación; porque cuando fuere probado, recibirá la corona de vida, que el Señor ha prometido a los que le aman.
13 Cuando alguno es tentado, no diga, yo soy tentado de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie:
14 Sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído, y seducido.
15 Y la concupiscencia después que ha concebido, pare al pecado; y el pecado, siendo cumplido, engendra muerte.
16 Hermanos míos muy amados, no erréis.
17 Toda buena dádiva, y todo don perfecto es de lo alto, que desciende del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.
18 El, de su propia voluntad nos ha engendrado por la palabra de verdad, para que seamos como primicias de sus criaturas.
19 Así que, amados hermanos míos, todo hombre sea pronto para oír, tardío para hablar, tardío para la ira;
20 Porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
21 Por lo cual dejando toda inmundicia, y superfluidad de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada en vosotros, la cual puede salvar vuestras almas.
22 Mas sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos.
23 Porque si alguno oye la palabra, y no la pone por obra, este tal es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural:
24 Porque él se consideró a sí mismo, y se fue; e inmediatamente se olvidó qué tal era.
25 Mas el que hubiere mirado atentamente en la ley perfecta que es la de la libertad, y hubiere perseverado en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este tal será bienaventurado en su hecho.
26 Si alguno de entre vosotros piensa ser religioso, y no refrena su lengua, sino que engaña su propio corazón, la religión del tal es vana.
27 La religión pura y sin mácula delante de Dios y Padre es esta: Visitar los huérfanos y las viudas en sus tribulaciones, y guardarse sin mancha del mundo.