PORQUE he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que haré tornar la cautividad de Judá y de Jerusalem,
2 Juntaré todas las gentes, y harélas descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellos a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a los cuales esparcieron entre las naciones, y partieron mi tierra:
3 Y echaron suertes sobre mi pueblo, y a los niños dieron por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber.
4 Y también, ¿qué tengo yo con vosotras, Tiro y Sidón, y todos los términos de Filistea? ¿Queréis vengaros de mí? Y si de mí os vengáis, bien pronto haré yo recaer la paga sobre vuestra cabeza.
5 Porque habéis llevado mi plata y mi oro, y mis cosas preciosas y hermosas metisteis en vuestros templos:
6 Y vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalem a los hijos de los Griegos, por alejarlos de sus términos.
7 He aquí los levantaré yo del lugar donde los vendisteis, y volveré vuestra paga sobre vuestra cabeza:
8 Y venderé vuestros hijos y vuestras hijas en la mano de los hijos de Judá, y ellos los venderán a los Sabeos, nación apartada; porque el SEÑOR ha hablado.
9 Pregonad esto entre las gentes, proclamad guerra, despertad a los valientes, lléguense, vengan todos los hombres de guerra.
10 Haced espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el flaco: Fuerte soy.
11 Juntaos y venid, gentes todas de alrededor, y congregaos: haz venir allí, oh SEÑOR, tus fuertes.
12 Las gentes se despierten, y suban al valle de Josafat: porque allí me sentaré para juzgar todas las gentes de alrededor.
13 Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended; porque el lagar está lleno, rebosan las lagaretas: porque mucha es la maldad de ellos.
14 Muchos pueblos en el valle de la decisión: porque cercano está el día del SEÑOR en el valle de la decisión.
15 El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.
16 Y el SEÑOR rugirá desde Sión, y dará su voz desde Jerusalem, y temblarán los cielos y la tierra: mas el SEÑOR será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel.
17 Y conoceréis que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, que habito en Sión, monte de mi santidad: y será Jerusalem santa, y extraños no pasarán más por ella.
18 Y será en aquel tiempo, que los montes destilarán mosto, y los collados fluirán leche, y por todos los arroyos de Judá correrán aguas: y saldrá una fuente de la casa del SEÑOR, y regará el valle de Sitim.
19 Egipto será destruído, y Edom será vuelto en asolado desierto, por la injuria hecha a los hijos de Judá: porque derramaron en su tierra la sangre inocente.
20 Mas Judá para siempre será habitada, y Jerusalem en generación y generación.
21 Y limpiaré la sangre de los que no limpié; y el SEÑOR morará en Sión.
TOCAD trompeta en Sión, y pregonad en mi santo monte: tiemblen todos los moradores de la tierra; porque viene el día del SEÑOR, porque está cercano.
2 Día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra, que sobre los montes se derrama como el alba: un pueblo grande y fuerte: nunca jamás fue semejante, ni después de él será jamás en años de generación en generación.
3 Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto de Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape.
4 Su parecer, como parecer de caballos; y como gente de a caballo correrán.
5 Como estruendo de carros saltarán sobre las cumbres de los montes; como sonido de llama de fuego que consume hojarascas, como fuerte pueblo aparejado para la batalla.
6 Delante de él temerán los pueblos, pondránse mustios todos los semblantes.
7 Como valientes correrán, como hombres de guerra subirán la muralla; y cada cual irá en sus caminos, y no torcerán sus sendas.
8 Ninguno apretará a su compañero, cada uno irá por su carrera; y aun cayendo sobre la espada no se herirán.
9 Irán por la ciudad, correrán por el muro, subirán por las casas, entrarán por las ventanas a manera de ladrones.
10 Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos: el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.
11 Y el SEÑOR dará su voz delante de su ejército: porque muchos son sus reales y fuertes, que ponen en efecto su palabra: porque grande es el día del SEÑOR, y muy terrible; ¿y quién lo podrá sufrir?
12 Por eso pues ahora, dice el SEÑOR, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y lloro y llanto.
13 Y lacerad vuestro corazón, y no vuestros vestidos; y convertíos al SEÑOR vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira, y grande en misericordia, y que se arrepiente del castigo.
14 ¿Quién sabe si volverá y se apiadará, y dejará bendición tras de él, presente y libación para el SEÑOR Dios vuestro?
15 Tocad trompeta en Sión, pregonad ayuno, llamad a congregación.
16 Reunid el pueblo, santificad la reunión, juntad los viejos, congregad los niños y los que maman: salga de su cámara el novio, y de su tálamo la novia.
17 Entre la entrada y el altar, lloren los sacerdotes, ministros del SEÑOR, y digan: Perdona, oh SEÑOR, a tu pueblo, y no pongas en oprobio tu heredad, para que las gentes se enseñoreen de ella. ¿Por qué han de decir entre los pueblos: Dónde está su Dios?
18 Y el SEÑOR celará su tierra, y perdonará su pueblo.
19 Y responderá el SEÑOR, y dirá a su pueblo: He aquí yo os envío pan, y mosto, y aceite, y seréis saciados de ellos: y nunca más os pondré en oprobio entre las gentes.
20 Y haré alejar de vosotros al ejército del norte, y echarélo en la tierra seca y desierta: su faz será hacia el mar oriental, y su fin al mar occidental, y exhalará su hedor; y subirá su pudrición, porque hizo grandes cosas.
21 Tierra, no temas; alégrate y gózate: porque el SEÑOR ha de hacer grandes cosas.
22 Animales del campo, no temáis; porque los pastos del desierto reverdecerán, porque los árboles llevarán su fruto, la higuera y la vid darán sus frutos.
23 Vosotros también, hijos de Sión, alegraos y gozaos en el SEÑOR vuestro Dios; porque os ha dado la primera lluvia arregladamente, y hará descender sobre vosotros lluvia temprana y tardía como al principio.
24 Y las eras se henchirán de trigo, y los lagares rebosarán de vino y aceite.
25 Y os restituiré los años que comió la oruga, la langosta, el pulgón, y el revoltón; mi grande ejército que envié contra vosotros.
26 Y comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre del SEÑOR vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros: y nunca jamás será mi pueblo avergonzado.
27 Y conoceréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy el SEÑOR vuestro Dios, y no hay otro: y mi pueblo nunca jamás será avergonzado.
28 Y será que después de esto, derramaré mi espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros viejos soñarán sueños, y vuestros mancebos verán visiones.
29 Y aun también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días.
30 Y mostraré prodigios en los cielos y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo.
31 El sol se tornará en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso del SEÑOR.
32 Y será que cualquiera que invocare el nombre del SEÑOR, será salvo: porque en el monte de Sión y en Jerusalem habrá salvación, como el SEÑOR ha dicho, y en el remanente, al cual el SEÑOR habrá llamado.
PALABRA del SEÑOR que vino a Joel hijo de Petuel.
2 Oid esto, viejos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres?
3 De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación.
4 Lo que quedó de la oruga comió la langosta, y lo que quedó de la langosta comió el pulgón; y el revoltón comió lo que del pulgón había quedado.
5 Despertad, borrachos, y llorad; aullad todos los que bebéis vino, a causa del mosto, porque os es quitado de vuestra boca.
6 Porque gente subió a mi tierra, fuerte y sin número; sus dientes, dientes de león, y sus muelas, de león.
7 Asoló mi vid, y descortezó mi higuera: del todo la desnudó y derribó: sus ramas quedaron blancas.
8 Llora tú como moza vestida de saco por el marido de su juventud.
9 Pereció el presente y la libación de la casa del SEÑOR: los sacerdotes ministros del SEÑOR hicieron luto.
10 El campo fue destruído, enlutóse la tierra; porque el trigo fue destruído, se secó el mosto, perdióse el aceite.
11 Confundíos, labradores, aullad, viñeros, por el trigo y la cebada; porque se perdió la mies del campo.
12 Secóse la vid, y pereció la higuera, el granado también, la palma, y el manzano; secáronse todos los árboles del campo; por lo cual se secó el gozo de los hijos de los hombres.
13 Ceñíos y lamentad, sacerdotes; aullad, ministros del altar; venid, dormid en sacos, ministros de mi Dios: porque quitado es de la casa de vuestro Dios el presente y la libación.
14 Pregonad ayuno, llamad a congregación; congregad los ancianos y todos los moradores de la tierra en la casa del SEÑOR vuestro Dios, y clamad al SEÑOR.
15 ¡Ay del día! porque cercano está el día del SEÑOR, y vendrá como destrucción por el Todopoderoso.
16 ¿No es quitado el mantenimiento de delante de nuestros ojos, la alegría y el placer de la casa de nuestro Dios?
17 El grano se pudrió debajo de sus terrones, los bastimentos fueron asolados, los alfolíes destruídos; porque se secó el trigo.
18 ¡Cuánto gimieron las bestias! ¡cuán turbados anduvieron los hatos de los bueyes, porque no tuvieron pastos! también fueron asolados los rebaños de las ovejas.
19 A ti, oh SEÑOR, clamaré: porque fuego consumió los pastos del desierto, y llama abrasó todos los árboles del campo.
20 Las bestias del campo bramarán también a tí; porque se secaron los arroyos de las aguas, y fuego consumió las praderías del desierto.