Capítulo 12345678910111213141516171819202122232425262728293031
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LAS palabras del rey Lemuel; la profecía con que le enseñó su madre.
2 ¿Qué, hijo mío? ¿y qué, hijo de mi vientre? ¿y qué, hijo de mis votos?
3 No des a las mujeres tu fuerza, ni tus caminos a lo que es para destruir los reyes.
4 No es para los reyes, oh Lemuel, no es de los reyes beber vino, ni para los príncipes la bebida fuerte.
5 Porque bebiendo olviden la ley, y perviertan el juicio de todos los hijos afligidos.
6 Dad la bebida fuerte al desfallecido, y el vino a los de corazones afligidos:
7 Que beban, y olvídense de su necesidad, y de su miseria no se acuerden más.
8 Abre tu boca por el mudo, en la causa de todos los que están destinados a destrucción.
9 Abre tu boca, juzga justamente, y defiende la causa del pobre y del menesteroso.
10 Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? porque su valor es más alto que el de los rubíes.
11 El corazón de su marido confía en ella, así que él no tendrá necesidad de despojo.
12 Darále ella bien y no mal, todos los días de su vida.
13 Busca lana y lino, y con propia voluntad trabaja con sus manos.
14 Ella es como navío de mercader: trae su pan de lejos.
15 Se levanta aun de noche, y da comida a su familia, y porción a sus criadas.
16 Considera un campo, y lo compra; y planta viña del fruto de sus manos.
17 Ella ciñe sus lomos de fuerza, y fortalece sus brazos.
18 Percibe que es buena su mercadería: su lámpara no se apaga de noche.
19 Aplica sus manos al huso, y sus manos toman la rueca.
20 Extiende su mano al pobre, aún extiende sus manos al menesteroso.
21 No tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas escarlatas.
22 Ella se hace tapices; de lino fino y púrpura es su vestido.
23 Conocido es su marido en las puertas, cuando se sienta con los ancianos de la tierra.
24 Ella hace telas, y las vende; y da cintas al mercader.
25 Fuerza y honor son su vestidura; y se regocijará en el tiempo por venir.
26 Abre su boca con sabiduría: y la ley de clemencia está en su lengua.
27 Considera bien los caminos de su casa, y no come el pan de balde.
28 Se levantan sus hijos, y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba.
29 Muchas hijas han sido virtuosas; mas tú las sobrepasas a todas.
30 Engañoso es el favor, y vana la hermosura: mas la mujer que teme al SEÑOR, será alabada.
31 Dadle el fruto de sus manos, y alábenla en las puertas sus propias obras.
CUANDO te sentares a comer con algún gobernante, considera bien lo que está delante de tí;
2 Y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.
3 No codicies sus manjares delicados, porque es pan engañoso.
4 No trabajes por ser rico; cesa de tu propia sabiduría.
5 ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? porque hacerse han alas, como alas de águila, y volarán al cielo.
6 No comas pan de hombre de mal ojo, ni codicies sus manjares:
7 Porque como piensa en su corazón, tal es él. Come y bebe, te dirá; mas su corazón no está contigo.
8 Vomitarás la parte que tú comiste, y perderás tus suaves palabras.
9 No hables a oídos del necio; porque menospreciará la sabiduría de tus palabras.
10 No remuevas el término antiguo, ni entres en la heredad de los huérfanos:
11 Porque su redentor es poderoso, el cual juzgará la causa de ellos contra tí.
12 Aplica tu corazón a la instrucción, y tus oídos a las palabras de conocimiento.
13 No rehuses la corrección del muchacho: porque si lo hirieres con vara, no morirá.
14 Tú lo herirás con vara, y librarás su alma del infierno.
15 Hijo mío, si tu corazón fuere sabio, también a mí se me alegrará el corazón;
16 Mis entrañas también se alegrarán, cuando tus labios hablaren cosas rectas.
17 No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor del SEÑOR todo tiempo:
18 Porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada.
19 Oye tú, hijo mío, y sé sabio, y endereza tu corazón al camino.
20 No estés con los bebedores de vino, ni con los comilones de carne:
21 Porque el borracho y el glotón empobrecerán: y el sueño hará vestir al hombre vestidos rotos.
22 Escucha a tu padre, que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.
23 Compra la verdad, y no la vendas; también la sabiduría, la instrucción, y el entendimiento.
24 Mucho se regocijará el padre del justo: y el que engendra a un niño sabio se gozará con él.
25 Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te engendró.
26 Hijo mío, dame tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.
27 Porque sima profunda es la ramera, y pozo angosto la mujer extraña.
28 También ella, como robador, acecha, y multiplica entre los hombres los prevaricadores.
29 ¿Para quién será el ay? ¿para quién la tristeza? ¿para quién las rencillas? ¿para quién las quejas? ¿para quién las heridas en balde? ¿para quién lo amoratado de los ojos?
30 Para los que se detienen mucho en el vino, para los que van buscando la mistura.
31 No mires al vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa, cuando se mueve suavemente;
32 Mas al fin como serpiente pica, y como áspid da dolor:
33 Tus ojos mirarán a las mujeres extrañas, y tu corazón hablará perversidades.
34 Y serás como el que yace en medio del mar, o como el que está en la punta de un mastelero.
35 Y dirás: Hiriéronme, y no me dolió; azotáronme, y no lo sentí; ¿cuándo despertaré? aun lo tornaré a buscar.
NO tengas envidia de los hombres malos, ni desees estar con ellos:
2 Porque su corazón estudia destrucción, e iniquidad hablan sus labios.
3 Con sabiduría se edificará la casa, y con entendimiento se establecerá:
4 Y con conocimiento se henchirán las cámaras de todo bien preciado y agradable.
5 El hombre sabio es fuerte; el hombre de conocimiento aumenta la fuerza.
6 Por el consejo sabio harás tu guerra: y en la multitud de consejeros hay seguridad.
7 La sabiduría está demasiado alta para el necio: en la puerta no abrirá él su boca.
8 Al que piensa hacer el mal, le llamarán hombre de malos pensamientos.
9 El pensamiento del necio es pecado: y abominación es a los hombres el escarnecedor.
10 Si desmayares en el día de adversidad, tu fuerza será reducida.
11 Si dejares de librar a los que son tomados para la muerte, y a los que son llevados al degolladero;
12 Si dijeres: ¿Ciertamente no lo supimos?; ¿no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, ¿No dará él a cada hombre según sus obras?
13 Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y del panal que es dulce a tu paladar:
14 Tal será el conocimiento de la sabiduría a tu alma: si la hallares tendrá recompensa, y al fin tu expectativa no será cortada.
15 Oh impío, no aceches la tienda del justo, no saquees su cámara:
16 Porque siete veces cae el justo, y se torna a levantar; mas los impíos caerán en el mal.
17 Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes; y cuando tropezare, no se alegre tu corazón:
18 Para que el SEÑOR no lo mire, y le desagrade, y aparte de sobre él su ira.
19 No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los impíos;
20 Porque no será galardonado el hombre malo, y la lámpara de los impíos será apagada.
21 Teme al SEÑOR, hijo mío, y al rey; y no te entremetas con los inconstantes:
22 Porque su calamidad se levantará de repente; y la ruina de ambos, ¿quién lo sabe?
23 También estas cosas pertenecen a los sabios. Tener respeto a personas en el juicio no es bueno.
24 El que dijere al malo, Justo eres, los pueblos lo maldecirán, y le aborrecerán las naciones:
25 Mas los que le reprenden, serán agradables, y sobre ellos vendrá bendición de bien.
26 Besados serán los labios del que responde palabras rectas.
27 Prepara tu obra afuera, y disponla en tu campo; y después edifica tu casa.
28 No seas sin causa testigo contra tu prójimo; y no engañes con tus labios.
29 No digas: Como me hizo, así le haré; daré el pago al hombre según su obra.
30 Pasé junto a la heredad del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento;
31 Y he aquí que por toda ella habían ya crecido espinas, y ortigas habían ya cubierto su haz, y su cerca de piedra estaba ya destruída.
32 Y miré, y lo puse en mi corazón: lo vi, y recibí instrucción.
33 Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir;
34 Así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado.
TAMBIÉN estos son proverbios de Salomón, los cuales copiaron los varones de Ezequías, rey de Judá.
2 Gloria de Dios es encubrir la palabra; mas honra del rey es escudriñar la palabra.
3 Para la altura del cielo, y para la profundidad de la tierra, y para el corazón de los reyes, no hay investigación.
4 Quita las escorias de la plata, y saldrá vaso al fundidor.
5 Aparta al impío de la presencia del rey, y su trono será establecido en justicia.
6 No te alabes delante del rey, ni estés en el lugar de los grandes:
7 Porque mejor es que se te diga: Sube acá, y no que seas humillado delante del príncipe que miraron tus ojos.
8 No salgas apresuradamente en pleito, no sea que no sepas qué hacer al fin, después que tu prójimo te haya avergonzado.
9 Trata tu causa con tu prójimo y no descubras el secreto a otro:
10 No sea que te deshonre el que lo oyere, y tu infamia no pueda repararse.
11 Como manzanas de oro en figuras de plata es una palabra dicha oportunamente.
12 Como zarcillo de oro y joyel de oro fino, así es el que reprende al sabio que tiene oído dócil.
13 Como frío de nieve en tiempo de la siega, así es el mensajero fiel a los que lo envían: porque al alma de su señor da refrigerio.
14 El que se jacta de vana liberalidad, es como nubes y vientos sin lluvia.
15 Con larga paciencia se aplaca el príncipe; y la lengua blanda quebranta los huesos.
16 ¿Hallaste la miel? come lo que te basta; no sea que te hartes de ella, y la vomites.
17 Detén tu pie de la casa de tu vecino, porque hastiado de ti no te aborrezca.
18 Martillo y espada y saeta aguda, es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio.
19 Como diente quebrado y pie resbalador, es la confianza en el infiel en tiempo de angustia.
20 El que canta canciones al corazón afligido, es como el que quita la ropa en tiempo de frío, o el que sobre el jabón echa vinagre.
21 Si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer pan; y si tuviere sed, dale de beber agua:
22 Porque ascuas amontonarás sobre su cabeza, y el SEÑOR te lo pagará.
23 El viento del norte ahuyenta la lluvia, así el rostro airado la lengua detractora.
24 Mejor es estar en un rincón de casa, que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.
25 Como el agua fría al alma sedienta, así son las buenas nuevas de lejanas tierras.
26 Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que cae delante del impío.
27 Comer mucha miel no es bueno: asimismo el buscar su propia gloria no es gloria.
28 Como una ciudad derribada y sin muros, es el hombre que no tiene control de su propio espíritu.
COMO la nieve en el verano, y la lluvia en la siega, así conviene al necio la honra.
2 Como el ave en su vagar, y como la golondrina en su vuelo, así la maldición sin causa nunca vendrá.
3 El látigo para el caballo, y el cabestro para el asno, y la vara para la espalda del necio.
4 No respondas al necio conforme a su necedad, para que no seas tú también como él.
5 Responde al necio según su necedad, para que no se estime sabio en su opinión.
6 El que envía mensaje por mano de un necio, así es el que se corta los pies y bebe su daño.
7 Las piernas del cojo no son iguales; así es la parábola en la boca de los necios.
8 Como quien liga la piedra en la honda, así es el que da honra al necio.
9 Como espinas hincadas en mano del embriagado, así es la parábola en la boca de los necios.
10 El Dios grande que formó todas las cosas; recompensa ambos al necio, y a los transgresores.
11 Como perro que vuelve a su vómito, así el necio que repite su necedad.
12 ¿Has visto hombre sabio en su opinión? más esperanza hay del necio que de él.
13 Dice el perezoso: El león está en el camino; el león está en las calles.
14 Como la puerta gira sobre sus quicios: así hace el perezoso sobre su cama.
15 Esconde el perezoso su mano en su seno; cánsase de tornarla a su boca.
16 El perezoso es más sabio en su propia opinión que siete hombres que pueden dar razón.
17 El que pasando se deja llevar de la ira en pleito ajeno, es como el que toma al perro por las orejas.
18 Como el que enloquece, y echa llamas y saetas y muerte,
19 Tal es el hombre que engaña a su prójimo, y dice: ¿Acaso no estaba yo bromeando?
20 Sin leña se apaga el fuego: y donde no hay chismoso, cesa la contienda.
21 El carbón para brasas, y la leña para el fuego: así es el hombre rencilloso para encender contienda.
22 Las palabras del chismoso son como heridas, y ellas entran hasta lo más íntimo del vientre.
23 Como escoria de plata echada sobre el tiesto, son los labios enardecidos y el corazón malo.
24 El que odia disimula con sus labios; mas en su interior pone engaño.
25 Cuando hablare amigablemente, no le creas; porque siete abominaciones hay en su corazón.
26 Al que encubre el odio con disimulo; su malicia será descubierta en la congregación.
27 El que cavare sima, caerá en ella: y el que revuelva la piedra, a él volverá.
28 La lengua falsa aborrece a los que son afligidos por ella; y la boca lisonjera acarrea ruina.
NO te jactes del día de mañana; porque no sabes qué traerá de sí el día.
2 Que te alabe otro, y no tu propia boca; el ajeno, y no tus propios labios.
3 Pesada es la piedra, y la arena pesa; mas la ira del necio es más pesada que ambas cosas.
4 Cruel es la ira, e impetuoso es el furor; mas ¿quién puede parar delante de la envidia?
5 Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto.
6 Fieles son las heridas de un amigo; pero engañosos son los besos del que aborrece.
7 El alma saciada desprecia el panal de miel; pero al alma hambrienta todo lo amargo es dulce.
8 Como ave que se va de su nido, así es el hombre que se va de su lugar.
9 El ungüento y el perfume alegran el corazón: así hace la dulzura del amigo al hombre por el consejo prudente.
10 No dejes a tu amigo, ni al amigo de tu padre; ni entres en casa de tu hermano el día de tu aflicción: porque mejor es el vecino cerca que el hermano lejano.
11 Sé sabio, hijo mío, y alegra mi corazón, para que yo pueda responder al que me deshonrare.
12 El prudente percibe el mal, y escóndese; mas los simples pasan, y llevan el daño.
13 Quítale su ropa al que salió fiador por el extraño; y al que fió por la mujer extraña, tómale prenda.
14 El que bendice a su amigo en alta voz, madrugando de mañana, por maldición se le contará.
15 Gotera continua en tiempo de lluvia, y la mujer rencillosa, son semejantes:
16 El que la esconde, esconde el viento: y el aceite en su mano derecha que clama.
17 Hierro con hierro se aguza; y el hombre aguza el rostro de su amigo.
18 El que guarda la higuera comerá su fruto; así el que atiende a su señor, será honrado.
19 Como en el agua el rostro corresponde al rostro, así el corazón del hombre al hombre.
20 El infierno y la destrucción nunca se hartan: así los ojos del hombre nunca se sacian.
21 Como el crisol prueba la plata, y la hornaza el oro; así es al hombre la boca del que lo alaba.
22 Aunque majes al necio en un mortero entre granos de trigo a pisón majados, aún no se quitará de él su necedad.
23 Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas; y mira bien a tus rebaños:
24 Porque las riquezas no son para siempre; ¿Y permanecerá la corona para perpetuas generaciones?
25 Saldrá la grama, aparecerá la hierba, y segaránse las hierbas de los montes.
26 Los corderos son para tus vestidos, y los cabritos son para el precio del campo:
27 Y tendrá abundancia de leche de las cabras para tu mantenimiento, y para mantenimiento de tu casa, y para sustento de tus criadas.
HUYEN los impíos sin que nadie les persiga: pero los justos están confiados como un león.
2 Por la transgresión de la tierra sus príncipes son muchos: pero por un hombre de entendimiento y de conocimiento el estado de ella será prolongado.
3 El hombre pobre que oprime a los pobres, es como lluvia torrencial que deja sin pan.
4 Los que dejan la ley, alaban a los impíos: mas los que guardan la ley, contenderán con ellos.
5 Los hombres malos no entienden el juicio: mas los que buscan al SEÑOR, entienden todas las cosas.
6 Mejor es el pobre que camina en su integridad, que el que es perverso en sus caminos, aunque sea rico.
7 El que guarda la ley es hijo prudente: mas el que es compañero de glotones, avergüenza a su padre.
8 El que por usura y ganancia injusta aumenta sus riquezas, para el que se compadece del pobre las allega.
9 El que aparta su oído para no oír la ley, su oración aun será abominable.
10 El que hace errar a los justos por el mal camino, él caerá en su propia sima: mas los rectos poseerán los bienes.
11 El hombre rico es sabio en su propia opinión: mas el pobre que tiene entendimiento lo examinará.
12 Cuando los justos se alegran, hay grande gloria; mas cuando los impíos son levantados, el hombre se esconde.
13 El que encubre sus pecados, no prosperará: mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.
14 Bienaventurado es el hombre que siempre está temeroso: mas el que endurece su corazón, caerá en el mal.
15 Como león rugiente y oso hambriento, así es el príncipe impío sobre el pueblo pobre.
16 El príncipe falto de entendimiento es un gran opresor: mas el que aborrece la avaricia, prolongará sus días.
17 El hombre que hace violencia con sangre de cualquier persona, huirá hasta la fosa, y nadie le detendrá.
18 El que en integridad camina, será salvo; pero el que es perverso en sus caminos caerá al instante.
19 El que labra su tierra, se hartará de pan: mas el que sigue a los ociosos, se hartará de pobreza.
20 El hombre fiel abundará en bendiciones: mas el que se apresura a enriquecer, no será inocente.
21 Tener acepción de personas, no es bueno: hasta por un bocado de pan prevaricará el hombre.
22 El que se apresura a ser rico es de mal ojo, y no considera que le ha de venir pobreza.
23 El que reprende al hombre, hallará después mayor gracia que el que lisonjea con la lengua.
24 El que roba a su padre o a su madre, y dice que no es transgresión, compañero es de un destruidor.
25 El altivo de corazón suscita contiendas: mas el que en el SEÑOR confía, será prosperado.
26 El que confía en su propio corazón es necio; mas el que camina en sabiduría, será salvo.
27 El que da al pobre, no tendrá pobreza: mas el que cubre sus ojos, tendrá muchas maldiciones.
28 Cuando los impíos son levantados, se esconden los hombres: mas cuando perecen, los justos se multiplican.
EL hombre que reprendido muchas veces endurece su cerviz, de repente será destruido, y sin remedio.
2 Cuando los justos están en autoridad, el pueblo se alegra: mas cuando domina el impío, el pueblo gime.
3 El hombre que ama la sabiduría, alegra a su padre: mas el que es compañero de rameras, desperdicia sus bienes.
4 El rey por el juicio establece la tierra: mas el que recibe regalos la destruirá.
5 El hombre que lisonjea a su prójimo, red tiende delante de sus pasos.
6 En la prevaricación del hombre malo hay lazo: mas el justo cantará y se alegrará.
7 Conoce el justo la causa de los pobres: mas el impío no entiende sabiduría.
8 Los hombres escarnecedores enlazan la ciudad: mas los sabios apartan la ira.
9 Si el hombre sabio contendiere con el necio, que se enoje o que se ría, no tendrá reposo.
10 Los hombres sanguinarios aborrecen al recto: mas los justos procuran su alma.
11 El necio revela todo lo que hay en su mente; mas el sabio lo guarda hasta después.
12 Si el gobernante presta atención a la palabra mentirosa, todos sus siervos son impíos.
13 El pobre y el usurero se encontraron: el SEÑOR alumbra los ojos de ambos.
14 El rey que juzga fielmente a los pobres, su trono será establecido para siempre.
15 La vara y la corrección dan sabiduría: mas el muchacho dejado a sí mismo, avergonzará a su madre.
16 Cuando los impíos se multiplican, mucha es la transgresión; mas los justos verán la caída de ellos.
17 Corrige a tu hijo, y te dará descanso, sí, dará deleite a tu alma.
18 Donde no hay visión el pueblo perece: mas el que guarda la ley, es bienaventurado.
19 El siervo no será corregido por palabras: porque aunque entienda, no responderá.
20 ¿Has visto hombre ligero en sus palabras? más esperanza hay del necio que de él.
21 El que delicadamente cría a su siervo desde su niñez, a la postre éste vendrá a ser su hijo.
22 El hombre iracundo levanta contiendas; y el furioso abunda en transgresión.
23 La soberbia del hombre le abate; pero al humilde de espíritu sustenta la honra.
24 El compañero del ladrón aborrece su propia alma; pues oye la maldición, y no lo denuncia.
25 El temor del hombre pondrá lazo: mas el que confía en el SEÑOR estará seguro.
26 Muchos buscan el favor del príncipe: mas del SEÑOR viene el juicio de cada uno.
27 Abominación es a los justos el hombre inicuo; y el de caminos rectos es abominación al impío.
PALABRAS de Agur, hijo de Jaqué, la profecía que el hombre habló a Itiel, aún a Itiel y a Ucal.
2 Ciertamente más bruto soy yo que cualquier hombre, y no tengo entendimiento de hombre.
3 Ni aprendí sabiduría, ni tengo conocimiento del santo.
4 ¿Quién ha subido al cielo, y ha descendido? ¿quién encerró los vientos en sus puños? ¿quién ató las aguas en un paño? ¿quién estableció todos los términos de la tierra? ¿cuál es su nombre, y el nombre de su hijo, si sabes?
5 Toda palabra de Dios es pura; él es escudo a los que en él confían.
6 No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.
7 Dos cosas te he demandado; no me las niegues antes que yo muera.
8 Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí. No me des pobreza ni riquezas; manténme del pan que he menester;
9 No sea que me harte, y te niegue, y diga, ¿Quién es el SEÑOR? Y porque siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.
10 No acuses al siervo ante su señor, no sea que te maldiga, y seas hallado culpable.
11 Hay generación que maldice a su padre, y a su madre no bendice.
12 Hay generación que es pura en sus propios ojos, y aún no ha sido lavada de su inmundicia.
13 Hay generación cuyos ojos son altivos, y cuyos párpados son alzados.
14 Hay generación cuyos dientes son como espadas, y sus muelas como cuchillos, para devorar a los pobres de la tierra, y de entre los hombres a los menesterosos.
15 La sanguijuela tiene dos hijas clamando, da, da. Tres cosas hay que nunca se hartan; aun la cuarta nunca dice: Basta:
16 El sepulcro, y la matriz estéril, la tierra que no se harta de aguas, y el fuego que nunca dice: Basta.
17 El ojo que escarnece a su padre, y menosprecia obedecer a su madre, los cuervos lo saquen de la arroyada, y tráguenlo los hijos del águila.
18 Tres cosas me son demasiado maravillosas; aun tampoco sé la cuarta:
19 El camino del águila en el aire; el camino de la serpiente sobre la roca; el camino de la nave en medio del mar; y el camino del hombre con la doncella.
20 Tal es el camino de la mujer adúltera: come, y limpia su boca, y dice: No he hecho maldad.
21 Por tres cosas se alborota la tierra, y la cuarta no puede sufrir:
22 Por el siervo cuando reina; y por el necio cuando se harta de pan;
23 Por una mujer odiosa cuando se casa; y por la sierva cuando hereda a su señora.
24 Cuatro cosas son de las más pequeñas de la tierra, mas las mismas son más sabias que los sabios:
25 Las hormigas no son pueblo fuerte, todavía en el verano preparan su comida;
26 Los conejos son pueblo débil, todavía ponen su casa en las rocas;
27 Las langostas no tienen rey, todavía salen todas acuadrilladas;
28 La araña, ase con las manos, y está en palacios de reyes.
29 Tres cosas hay de hermoso andar, y la cuarta pasea muy bien:
30 El león que es el más fuerte entre todas las bestias, que no torna atrás por nadie;
31 El lebrel ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; y un rey contra el cual ninguno se levanta.
32 Si neciamente has procurado enaltecerte, o si has pensado hacer el mal, pon tu mano sobre tu boca.
33 Ciertamente el que exprime la leche, sacará manteca; y el que recio se suena la nariz, sacará sangre: y el que provoca la ira, causará contienda.
COMO los ríos de las aguas, así está el corazón del rey en la mano del SEÑOR: a todo lo que quiere lo inclina.
2 Todo camino del hombre es recto en sus propios ojos: mas el SEÑOR pesa los corazones.
3 Hacer justicia y juicio es al SEÑOR más agradable que sacrificio.
4 Altivez de ojos, y orgullo de corazón, y el labrar de los impíos, son pecado.
5 Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a abundancia; mas todo presuroso, ciertamente va a pobreza.
6 Allegar tesoros con lengua de mentira, es vanidad desatentada de aquellos que buscan la muerte.
7 La rapiña de los impíos los destruirá; porque rehúsan hacer juicio.
8 El camino del hombre es torcido y extraño: mas la obra del puro es recta.
9 Mejor es vivir en un rincón del terrado, que con la mujer rencillosa en espaciosa casa.
10 El alma del impío desea mal: su prójimo no halla favor en sus ojos.
11 Cuando el escarnecedor es castigado, el simple se hace sabio; y cuando se amonestare al sabio, aprenderá conocimiento.
12 El justo considera sabiamente la casa del impío, mas Dios trastorna los malos por su maldad.
13 El que cierra su oído al clamor del pobre, también él clamará, y no será oído.
14 El presente en secreto amansa el furor, y el don en el seno, la fuerte ira.
15 Alegría es al justo hacer juicio; mas destrucción vendrá a los que practican iniquidad.
16 El hombre que se extravía del camino del entendimiento, permanecerá en la compañía de los muertos.
17 Hombre necesitado será el que ama el deleite: y el que ama el vino y ungüentos no enriquecerá.
18 El impío será el rescate por el justo, y por los rectos, el transgresor.
19 Mejor es morar en tierra del desierto, que con la mujer rencillosa e iracunda.
20 Tesoro codiciable y aceite hay en la casa del sabio; mas el hombre insensato lo disipa.
21 El que sigue la justicia y la misericordia, halla la vida, la justicia, y la honra.
22 El sabio escala la ciudad de los poderosos, y derriba la fortaleza en que confiaba.
23 El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias.
24 Soberbio, presuntuoso y escarnecedor, es el nombre del que obra con orgullosa saña.
25 El deseo del perezoso le mata, porque sus manos rehúsan trabajar.
26 Hay quien todo el día codicia con avaricia: mas el justo da, y no desperdicia.
27 El sacrificio de los impíos es abominación: ¿cuánto más ofreciéndolo con mente malvada?
28 El testigo mentiroso perecerá: mas el hombre que oye, habla continuamente.
29 El hombre impío endurece su rostro: mas el recto ordena sus caminos.
30 No hay sabiduría, ni entendimiento, ni consejo, contra el SEÑOR.
31 El caballo es preparado para el día de la batalla: mas la seguridad es del SEÑOR.
EL vino es escarnecedor, la bebida fuerte es alborotadora; y cualquiera que por ello errare, no es sabio.
2 Como rugido de cachorro de león es el terror del rey: quien lo provoca a enfurecerse, peca contra su propia alma.
3 Honra es del hombre dejarse de contienda: mas todo insensato se envolverá en ella.
4 El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá pues en la siega, y nada tendrá.
5 Como aguas profundas es el consejo en el corazón del hombre: mas el hombre entendido lo sacará.
6 Muchos hombres proclaman cada uno su bondad: mas hombre fiel, ¿quién lo hallará?
7 El justo que camina en su integridad, bienaventurados serán sus hijos después de él.
8 El rey que se sienta en el trono de juicio, con su mirar disipa todo mal.
9 ¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio estoy de mi pecado?
10 Pesas diversas y medidas diversas, abominación son al SEÑOR ambas cosas.
11 Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su obra fuere limpia y recta.
12 El oído que oye, y el ojo que ve, ambas cosas ha igualmente hecho el SEÑOR.
13 No ames el sueño, porque no te empobrezcas; abre tus ojos, y te hartarás de pan.
14 El que compra dice: Nada vale, nada vale: mas cuando se va se alaba.
15 Hay oro y multitud de rubíes: mas los labios de conocimiento son joya preciosa.
16 Quítale su ropa al que salió por fiador del extraño; y tómale prenda al que fía la extraña.
17 Sabroso es al hombre el pan de engaño; mas después su boca será llena de cascajo.
18 Todo pensamiento se establece por consejo, y con buen consejo hará tu guerra.
19 El que anda en chismes descubre los secretos: no te entrometas, pues, con el que lisonjea con sus labios.
20 El que maldice a su padre o a su madre, su lámpara será apagada en oscuridad tenebrosa.
21 Una herencia puede ser adquirida de prisa al principio, pero su postrimería no será bendita.
22 No digas, yo me vengaré; mejor espera al SEÑOR, y él te salvará.
23 Abominación son al SEÑOR las pesas diversas; y la balanza falsa no es buena.
24 Del SEÑOR son los pasos del hombre: ¿cómo pues entenderá el hombre su camino?
25 Lazo es al hombre el devorar lo santo, e inquirir después de los votos.
26 El rey sabio esparce los impíos, y sobre ellos hace tornar la rueda.
27 Candela del SEÑOR es el espíritu del hombre, que escudriña lo secreto del vientre.
28 Misericordia y verdad guardan al rey; y con misericordia sustenta su trono.
29 La gloria de los jóvenes es su fortaleza, y la hermosura de los viejos es la vejez.
30 Lo amoratado de las heridas purifica la maldad; así también las llagas lo más íntimo del vientre.
MEJOR es el pobre que camina en su integridad, que el de perversos labios y necio.
2 Asimismo, no es bueno que el alma esté sin conocimiento, y el que se apresura con sus pies peca.
3 La insensatez del hombre tuerce su camino; y contra el SEÑOR se aira su corazón.
4 Las riquezas allegan muchos amigos: mas el pobre, de su amigo es apartado.
5 El testigo falso no quedará sin castigo; y el que habla mentiras no escapará.
6 Muchos rogarán el favor del príncipe: mas cada uno es amigo del hombre que da regalos.
7 Todos los hermanos del pobre le aborrecen: ¡cuánto más sus amigos se alejarán de él! buscará la palabra y no la hallará.
8 El que adquiere sabiduría, ama su alma: el que guarda el entendimiento, hallará el bien.
9 El testigo falso no quedará sin castigo; y el que habla mentiras, perecerá.
10 No conviene al necio el deleite: ¡cuánto menos al siervo ser señor de los príncipes!
11 El entendimiento del hombre detiene su furor; y su gloria es pasar por alto la transgresión.
12 Como el rugido del cachorro de león es la ira del rey; y su favor es como el rocío sobre la hierba.
13 Dolor es para su padre el hijo necio; y gotera continua son las contiendas de la esposa.
14 La casa y las riquezas herencia son de los padres: mas la esposa prudente es del SEÑOR.
15 La pereza hace caer en sueño profundo; y el alma negligente hambreará.
16 El que guarda el mandamiento, guarda su alma: mas el que menospreciare sus caminos, morirá.
17 Al SEÑOR empresta el que se compadece del pobre, y lo que ha dado, se lo volverá a pagar.
18 Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se excite tu alma para destruirlo.
19 El de grande ira sufrirá la pena: porque aun si lo librares, todavía tendrás que volverlo a hacer.
20 Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez.
21 Muchos designios hay en el corazón del hombre; mas el consejo del SEÑOR permanecerá.
22 Contentamiento es a los hombres hacer misericordia: pero mejor es el pobre que el mentiroso.
23 El temor del SEÑOR es para vida; y con él vivirá el hombre, lleno de reposo; no será visitado de mal.
24 El perezoso esconde su mano en su seno: aun a su boca no la llevará.
25 Hiere al escarnecedor, y el simple se hará avisado; y redarguye al que tiene entendimiento, y él entenderá conocimiento.
26 El que roba a su padre y ahuyenta a su madre, es hijo que causa vergüenza y trae deshonra.
27 Cesa, hijo mío, de oír la instrucción que causa a errar de las palabras de conocimiento.
28 El testigo perverso se burla del juicio; y la boca de los impíos devora la iniquidad.
29 Aparejados están juicios para los escarnecedores, y azotes para los cuerpos de los insensatos.
A través de deseo, un hombre habiéndose separado, busca y se entremete con toda sabiduría.
2 No toma placer el necio en el entendimiento, sino en lo que su corazón se descubre.
3 Cuando viene el impío, luego viene también el menosprecio, y con el deshonrador la afrenta.
4 Como aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y como arroyo revertiente, la fuente de la sabiduría.
5 No es bueno tener respeto a la persona del impío, para hacer caer al justo de su derecho.
6 Los labios del necio vienen con pleito; y su boca a cuestiones llama.
7 La boca del necio es quebrantamiento para sí, y sus labios son lazos para su alma.
8 Las palabras del chismoso parecen blandas, y descienden hasta lo más profundo del vientre.
9 También el que es negligente en su obra es hermano del hombre disipador.
10 Torre fuerte es el nombre del SEÑOR: a él correrá el justo, y será levantado.
11 Las riquezas del rico son la ciudad de su fortaleza, y como un muro alto en su imaginación.
12 Antes de la destrucción se eleva el corazón del hombre, y antes de la honra está la humildad.
13 El que responde palabra antes de oír, le es necedad y vergüenza.
14 El espíritu del hombre soportará su enfermedad: mas ¿quién soportará al espíritu angustiado?
15 El corazón del prudente adquiere conocimiento; y el oído de los sabios busca el conocimiento.
16 El presente del hombre le ensancha el camino, y le lleva delante de los grandes.
17 El primero en su propia causa parece justo; pero su vecino viene y le sondea.
18 La suerte pone fin a los pleitos, y decide entre los poderosos.
19 El hermano ofendido es más difícil ganar que una ciudad fuerte; y sus contiendas son como cerrojos de un palacio.
20 Del fruto de la boca del hombre se hartará su vientre; y hartaráse del producto de sus labios.
21 La muerte y la vida están en poder de la lengua; y el que la ama comerá de sus frutos.
22 El que halla esposa halla el bien, y alcanza la benevolencia del SEÑOR.
23 El pobre habla con ruegos; mas el rico responde durezas.
24 El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo: y hay un amigo más cercano que un hermano.
MEJOR es un bocado seco, y en paz, que la casa de contienda llena de víctimas.
2 El siervo prudente se enseñoreará del hijo que deshonra, y entre los hermanos partirá la herencia.
3 El crisol para la plata, y la hornaza para el oro: mas el SEÑOR prueba los corazones.
4 El malo está atento al labio inicuo; y el mentiroso escucha a la lengua detractora.
5 El que escarnece al pobre, afrenta a su Hacedor: y el que se alegra en la calamidad, no quedará sin castigo.
6 Corona de los viejos son los hijos de los hijos; y la gloria de los hijos son sus padres.
7 No conviene al necio la altilocuencia: ¡cuánto menos al príncipe el labio mentiroso!
8 Piedra preciosa es el cohecho en ojos de sus dueños: a donde quiera que se vuelve, da prosperidad.
9 El que cubre la prevaricación, busca amistad: mas el que reitera la palabra, aparta a los mejores amigos.
10 Aprovecha la reprensión al hombre entendido, más que cien azotes al necio.
11 El malo no busca sino rebelión; y mensajero cruel será contra él enviado.
12 Mejor es que se encuentre un hombre con una osa a la cual han robado sus cachorros, que con un fatuo en su necedad.
13 El que da mal por bien, no se apartará el mal de su casa.
14 El que comienza la pendencia es como quien suelta las aguas: deja pues la porfía, antes que se enmarañe.
15 El que justifica al impío, y el que condena al justo, ambos a dos son abominación al SEÑOR.
16 ¿De qué sirve el precio en la mano del necio para comprar sabiduría, visto que no tiene el corazón para ello?
17 En todo tiempo ama el amigo; y el hermano es nacido para los tiempos de adversidad.
18 El hombre falto de entendimiento toca la mano, fiando a otro delante de su amigo.
19 La prevaricación ama el que ama pleito; y el que alza su portada, quebrantamiento busca.
20 El perverso de corazón nunca hallará bien: y el que revuelve con su lengua, caerá en mal.
21 El que engendra al necio, para su tristeza lo engendra: y el padre del fatuo no se alegrará.
22 El corazón alegre hace bien como medicina: mas el espíritu quebrantado seca los huesos.
23 El impío toma dádiva del seno, para pervertir las sendas del juicio.
24 En el rostro del entendido aparece la sabiduría: mas los ojos del necio vagan hasta el cabo de la tierra.
25 El hijo necio es enojo a su padre, y amargura a la que lo engendró.
26 Ciertamente no es bueno condenar al justo, ni herir a los príncipes que hacen lo recto.
27 El que tiene conocimiento detiene sus palabras; y el hombre de entendimiento es de un espíritu excelente.
28 Aun el necio cuando calla, es contado por sabio: y el que cierra sus labios es entendido.
DEL hombre son las preparaciones del corazón: mas del SEÑOR es la respuesta de la lengua.
2 Todos los caminos del hombre son limpios en su opinión: mas el SEÑOR pesa los espíritus.
3 Encomienda al SEÑOR tus obras, y tus pensamientos serán establecidos.
4 Todas las cosas ha hecho el SEÑOR por sí mismo, y aun al impío para el día malo.
5 Abominación es al SEÑOR todo altivo de corazón: aunque esté mano sobre mano, no será reputado inocente.
6 Con misericordia y verdad se corrige el pecado: y con el temor del SEÑOR se apartan del mal los hombres.
7 Cuando los caminos del hombre son agradables al SEÑOR, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.
8 Mejor es lo poco con justicia, que la muchedumbre de frutos sin derecho.
9 El corazón del hombre piensa su camino: mas el SEÑOR endereza sus pasos.
10 Sentencia divina está en los labios del rey: en juicio no prevaricará su boca.
11 Peso y balanzas justas son del SEÑOR: obra suya son todas las pesas de la bolsa.
12 Abominación es a los reyes hacer impiedad: porque con justicia será afirmado el trono.
13 Los labios justos son el contentamiento de los reyes; y aman al que habla lo recto.
14 La ira del rey es como mensajero de muerte: mas el hombre sabio la evitará.
15 En la alegría del rostro del rey está la vida; y su benevolencia es como nube de lluvia tardía.
16 ¡Cuánto mejor es adquirir sabiduría que oro! ¡y adquirir entendimiento vale más que la plata!
17 El camino de los rectos es apartarse del mal: el que guarda su camino preserva su alma.
18 Antes de la destrucción es la soberbia; y antes de la caída la altivez de espíritu.
19 Mejor es humillar el espíritu con los humildes, que partir despojos con los soberbios.
20 El entendido en la palabra, hallará el bien: y el que confía en el SEÑOR, él es bienaventurado.
21 El sabio de corazón es llamado entendido: y la dulzura de labios aumentará la doctrina.
22 Manantial de vida es el entendimiento al que lo posee: mas la erudición de los necios es necedad.
23 El corazón del sabio hace prudente su boca; y con sus labios aumenta la doctrina.
24 Como panal de miel son las palabras agradables: dulces al alma y salud a los huesos.
25 Hay camino que parece derecho al hombre, mas el fin son caminos de muerte.
26 El alma del que trabaja, trabaja para sí; porque su boca le constriñe.
27 El hombre perverso cava el mal; y en sus labios hay como llama de fuego.
28 El hombre perverso levanta contienda; y el chismoso aparta los mejores amigos.
29 El hombre violento lisonjea a su prójimo, y le hace andar por el camino no bueno:
30 Cierra sus ojos para pensar perversidades; mueve sus labios, efectúa el mal.
31 Corona de honra es la vejez, si se hallare en el camino de justicia.
32 Mejor es el que tarde se aira que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.
33 La suerte se echa en el seno: mas del SEÑOR es el juicio de ella.
LA blanda respuesta quita la ira: mas la palabra áspera hace subir el furor.
2 La lengua de los sabios adornará el conocimiento: mas la boca de los necios hablará sandeces.
3 Los ojos del SEÑOR están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos.
4 La sana lengua es árbol de vida: mas la perversidad en ella es quebrantamiento de espíritu.
5 El necio menosprecia la instrucción de su padre: mas el que guarda la corrección, es prudente.
6 En la casa del justo hay gran provisión; empero turbación en las ganancias del impío.
7 Los labios de los sabios esparcen conocimiento: pero el corazón de los necios no lo hace así.
8 El sacrificio de los impíos es abominación al SEÑOR: mas la oración de los rectos es su gozo.
9 Abominación es al SEÑOR el camino del impío: mas él ama al que sigue justicia.
10 La reconvención es molesta al que deja el camino: y el que aborreciere la corrección, morirá.
11 El infierno y la perdición están delante del SEÑOR: ¡cuánto más los corazones de los hombres!
12 El escarnecedor no ama al que le reprende; ni se allega a los sabios.
13 El corazón alegre hermosea el rostro: mas por el dolor de corazón el espíritu se quebranta.
14 El corazón entendido busca el conocimiento: mas la boca de los necios pace necedad.
15 Todos los días del afligido son trabajosos: mas el de corazón contento tiene un convite continuo.
16 Mejor es lo poco con el temor del SEÑOR, que el gran tesoro donde hay turbación.
17 Mejor es la comida de legumbres donde hay amor, que de buey engordado donde hay odio.
18 El hombre iracundo mueve contiendas: mas el que tarda en enojarse, apacigua la rencilla.
19 El camino del perezoso es como seto de espinos: mas la vereda de los rectos es aplanada.
20 El hijo sabio alegra al padre: mas el hombre necio menosprecia a su madre.
21 La necedad es alegría al falto de sabiduría: mas el hombre entendido enderezará su proceder.
22 Los propósitos son frustrados donde no hay consejo; mas en la multitud de consejeros se afirman.
23 El hombre se alegra con la respuesta de su boca: y la palabra dicha a su tiempo, ¡cuán buena es!
24 El camino de la vida es hacia arriba al sabio, para apartarse del infierno abajo.
25 El SEÑOR asolará la casa de los soberbios: mas él afirmará el término de la viuda.
26 Abominación son al SEÑOR los pensamientos del malo: mas las palabras de los puros son agradables.
27 Alborota su casa el codicioso: mas el que aborrece las dádivas vivirá.
28 El corazón del justo piensa para responder: mas la boca de los impíos derrama malas cosas.
29 Lejos está el SEÑOR de los impíos: mas él oye la oración de los justos.
30 La luz de los ojos alegra el corazón; y la buena fama engorda los huesos.
31 La oreja que escucha la corrección de vida, entre los sabios morará.
32 El que tiene en poco la disciplina, menosprecia su alma: mas el que escucha la corrección, adquiere entendimiento.
33 El temor del SEÑOR es instrucción del conocimiento: y delante de la honra está la humildad.
LA mujer sabia edifica su casa: mas la necia con sus manos la derriba.
2 El que camina en su rectitud teme al SEÑOR: mas el que es perverso en sus caminos lo menosprecia.
3 En la boca del necio está la vara de la soberbia: mas los labios de los sabios los guardarán.
4 Sin bueyes el granero está limpio: mas por la fuerza del buey hay abundancia de pan.
5 El testigo verdadero no mentirá: mas el testigo falso hablará mentiras.
6 Busca el escarnecedor la sabiduría, y no la halla: mas el conocimiento al hombre entendido es fácil.
7 Vete de delante del hombre necio, porque en él no advertirás labios de conocimiento.
8 La sabiduría del prudente está en entender su camino: mas la indiscreción de los necios es engaño.
9 Los necios se mofan del pecado: mas entre los rectos hay favor.
10 El corazón conoce la amargura de su alma; y extraño no se entrometerá en su alegría.
11 La casa de los impíos será asolada: mas florecerá la tienda de los rectos.
12 Hay camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de muerte.
13 Aun en la risa tendrá dolor el corazón; y el término de la alegría es congoja.
14 De sus caminos será hastiado el descarriado de corazón: y el hombre de bien estará contento del suyo.
15 El simple cree a toda palabra: mas el prudente mira bien sus pasos.
16 El sabio teme, y se aparta del mal: mas el necio se enoja, y está confiado.
17 El que presto se enoja, hará locura: y el hombre de malos designios será aborrecido.
18 Los simples heredarán necedad: mas los prudentes se coronarán de conocimiento.
19 Los malos se inclinarán delante de los buenos, y los impíos a las puertas del justo.
20 El pobre es odioso aun a su amigo: pero el rico tiene muchos amigos.
21 Peca el que menosprecia a su prójimo: mas el que tiene misericordia de los pobres, es bienaventurado.
22 ¿No yerran los que piensan mal? Misericordia empero y verdad alcanzarán los que piensan bien.
23 En toda labor hay fruto: mas la palabra de los labios solamente empobrece.
24 Las riquezas de los sabios son su corona: pero es infatuación la insensatez de los necios.
25 El testigo verdadero libra las almas: mas el engañoso hablará mentiras.
26 En el temor del SEÑOR está la fuerte confianza; y sus hijos tendrán lugar de refugio.
27 El temor del SEÑOR es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte.
28 En la multitud de pueblo está la gloria del rey: y en la falta de pueblo es la destrucción del príncipe.
29 El que tarde se aira, es grande de entendimiento: mas el corto de espíritu engrandece el desatino.
30 El corazón apacible es vida para el cuerpo: mas la envidia, pudrimiento de los huesos.
31 El que oprime al pobre, afrenta a su Hacedor: mas el que tiene misericordia del pobre, lo honra.
32 Por su maldad será lanzado el impío: mas el justo en su muerte tiene esperanza.
33 En el corazón del entendido reposa la sabiduría; pero lo que está en medio de los necios, se da a conocer.
34 La justicia engrandece la nación: mas el pecado es afrenta de las naciones.
35 La benevolencia del rey es para con el ministro entendido: mas su enojo contra el que lo avergüenza.
EL hijo sabio escucha la instrucción de su padre: mas el burlador no escucha la reprensión.
2 Del fruto de su boca el hombre comerá bien: mas el alma de los prevaricadores comerá violencia.
3 El que guarda su boca guarda su alma: mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.
4 Desea, y nada alcanza el alma del perezoso: mas el alma de los diligentes será engordada.
5 El justo aborrece la palabra de mentira: mas el impío se hace odioso e infame.
6 La justicia guarda al de perfecto camino: mas la impiedad trastornará al pecador.
7 Hay quienes se hacen ricos, y no tienen nada: y hay quienes se hacen pobres, y tienen muchas riquezas.
8 El rescate de la vida del hombre son sus riquezas: pero el pobre no oye reprensión.
9 La luz de los justos se alegrará: mas apagaráse la lámpara de los impíos.
10 Sólo por la soberbia viene la contienda: mas con los avisados está la sabiduría.
11 Disminuiránse las riquezas de vanidad: empero multiplicará el que allega con su mano.
12 La esperanza que se prolonga, es tormento del corazón: mas árbol de vida es el deseo cumplido.
13 El que menosprecia la palabra, perecerá por ello: mas el que teme el mandamiento, será recompensado.
14 La ley del sabio es manantial de vida, para apartarse de los lazos de la muerte.
15 El buen entendimiento conciliará gracia: mas el camino de los prevaricadores es duro.
16 Todo hombre prudente obra con conocimiento: mas el necio manifestará su necedad.
17 El mal mensajero caerá en mal: mas el embajador fiel es salud.
18 Pobreza y vergüenza tendrá el que menosprecia el consejo: mas el que guarda la corrección, será honrado.
19 El deseo cumplido deleita el alma: pero apartarse del mal es abominación a los necios.
20 El que anda con los sabios, sabio será; mas el que se allega a los necios, será quebrantado.
21 Mal perseguirá a los pecadores: mas a los justos les será bien retribuído.
22 El bueno dejará herederos a los hijos de los hijos; y el haber del pecador, para el justo está guardado.
23 En el barbecho de los pobres hay mucho pan: mas piérdese por falta de juicio.
24 El que detiene el castigo, a su hijo aborrece: mas el que lo ama, madruga a castigarlo.
25 El justo come hasta saciar su alma: mas el vientre de los impíos tendrá necesidad.
EL que ama la instrucción ama el conocimiento: mas el que aborrece la reprensión, es ignorante.
2 El bueno alcanzará favor del SEÑOR: mas él condenará al hombre de malos pensamientos.
3 El hombre no se afirmará por medio de la impiedad: mas la raíz de los justos no será movida.
4 La mujer virtuosa corona es de su marido: mas ella que avergüenza es como carcoma en sus huesos.
5 Los pensamientos de los justos son rectitud; mas los consejos de los impíos son engaño.
6 Las palabras de los impíos son para acechar la sangre: mas la boca de los rectos los librará.
7 Trastornados son los impíos, y no son más: mas la casa de los justos permanecerá.
8 Según su sabiduría es alabado el hombre: mas el perverso de corazón será en menosprecio.
9 Mejor es el que es menospreciado y tiene servidores, que el que se precia, y carece de pan.
10 El justo atiende a la vida de su bestia: mas las entrañas de los impíos son crueles.
11 El que labra su tierra, se hartará de pan: mas el que sigue los vagabundos es falto de entendimiento.
12 Desea el impío la red de los malos: mas la raíz de los justos dará fruto.
13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios: mas el justo saldrá de la tribulación.
14 El hombre será satisfecho de bien del fruto de su boca: y la paga de las manos del hombre le será dada.
15 El camino del necio es derecho en sus propios ojos: mas el que obedece al consejo es sabio.
16 El necio luego al punto da a conocer su ira: mas el que disimula la injuria es prudente.
17 El que habla verdad, declara justicia; mas el testigo mentiroso, engaño.
18 Hay quienes hablan como dando estocadas de espada: mas la lengua de los sabios es medicina.
19 El labio de verdad permanecerá para siempre: mas la lengua de mentira sólo por un momento.
20 Engaño hay en el corazón de los que maquinan mal: pero hay gozo para ellos que aconsejan paz.
21 Ninguna adversidad acontecerá al justo: mas los impíos serán llenos de mal.
22 Los labios mentirosos son abominación al SEÑOR: mas los obradores de verdad son su contentamiento.
23 El hombre prudente encubre el conocimiento: mas el corazón de los necios proclama la necedad.
24 La mano de los diligentes se enseñoreará: mas la negligencia será tributaria.
25 El cuidado congojoso en el corazón del hombre, lo abate; mas la buena palabra lo alegra.
26 El justo es más excelente que su prójimo: mas el camino de los impíos les hace errar.
27 El perezoso no asará lo que ha cazado: mas la substancia del hombre diligente es preciosa.
28 En el camino de la justicia está la vida; y en la senda de su vereda no hay muerte.
EL peso falso abominación es al SEÑOR: pero la pesa justa es su delicia.
2 Cuando viene la soberbia, viene también la deshonra: pero con los humildes es la sabiduría.
3 La integridad de los rectos los encaminará: mas destruirá a los pecadores la perversidad de ellos.
4 No aprovecharán las riquezas en el día de la ira: mas la justicia librará de muerte.
5 La justicia del perfecto enderezará su camino: mas el impío por su impiedad caerá.
6 La justicia de los rectos los librará: mas los pecadores en su pecado serán presos.
7 Cuando muere el hombre impío, perece su expectativa; y la expectativa de los malos perecerá.
8 El justo es librado de la tribulación: mas el impío viene en lugar suyo.
9 El hipócrita con su boca daña a su prójimo: mas los justos son librados con el conocimiento.
10 En el bien de los justos la ciudad se alegra: mas cuando los impíos perecen, hay fiestas.
11 Por la bendición de los rectos la ciudad será engrandecida: mas por la boca de los impíos ella será trastornada.
12 El que carece de entendimiento, menosprecia a su prójimo: mas el hombre prudente calla.
13 El que anda en chismes, descubre el secreto: mas el de espíritu fiel encubre el asunto.
14 Donde no hay consejo sabio, cae el pueblo: mas en la multitud de consejeros hay seguridad.
15 Con ansiedad será afligido el que fiare al extraño: mas el que aborreciere las fianzas vivirá confiado.
16 La mujer graciosa tendrá honra: y los fuertes tendrán riquezas.
17 A su alma hace bien el hombre misericordioso: mas el cruel atormenta su carne.
18 El impío hace obra falsa: mas el que sembrare justicia, tendrá galardón firme.
19 Como la justicia es para vida, así el que sigue el mal es para su muerte.
20 Abominación son al SEÑOR los perversos de corazón: pero los rectos en su camino le son agradables.
21 Aunque llegue la mano a la mano, el malo no quedará sin castigo: mas la simiente de los justos será librada.
22 Como zarcillo de oro en la nariz del puerco, es la mujer hermosa y apartada de razón.
23 El deseo de los justos es solamente bien: mas la expectativa de los impíos es enojo.
24 Hay quienes reparten, y les es añadido más: y hay quienes son escasos más de lo que es justo, mas vienen a pobreza.
25 El alma liberal será engordada: y el que saciare, él también será saciado.
26 Al que retiene el grano, el pueblo lo maldecirá: mas bendición será sobre la cabeza del que lo vende.
27 El que procura diligentemente el bien, busca favor: mas el que busca el mal, vendrále.
28 El que confía en sus riquezas, caerá: mas los justos reverdecerán como ramos.
29 El que turba su propia casa heredará viento; y el necio será siervo del sabio de corazón.
30 El fruto del justo es árbol de vida: y el que gana almas, es sabio.
31 Ciertamente el justo será recompensado en la tierra: mucho más el impío y el pecador.
LOS proverbios de Salomón. El hijo sabio alegra al padre; pero el hijo necio es tristeza de su madre.
2 Los tesoros de maldad no serán de provecho: mas la justicia libra de muerte.
3 El SEÑOR no dejará padecer hambre al alma del justo: mas arrojará la sustancia de los impíos.
4 La mano negligente hace pobre: pero la mano de los diligentes enriquece.
5 El que recoge en el verano es hijo sabio: pero el que duerme en el tiempo de la siega es hijo que avergüenza.
6 Bendiciones están sobre la cabeza del justo: pero violencia cubrirá la boca de los impíos.
7 La memoria del justo será bendita: pero el nombre de los impíos se pudrirá.
8 El sabio de corazón recibirá los mandamientos: pero el necio que habla locuras caerá.
9 El que camina en integridad, anda confiado: pero el que pervierte sus caminos, será descubierto.
10 El que guiña del ojo acarrea tristeza; pero el necio de labios será castigado.
11 Vena de vida es la boca del justo: pero violencia cubrirá la boca de los impíos.
12 El odio despierta rencillas: pero la caridad cubrirá todos los pecados.
13 En los labios del entendido se halla sabiduría: pero la vara es para la espalda del falto de entendimiento.
14 Los sabios guardan el conocimiento: pero la boca del necio es calamidad cercana.
15 Las riquezas del rico son su ciudad fuerte; la destrucción de los pobres es su pobreza.
16 La obra del justo es para vida; pero el fruto del impío es para pecado.
17 El camino de vida es del que guarda la instrucción: pero el que deja la reprensión, yerra.
18 El que encubre el odio tiene labios mentirosos, y el que habla calumnia, es necio.
19 En las muchas palabras no falta pecado: pero el que refrena sus labios es sabio.
20 La lengua del justo es como plata escogida: pero el entendimiento de los impíos es como nada.
21 Los labios del justo alimentan a muchos: pero los necios por falta de entendimiento mueren.
22 La bendición del SEÑOR es la que enriquece, y no añade tristeza con ella.
23 El hacer mal es como diversión al insensato; pero el hombre de entendimiento tiene sabiduría.
24 A lo que el impío teme, eso le vendrá: pero a los justos les será dado lo que desean.
25 Como pasa el torbellino, así el malo no permanece: pero el justo, es fundamento perpetuo.
26 Como el vinagre a los dientes, y como el humo a los ojos, así es el perezoso a los que lo envían.
27 El temor del SEÑOR aumentará los días: pero los años de los impíos serán acortados.
28 La esperanza de los justos es alegría; mas la expectativa de los impíos perecerá.
29 El camino del SEÑOR es fortaleza al recto: pero destrucción a los que hacen iniquidad.
30 El justo nunca jamás será removido: pero los impíos no habitarán la tierra.
31 La boca del justo producirá sabiduría: pero la lengua perversa será cortada.
32 Los labios del justo saben lo que es aceptable: pero la boca de los impíos habla perversidades.
LA sabiduría edificó su casa, labró sus siete columnas;
2 Mató sus bestias, templó su vino, y puso su mesa.
3 Envió sus criadas; sobre lo más alto de la ciudad clamó:
4 Cualquiera que es simple, venga acá. Para los faltos de entendimiento dijo:
5 Venid, comed mi pan, y bebed del vino que yo he templado.
6 Dejad las simplezas, y vivid; y andad por el camino del entendimiento.
7 El que reprende al escarnecedor, recibe vergüenza para sí: y el que reprende al impío, recibe su mancha.
8 No reprendas al escarnecedor, porque no te aborrezca: reprende al sabio, y te amará.
9 Da instrucción al sabio, y será más sabio: enseña al justo, y acrecerá su saber.
10 El temor del SEÑOR es el principio de la sabiduría; y el conocimiento del Santo es entendimiento.
11 Porque por mí tus días serán multiplicados, y los años de tu vida serán aumentados.
12 Si fueres sabio, para tí lo serás: mas si fueres escarnecedor, pagarás tú solo.
13 La mujer loca es alborotadora; es simple y no sabe nada.
14 Siéntase en una silla a la puerta de su casa, en lo alto de la ciudad,
15 Para llamar a los que pasan por el camino, que van por sus caminos derechos.
16 Cualquiera que es simple, ven acá; y para aquel que quiere entendimiento, ella le dice:
17 Las aguas hurtadas son dulces, y el pan comido en oculto es agradable.
18 Y no saben que allí están los muertos; y que sus convidados están en los profundos del infierno.
¿NO clama la sabiduría, y da su voz el entendimiento?
2 En los altos cabezos, junto al camino, a las encrucijadas de las veredas se para;
3 En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces:
4 Oh hombres, a vosotros clamo; y mi voz es a los hijos de los hombres.
5 Entended, simples, discreción; y vosotros, insensatos, sed de un corazón entendido.
6 Oid, porque hablaré cosas excelentes; y abriré mis labios para cosas rectas.
7 Porque mi boca hablará verdad, y la impiedad es una abominación a mis labios.
8 En justicia son todas las palabras de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida.
9 Todas ellas son rectas al que entiende, y razonables a los que hallan conocimiento.
10 Recibid mi instrucción, y no plata; y conocimiento antes que el oro escogido.
11 Porque mejor es la sabiduría que los rubíes; y todas las cosas que se pueden desear, no son de comparar con ella.
12 Yo, la sabiduría, habito con la prudencia, y hallo el conocimiento de los consejos.
13 El temor del SEÑOR es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, y el mal camino y la boca perversa, aborrezco.
14 Mío es el consejo y la sana sabiduría; Yo soy entendimiento; tengo la fortaleza.
15 Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia.
16 Por mí gobiernan los príncipes, y nobles, aun todos los jueces de la tierra.
17 Yo amo a los que me aman; y me hallan los que madrugando me buscan.
18 Las riquezas y la honra están conmigo; sólidas riquezas, y justicia.
19 Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida.
20 Por vereda de justicia guío, por en medio de sendas de juicio;
21 Para hacer heredar sustancia a los que me aman, y yo hincharé sus tesoros.
22 El SEÑOR me poseía en el principio de su camino, ya de antiguo, antes de sus obras.
23 Eternalmente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.
24 Cuando no habían los abismos fui engendrada; cuando no habían las fuentes de las muchas aguas.
25 Antes que los montes fuesen fundados, antes de los collados, fui yo engendrada:
26 No había él aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo.
27 Cuando él preparaba los cielos, allí estaba yo; cuando señalaba por compás la faz del abismo;
28 Cuando establecía las nubes arriba, cuando fortificaba las fuentes del abismo;
29 Cuando dio al mar su término, y a las aguas, que no pasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra;
30 Entonces con él estaba yo ordenándolo todo; y fui su delicia de día en día, regocijándome siempre delante de él.
31 Huélgome en la parte habitable de su tierra; y mis delicias fueron con los hijos de los hombres.
32 Ahora pues, hijos, oídme: y bienaventurados son los que guardaren mis caminos.
33 Oíd el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis.
34 Bienaventurado es el hombre que me oye, velando a mis puertas cada día, guardando los umbrales de mis entradas.
35 Porque el que me hallare, hallará la vida, y alcanzará el favor del SEÑOR.
36 Mas el que peca contra mí, defrauda su propia alma: todos los que me aborrecen, aman la muerte.
HIJO mío, guarda mis palabras, y atesora contigo mis mandamientos.
2 Guarda mis mandamientos, y vivirás; y mi ley como las niñas de tus ojos.
3 Lígalos a tus dedos; escríbelos en la tabla de tu corazón.
4 Dí a la sabiduría: Tú eres mi hermana; y llama al entendimiento tu pariente:
5 Para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que lisonjea con sus palabras.
6 Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía,
7 Vi entre los simples, discerní entre los jóvenes, un mancebo falto de entendimiento,
8 El cual pasaba por la calle, junto a la esquina de aquella, e iba camino de su casa,
9 A la tarde del día, ya que oscurecía, en la oscuridad y tiniebla de la noche.
10 Y he aquí, una mujer que le sale al encuentro con atavío de ramera, astuta de corazón,
11 Ella es alborotadora y rencillosa, sus pies no pueden estar en casa;
12 Ahora está de fuera, ahora en las calles, acechando por todas las esquinas.
13 Y traba de él, y bésalo; y desvergonzó su rostro, y díjole:
14 Tengo sacrificios de paz conmigo, hoy he pagado mis votos;
15 Por tanto salí para encontrarte, buscando diligentemente tu rostro, y te he hallado.
16 He ataviado mi cama con cubiertas de tapicería, con obras entalladas, con lino fino de Egipto.
17 He sahumado mi cámara con mirra, áloes, y cinamomo.
18 Ven, embriaguémonos de amores hasta la mañana; alegrémonos en amores.
19 Porque el marido no está en casa, hase ido a un largo viaje:
20 El saco de dinero llevó en su mano; el día señalado volverá a su casa.
21 Rindiólo con la mucha suavidad de sus palabras, obligóle con la blandura de sus labios.
22 Se va en pos de ella inmediatamente, como va el buey al degolladero, y como el necio a las prisiones para ser castigado;
23 Como el ave que se apresura al lazo, y no sabe que es contra su vida, hasta que la saeta traspasó su hígado.
24 Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las palabras de mi boca.
25 No se aparte a sus caminos tu corazón; no yerres en sus veredas.
26 Porque a muchos ha hecho caer heridos; y aun los hombres más fuertes han sido muertos por ella.
27 Camino al infierno es su casa, que desciende a las cámaras de la muerte.
HIJO mío, si salieres fiador por tu amigo, si tocaste tu mano por el extraño,
2 Enlazado eres con las palabras de tu boca, y preso con las palabras de tu boca.
3 Haz esto ahora, hijo mío, y líbrate, ya que has caído en la mano de tu prójimo: ve, humíllate, y asegúrate de tu amigo.
4 No des sueño a tus ojos, ni a tus párpados adormecimiento.
5 Escápate como el corzo de la mano del cazador, y como el ave de la mano del parancero.
6 Ve a la hormiga, oh perezoso, considera sus caminos, y sé sabio;
7 La cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor,
8 Prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento.
9 Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿cuándo te levantarás de tu sueño?
10 Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para dormir:
11 Así vendrá tu pobreza como caminante, y tu necesidad como hombre de escudo.
12 El hombre perverso, el hombre depravado, anda en perversidad de boca;
13 Guiña de sus ojos, habla con sus pies, hace señas con sus dedos;
14 Perversidades hay en su corazón, anda pensando mal en todo tiempo; siembra discordia.
15 Por tanto su calamidad vendrá de repente; súbitamente será quebrantado, y no habrá remedio.
16 Estas seis cosas aborrece el SEÑOR, y aun siete son una abominación a él:
17 Los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente,
18 El corazón que maquina pensamientos inicuos, los pies presurosos para correr al mal,
19 El testigo falso que habla mentiras, y el que siembra discordias entre los hermanos.
20 Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, y no dejes la ley de tu madre:
21 Átalos siempre en tu corazón, enlázalos a tu cuello.
22 Te guiarán cuando anduvieres; cuando durmieres te guardarán; hablarán contigo cuando despertares.
23 Porque el mandamiento es una lámpara, y la ley es luz; y camino de vida son las reprensiones de la instrucción:
24 Para que te guarden de la mala mujer, de la blandura de la lengua de la extraña.
25 No codicies su hermosura en tu corazón, ni ella te prenda con sus párpados:
26 Porque a causa de la mujer ramera es reducido el hombre a un bocado de pan; y la adúltera caza la vida preciosa.
27 ¿Tomará el hombre fuego en su seno, sin que sus vestidos se quemen?
28 ¿Andará el hombre sobre las brasas, sin que sus pies se quemen?
29 Así el que entrare a la esposa de su prójimo; no será inocente cualquiera que la tocare.
30 No tienen en poco al ladrón, cuando hurtare para saciar su alma teniendo hambre:
31 Pero si es hallado, restaurará los siete tantos, dará toda la sustancia de su casa.
32 Pero el que comete adulterio con una mujer, es falto de entendimiento: destruye su propia alma el que tal hace.
33 Plaga y vergüenza hallará; y su reproche nunca será raída.
34 Porque los celos son el furor del hombre, y no perdonará en el día de la venganza.
35 No aceptará ningún rescate; ni querrá perdonar, aunque multipliques los dones.
HIJO mío, está atento a mi sabiduría, y a mi entendimiento inclina tu oído;
2 Para que guardes consejo, y tus labios conserven el conocimiento.
3 Porque los labios de la mujer extraña destilan como miel, y su paladar es más suave que el aceite:
4 Mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos.
5 Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al infierno:
6 Para que no consideres el camino de vida, sus caminos son inestables, no los conocerás.
7 Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las palabras de mi boca.
8 Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa;
9 Porque no des a los extraños tu honor, y tus años a cruel;
10 Porque no se harten los extraños de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño;
11 Y gimas al final, cuando se consumiere tu carne y tu cuerpo,
12 Y digas: ¡Cómo aborrecí la instrucción, y mi corazón menospreció la reprensión;
13 Y no obedecí la voz de mis maestros, y a los que me instruían no incliné mi oído!
14 Casi en todo mal estuve, en medio de la congregación y la asamblea.
15 Bebe el agua de tu propia cisterna, y los raudales de tu propio pozo.
16 Derrámense por de fuera tus fuentes, en las calles los ríos de aguas.
17 Sean para tí solo, y no para los extraños contigo.
18 Sea bendito tu manantial; y alégrate con la esposa de tu mocedad.
19 Como cierva amada y graciosa corza, sus pechos te satisfagan en todo tiempo; y en su amor recréate siempre.
20 ¿Y por qué, hijo mío, andarás ciego con la ajena, y abrazarás el seno de la extraña?
21 Pues que los caminos del hombre están ante los ojos del SEÑOR, y él considera todas sus veredas.
22 Prenderán al impío sus propias iniquidades, y detenido será con las cuerdas de su pecado.
23 Él morirá por falta de instrucción; y errará por la grandeza de su locura.
OID, hijos, la doctrina de un padre, y estad atentos para que conozcáis entendimiento.
2 Porque os doy buena doctrina; no desamparéis mi ley.
3 Porque yo fui hijo de mi padre, delicado y único delante de mi madre.
4 También él me enseñó, y me dijo: Retenga tu corazón mis palabras; guarda mis mandamientos, y vivirás:
5 Adquiere sabiduría, adquiere entendimiento; ni te olvides ni te apartes de las palabras de mi boca;
6 No la dejes, y ella te guardará; ámala, y ella te conservará.
7 Sabiduría es la cosa principal: por esto adquiere sabiduría: y ante toda tu posesión adquiere entendimiento.
8 Engrandécela, y ella te engrandecerá: ella te honrará, cuando tú la abrazares.
9 Adorno de gracia dará a tu cabeza: corona de gloria te entregará.
10 Oye, oh hijo mío, y recibe mis razones; y se te multiplicarán años de vida.
11 Por el camino de la sabiduría te he enseñado, y por veredas derechas te he hecho andar.
12 Cuando anduvieres no se estrecharán tus pasos; y si corrieres, no tropezarás.
13 Retén la instrucción, no la dejes; guárdala, porque ella es tu vida.
14 No entres por la senda de los impíos, ni vayas por el camino de los malos.
15 Desampárala, no pases por ella; apártate de ella, pasa.
16 Porque no duermen ellos, si no han hecho mal; y pierden su sueño, si no han hecho caer a alguno.
17 Porque comen pan de maldad, y beben vino de robos.
18 Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta el día perfecto.
19 El camino de los impíos es como la oscuridad: no saben en qué tropiezan.
20 Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis dichos.
21 No se aparten de tus ojos; guárdalas en medio de tu corazón.
22 Porque son vida a los que las hallan, y medicina a toda su carne.
23 Guarda tu corazón con toda diligencia; porque de él son los asuntos de la vida.
24 Aparta de tí la perversidad de la boca, y aleja de tí la iniquidad de labios.
25 Tus ojos miren lo recto, y tus párpados en derechura delante de tí.
26 Examina la senda de tus pies, y todos tus caminos sean establecidos.
27 No te apartes a diestra, ni a siniestra: aparta tu pie del mal.
HIJO mío, no te olvides de mi ley; y tu corazón guarde mis mandamientos:
2 Porque largura de días, y años de vida y paz te añadirán.
3 Misericordia y verdad no te desamparen; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón:
4 Así hallarás gracia y buen entendimiento en los ojos de Dios y de los hombres.
5 Confía en el SEÑOR de todo tu corazón, y no estribes en tu entendimiento.
6 Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.
7 No seas sabio en tus propios ojos: teme al SEÑOR, y apártate del mal;
8 Porque será medicina a tu ombligo, y tuétano a tus huesos.
9 Honra al SEÑOR de tu sustancia, y de las primicias de todos tus frutos;
10 Así serán llenos tus graneros con abundancia, y tus lagares rebosarán de mosto.
11 No deseches, hijo mío, el castigo del SEÑOR; ni te fatigues de su corrección:
12 Porque el SEÑOR al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.
13 Bienaventurado es el hombre que halla la sabiduría, y que obtiene el entendimiento:
14 Porque su mercadería es mejor que la mercadería de la plata, y sus frutos más que el oro fino.
15 Más preciosa es que los rubíes; y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella.
16 Largura de días está en su mano derecha y; en su izquierda riquezas y honra.
17 Sus caminos son caminos deleitosos, y todas sus veredas paz.
18 Ella es árbol de vida a los que de ella toman: y bienaventurados son todos los que la retienen.
19 El SEÑOR con sabiduría ha fundado la tierra; estableció los cielos con entendimiento.
20 Con su conocimiento se partieron los abismos, y destilan el rocío las nubes.
21 Hijo mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; guarda la ley y el consejo;
22 Así serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello.
23 Entonces andarás por tu camino confiadamente, y tu pie no tropezará.
24 Cuando te acostares, no tendrás temor; sino que te acostarás, y tu sueño será suave.
25 No tendrás temor de pavor repentino, ni de la desolación de los impíos cuando viniere:
26 Porque el SEÑOR será tu confianza, y él preservará tu pie de ser preso.
27 No detengas el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo.
28 No digas a tu prójimo: Ve, y vuelve, y mañana te daré; cuando tienes contigo.
29 No pienses mal contra tu prójimo, estando él confiado de ti.
30 No pleitees con alguno sin razón, si él no te ha hecho agravio.
31 No envidies al hombre injusto, ni escojas alguno de sus caminos.
32 Porque el perverso es abominado del SEÑOR: mas su secreto es con los justos.
33 La maldición del SEÑOR está en la casa del impío; mas él bendice la morada de los justos.
34 Ciertamente él escarnece a los escarnecedores, y a los humildes dará gracia.
35 Los sabios heredarán honra: mas los necios sostendrán ignominia.
HIJO mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de tí.
2 Para que inclines tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón al entendimiento;
3 Si clamares por el conocimiento, y por el entendimiento dieres tu voz;
4 Si como a la plata lo buscares, y lo escudriñares como a tesoros;
5 Entonces entenderás el temor del SEÑOR, y hallarás el conocimiento de Dios.
6 Porque el SEÑOR da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y el entendimiento.
7 Él atesora de sólida sabiduría para los rectos: es escudo a los que caminan rectamente.
8 Es el que guarda las veredas del juicio, y preserva el camino de sus santos.
9 Entonces entenderás justicia, juicio, y equidad, y todo buen camino.
10 Cuando la sabiduría entrare en tu corazón, y el conocimiento fuere agradable a tu alma,
11 La discreción te preservará, te guardará el entendimiento:
12 Para librarte del camino del hombre malo, de los hombres que hablan perversidades;
13 Que dejan las sendas derechas, por andar en caminos tenebrosos;
14 Que se regocijan haciendo mal, y que se deleitan en las perversidades de los malos;
15 Cuyas veredas son torcidas, y torcidos sus caminos.
16 Para librarte de la mujer extraña, aun de la ajena que halaga con sus palabras;
17 Que desampara el príncipe de su mocedad, y se olvida del pacto de su Dios.
18 Por lo cual su casa está inclinada a la muerte, y sus veredas hacia los muertos:
19 Todos los que a ella entraren, no volverán, ni tomarán las veredas de la vida.
20 Para que andes por el camino de los buenos, y guardes las veredas de los justos.
21 Porque los rectos habitarán la tierra, y los perfectos permanecerán en ella;
22 Mas los impíos serán cortados de la tierra, y los transgresores serán de ella desarraigados.
LOS proverbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel:
2 Para entender sabiduría y la instrucción; para conocer las palabras de entendimiento;
3 Para recibir la instrucción de sabiduría, justicia, y juicio y equidad;
4 Para dar sagacidad a los simples, y a los jóvenes conocimiento y discreción.
5 Oirá el sabio, y aumentará el saber; y el hombre de entendimiento adquirirá consejos sabios;
6 Para entender proverbio y declaración; palabras de sabios, y sus dichos oscuros.
7 El temor del SEÑOR es el principio del conocimiento: pero los insensatos desprecian la sabiduría y la instrucción.
8 Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la ley de tu madre:
9 Porque adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello.
10 Hijo mío, si los pecadores te incitaren, no consientas.
11 Si dijeren: Ven con nosotros, pongamos asechanzas para derramar sangre, acechemos secretamente al inocente;
12 Los tragaremos vivos como el sepulcro, y enteros, como los que caen al abismo;
13 Hallaremos todas riquezas preciosas, henchiremos nuestras casas de despojos;
14 Echa tu suerte entre nosotros; tengamos todos una bolsa:
15 Hijo mío, no andes en camino con ellos; aparta tu pie de sus veredas:
16 Porque sus pies correrán al mal, y hacen prisa para derramar sangre.
17 Porque en vano está tendida la red ante los ojos de toda ave;
18 Y ellos a su propia sangre ponen asechanzas, y acechan secretamente por sus propias vidas.
19 Tales son las sendas de todo el que es dado a la codicia, que quita la vida de sus poseedores.
20 La sabiduría clama de fuera, da su voz en las calles:
21 Clama ella en los principales lugares de concurso; en las entradas de las puertas de la ciudad dice sus razones diciendo:
22 ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los burladores desearán el burlar, y los insensatos aborrecerán el conocimiento?
23 Volveos a mi reprensión: he aquí yo os derramaré mi espíritu, y os haré saber mis palabras.
24 Por cuanto he llamado, y no quisisteis; he extendido mi mano, y no hubo quien escuchase;
25 Antes desechasteis todo consejo mío, y mi reprensión no quisisteis:
26 También yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis;
27 Cuando viniere como una destrucción lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino; cuando sobre vosotros viniere tribulación y angustia.
28 Entonces me llamarán, y no responderé; buscarme han de mañana, y no me hallarán:
29 Por cuanto aborrecieron el conocimiento, y no escogieron el temor del SEÑOR,
30 Ni quisieron nada mi consejo, y menospreciaron toda reprensión mía:
31 Comerán pues del fruto de su propio camino, y se hartarán de sus propios consejos.
32 Porque el descarrío de los ignorantes los matará, y la prosperidad de los necios los destruirá.
33 Mas el que me oyere, habitará confiadamente, y vivirá reposado, sin temor de mal.